Los kilómetros de Mariana
La actriz lleva una temporada de ajetreo. Se mudó a Madrid cumpliendo el sueño de construir vida en otros lugares junto a su marido y su perro. En entrevista con L’Officiel, Mariana di Girolamo habla sobre las maternidades en conflicto que construyó en Ema y La Verónica. De los cambios. Del ensayo y el error. De crecer.
Al otro lado de la pantalla está Mariana di Girolamo y en su ubicación es casi de noche. Se encuentra en Berlín, de paseo. Una mezcla entre visitas a amigos y también encontrar una oportunidad para bailar. “Está funcionando Berghain, pero entrar sin lista no es una opción, porque hay filas de ocho o nueve horas”, dice sobre el Versalles del techno. “Siempre me ha gustado mucho el baile. Con mi amiga Lux Pascal, hace años, bailamos como siete horas seguidas ahí. El baile me salvó en la pandemia, mi marido ponía las tornamesas y hacíamos fiestas entre los dos”, cuenta.
Para llegar a Alemania el viaje fue corto, porque hace seis meses se trasladó a vivir a Madrid junto al músico y productor Sebastián Román y su perro Vito. Se nota encantada por su nueva ciudad. “Me encanta caminar, que esté lleno de museos y eventos culturales y de moda. Me encanta la moda, pasear por tiendas espectaculares o mirar los looks de la gente”, dice. Aunque también reconoce que migrar es difícil, aún cuando ella está consciente de haberlo hecho en condiciones privilegiadas. Vivir en otro lugar para Mariana es cumplir un sueño. “Yo tenía ganas de vivir afuera hace muchos años. Recuerdo mis primeras negociaciones en televisión con Mega y yo le decía al productor que estaba muy pronta a irme, aunque aún sin planes concretos (risas). Es un deseo del alma muy antiguo. Mi marido es músico y en la pandemia estuvo todo súper parado para los colegas, yo me mantuve con la publicidad y un par de cositas que salieron por Zoom. En un momento, cuando ya había terminado mis proyectos, nos miramos y dijimos ya, vámonos. Madrid nos pareció una buena opción para la música, para el teatro, el cine y para lo que venga”.
“Llegué y empecé a correr, a andar agitada, y de pronto paraba y veía que no, que el mood acá no era ese. Me encanta que las puertas de la cultura están súper abiertas. Yo tengo muchos teatros cerca de la casa, te puedes hacer amiga de un museo por 80 euros anuales y puedes ir siempre e invitar a una persona. Veo a todo el mundo tomando cañitas de cerveza al segundo desayuno, como al mediodía, o en la tarde. Señoras o señores de edad, compartiendo sus olivas, cagándose de la risa. Es muy bonito. Estoy cumpliendo el sueño de vivir afuera, de probar. Y si no resulta, siempre puedo volver a mi país o ir a otro lado”, dice.
Bajo los parámetros del sistema de enseñanza tradicional, el que dice que debes elegir un camino en plena adolescencia que marcará tu vida laboral de adulta, Mariana se dio una vuelta larga. Llegó a Obstetricia en la Universidad de Chile, un período que reconoce frustrante. Pero hubo un oasis. “Tomé un taller con Daniela Gatica e hicimos Las Brutas, de Juan Radrigán, y me encantó. Todo. Desde la búsqueda de vestuario... Recuerdo estar en la casa de mi mamá sacando sus lanas... y por supuesto actuar esas líneas, esa poética, el vértigo del espectáculo en vivo... y ahí lo pensé. Di la prueba de Teatro en la Universidad Católica muy en silencio, les conté a algunas personas, me preparé y me fue muy bien. Entré a Teatro y me encantó el mundo de los teóricos, los ensayos”.
L’OFFICIEL: Está normalizada la presión de elegir algo para toda la vida a muy temprana edad, pero cuando una crece se da cuenta de que puede ser muchas cosas a la vez.
MARIANA DI GIROLAMO: “Exacto. Y ahora también me pasa eso. Inconscientemente, yo creo que quería una vida un poco más estable que la de mis padres. Ellos no son actores, pero decidieron dedicarse al arte, son trabajadores independientes y siempre fue difícil. A veces no había mucho y optaron por darnos una súper buena educación, entonces, dedicaron casi todos sus recursos a eso”.
Reconoce que es una idea que también ha conversado con sus colegas. “Yo me he dedicado netamente a ser actriz, no he experimentado mucho con la dramaturgia o la dirección, el diseño teatral o la iluminación, entonces, muchas veces se trata un poco de esperar a que te llamen y eso a mí, y a nadie creo, le hace muy bien. He sentido la necesidad de buscar otras cosas. A mí me gusta mucho la moda, por ejemplo, paso larguísimas horas mirando desfiles. Por ahí he pensado en tener otra entrada, algo que me haga ocuparme y que me apasione. Creo que soy una persona súper versátil y multifacética. Yo sé que podría ser la gestora de mis proyectos y estoy en eso también, ideando y armando grupos, sobre todo ahora acá, no quiero estar esperando. Hace muy mal esperar”.
UNA MUJER DE ESTE MUNDO
Mariana debutó en la televisión en el 2014, encarnando a María Belén Risopatrón en la teleserie Pituca sin Lucas. Desde ese momento, ha construido personajes diferentes entre sí, sobre todo con su salto al cine con protagónicos en Ema de Pablo Larraín y La Verónica, de Leo Medel. Ella reconoce que pasar de un formato a otro “fue súper complejo por un tema de lenguaje. En teleseries grababa a tres cámaras, de lunes a viernes, con un montón de escenas diarias. Y pasé a actuar en Ema, una película en la que no trabajamos con guión, que construimos muy en el presente. Fue súper desafiante y distinto para mí. Es una película de la cual yo tenía muy poquitas certezas, sabía obviamente más o menos de qué iba la trama pero no teníamos continuidades y yo me aferraba mucho a las continuidades en la tele. Ahí tú sabes de dónde viene tu personaje y hacia dónde va, después de que termina la escena”, explica.
Dice que el rol de Ema le cambió la vida. “Es un personaje de personajes esta Ema que construimos, es una bola de fuego, una kamikaze, una madre contemporánea, en conflicto, seductora. Me pasaba en televisión que me llamaban para hacer siempre cosas similares y yo tenía miedo de que fuese muy difícil salir de ese lugar. Imagínate la suerte que tuve cuando terminé Perdona nuestros pecados, de que Pablo me llamara”.
“Y La Verónica, bueno, otra madre en conflicto, influencer, modelo. Es una peli que es un gran monólogo, quizás, dividido en 53 escenas, pero también fue súper desafiante por lo inédito del formato. Leo no por nada se demoró 11 años en hacer esta película. Me imagino que hay un tema de producción, de presupuesto, pero también necesitaba que fuese posible que el público pudiera digerir esta historia, gozarla. Nos pasó recorriendo el mundo con esta peli que muchos se identifican y que hasta se enternecen con esta mujer, aun cuando hace cosas terribles. Pero es una mujer de este mundo, de estos tiempos, que está en conflicto, que no quiere vivir a la sombra de nadie, ni siquiera de sus hijos, ni de su marido. Quiere lograr cosas y arrasa con todo y todos y se que se debate entre lo público y lo privado como tantas, tantes, o sea, yo también”.
En ambas películas los personajes de Mariana muestran maternidades en conflicto que se contraponen, además, a lo que el cine más tradicional ha relatado: las malas madres como resultado de un estado de locura, o incluso como tramas dentro del cine de terror.
“Me estaba acordando de esta película, Revolutionary Road, de Kate Winslet con Leonardo DiCaprio, en la que ella se hace un aborto porque no quiere ser mamá de nuevo. Es una película preciosa, súper dura. Yo no soy madre, amigas sí lo han sido y muchas de ellas me han dicho ‘por qué nadie te cuenta la otra parte’. No solo el trauma físico que tu cuerpo sufre, también la pena profunda que te puede dar, las hormonas y las inseguridades. Hay que hablar de esas cosas. Hay mujeres que tienen depresiones post parto feroces, este síndrome que quizás sufre Verónica que es el de Munchausen, madres que enferman a sus hijes para atraer la atención del resto. En uno de los visionados que hicimos de la película en Chile habló una chica que era del área de la salud y decía que esto existía mucho más de lo que nosotros creemos. Tiene que ser una decisión ser mamá”.
“Lo he conversado con gente que es detractora del aborto y, por supuesto que lo primero que tiene que haber es educación sexual. Yo vengo de un colegio privado y no la tuve. Habemos muchos que no hemos tenido acceso a educación sexual, que hemos tenido que orientarnos con terceros, con Google, con plataformas súper inseguras. Yo creo que nadie quiere abortar, pero tiene que ser una opción libre, gratuita y segura. No puede seguir siendo clandestino”.
“Estoy cumpliendo el sueño de vivir afuera, de probar. Y si no me resulta, siempre puedo volver a mi país o ir a otro lado”.
“¿POR QUÉ TE AFEAS?”
Sus primeros personajes en televisión eran adolescentes cándidas, algo que comenzó a cambiar, quizás, con el personaje de María Elsa en Perdona nuestros pecados, “una mujer rupturista para su época, que hablaba de temáticas que no se hablaban en ese tiempo. Ella apoyaba a su amiga que descubría su orientación sexual, en esa historia preciosa de las Barcedes”, dice. Para la audiencia, que muchas veces no separa al personaje de la actriz, Mariana poco a poco dejaba de tener una imagen tierna y casi pura. Algo que pudo ver con más fuerza después de Ema.
“Hice la película, me alejé un rato de la tele y sentí el cambio en la gente que me seguía. Me corté el pelo y fue un escándalo. Fui a un estreno y vi harto ruido por mi imagen, mi presencia. Que si acaso yo era lesbiana porque tenía el pelo corto. Que por qué estaba tan delgada. Que por qué quería parecer un niño. Lo pasé mal, en ese momento no estaba tan fuerte para que resbalaran con gracia este tipo de comentarios ignorantes, retrógrados y estúpidos, pero la gente que se identificaba conmigo, ya no se identificó más y todo mutó”, relata.
“Antes mi figura era algo que enternecía por los personajes que yo hacía, creo. Pesaba un par de kilos más que ahora y tenía mi pelo largo y rubio, un poco de princesa. Y el cambio en la gente lo vi sobre todo con el corte de pelo y cuando bajé de peso. A mí me cambió el cuerpo con Ema, con tanto entrenamiento, y estoy en este peso que me acomoda, soy una persona súper sana, pero hace rato que los comentarios son: esquelética, anoréxica. El otro día subí una foto que me gustaba porque estaba feliz en una playa en Valencia, en bikini, y en general no leo los comentarios, pero ese día los leí y eran muchos aludiendo a mi físico y a lo mal que me veía por estar tan delgada. Eso también es muy violento. Yo no padezco ese trastorno por suerte, pero mucha gente sí, chicos, chicas y chiques y es súper complejo y a veces no hay vuelta atrás, y no es algo con lo que se pueda jugar”.
L’O: Es fuerte constatar que en el momento en que tu imagen física deja de ser solamente ¡un poco! normativa se pasa a la violencia. Eso dice mucho de cómo la sociedad sigue exigiendo características específicas para que las mujeres existan en lo público.
MDG: “Exacto. Si aparezco en una foto con una polera larga y el pelo tomado me preguntan ¿por qué te afeas? O ahora para los Premios Platino, en donde presenté el Premio a Mejor Documental. Me encantó mi look, con mi traje precioso. LUN me subió y cometí el error de leer los comentarios y era pura mierda. Tomé una decisión de tener mi perfil abierto y compartir, aunque soy súper discreta con mi vida personal, pero sigue siendo para mí una herramienta poderosa. Con ella puedo difundir mi trabajo, el trabajo de colegas, incluso para el estallido a través de mis redes podía enterarme de noticias porque la televisión, o sea, olvídate. Elijo compartir, pero es un arma de doble filo”.
Mientras arma y desarma maletas en tiempos de incertidumbre mundial, Mariana se prepara para su 2022. “Estoy esperando con ansias el estreno de la segunda temporada de La Jauría”, dice. Y también se viene dentro de los primeros dos meses del año, la serie sobre Los Prisioneros, en donde encarna a Patricia Rivadeneira, una de las integrantes de Las Cleopatras, colectivo artístico femenino que fue una gran influencia en la historia de la banda liderada por Jorge González. “También hay proyectos de películas en Chile, pero nada concreto, ojalá resulten. Y bueno, me da un poco de susto esto de que tendré que viajar harto, pero, ¿no querías viajar Mariana? Ya po’, aquí está”.
Dirección creativa y de arte: Felipe Montalba
Maquillaje y pelo: Ana Sanchez-Peña
Asistente de fotografía: Adria Botella
Asistente de styling: Brenda Munguia e Inés González
Agradecimientos: Sebastián Henríquez y Colomba Molina