En la fortaleza
Desde California, Francisca Valenzuela hace una pausa en medio de un intenso proceso creativo, uno como el que no tenía desde los inicios de su carrera, para reflexionar tanto sobre sus proyectos personales y colectivos en los que participa activamente hace años, y que dan nombre a su último disco —La Fortaleza-, una amplia gama de significados.
Como a cualquier músico que tiene la suerte de tener el reconocimiento suficiente para habitar en ese eterno ciclo de grabar música para luego viajar tocándola en vivo, la pandemia le impuso a Francisca Valenzuela un receso obligatorio. Una total anomalía que se acentúa, además, por una historia de vida nómade que la tenía viajando constantemente entre Chile y California, su lugar de nacimiento y donde todavía vive parte de su familia
Por si fuera poco, a principios del año pasado la cantautora chilena reapareció musicalmente con La Fortaleza, su cuarto álbum de estudio, que ponía fin a un silencio discográfico de seis años y que marcaba también su primer trabajo lanzado con el impulso de un sello multinacional. La artista apenas pudo realizar un pequeño puñado de los varios shows que tenía agendados para promocionarlo, incluyendo un tenso paso por el Festival de Viña del Mar.
Luego de buscar la manera de adaptarse a esta nueva realidad y perfeccionarse a través de cursos de composición y producción musical, Valenzuela ha entrado en un trance creativo que la tiene haciendo varias maquetas de nuevas canciones, un proceso que interrumpe para esta entrevista, la primera que da en meses. “Mi concentración artística está mucho más dedicada. Y, al mismo tiempo, como los ánimos están frágiles, no tengo tanta energía para hacer todo junto como hacía antes”, nos cuenta a través de Zoom desde Los Angeles.
L’OFFICIEL: ¿Cuándo fue la última vez que pudiste dedicarte tan profundamente a crear?
FRANCISCA VALENZUELA: Creo que al principio de mi carrera. En términos de intensidad o concentración, de seguro ha habido otros momentos, pero siempre han sido más interrumpidos.
LO: ¿Te ha beneficiado en lo creativo esta obligación de parar?
FV: Es un beneficio difícil de nombrar, por el contexto complejo del mundo, pero el encierro sí me ha obligado a estar sola conmigo misma y darle vuelta a toda mi carrera y preguntarme qué es lo que quiero hacer. El año pasado estaba incómoda, insegura. Pero ahora, por fin llegué a un punto en que aprendí a maquetear sola como yo quería, sin necesidad de banda o productores. Esto me permite dedicarle más tiempo a esta etapa y disfrutarla. No sé cuál va a ser el resultado, pero lo que estoy haciendo ahora se siente coherente. Se siente bien.
LO: ¿Existe en ti la necesidad de hacer música aunque no la vayas a sacar?
FV: Siempre está la necesidad de escribir, crear y comunicar. Y me doy cuenta porque, aunque escriba decenas de canciones para mantener el músculo en práctica, siempre aparece esa que sí me emociona. Y es una emoción genuina, que me ayuda a un proceso. Puedo pasar horas en ese trance casi espiritual de escribir y componer. He logrado reconocer en este silencio que realmente tengo esa vocación artística y que tengo que hacerle caso. Eso ha sido un regalo que he sentido en este tiempo.
Puedo pasar horas en ese trance casi espiritual de escribir y componer. He logrado reconocer en este silencio que realmente tengo esa vocación artística.
LO: ¿Cómo has luchado para no sucumbir ante la frustración propia de este último tiempo?
FV: Esa sensación existe igual, pero lo que tengo súper incorporado es la perspectiva de la realidad y la gratitud. Tengo la oportunidad de seguir haciendo música, una discográfica con la que tengo el compromiso de lanzarla, una audiencia que ha ido creciendo conmigo por 10 años, en Chile y Latinoamérica. Esa oportunidad me mantuvo siempre tranquila. Si bien me puedo permitir estar mal, no voy a tirar la toalla ni ser autoflagelante. Y si bien todavía no sé cómo vaya a ser el resultado de las canciones que tengo, sí siento un crecimiento y que está cuajando una identidad artística de muchos años y muchas experiencias. Ha sido como un renacer.
LO: ¿Cómo ha sido llevar la relación con esa comunidad en este período más introspectivo?
FV: Hay semanas en que me siento súper conectada y con ganas de participar; otras en que no, no más. A veces porque tengo otros proyectos o simplemente porque estoy más insegura o frágil. Pero también siento que la comunidad que he podido construir es sólida, generosa y empática. No tengo miedo a que, si no estoy participando una semana en esta rueda de ratón, eso tenga un costo o sienta que me quedo afuera de algo.
LO: Esa hiperconexión hace que el público esté mucho más pendiente de la opinión de sus artistas favoritos en temas de contingencia. O también de su actitud frente a la pandemia. ¿Cómo lo sientes tú?
FV: Para mí es importante, como ser humano y artista, ser consecuente. Sí hay causas que apoyo y en las que soy bien explícita, pero eso no significa que vaya a estar tomando un rol en cada cosa que esté pasando. A veces el arte se topa con algunas causas que son importantes para mí, y ahí es cuando me siento conmovida por su poder de activación. Soy feliz de ser llamada a eso. Y si puedo servir para visibilizar cosas, eso me parece más importante incluso que dar mi propia opinión. Desde mi plataforma puedo también dirigir ojos a personas que estén en la primera línea, haciendo esos cambios sociales que estoy apoyando. Entonces trato de ser cautelosa y criteriosa sobre cómo usarla, porque tampoco puedo ser siempre la persona perfecta.
LO: Actualmente te ves mucho más cómoda que antes en ese espacio de ser un modelo a seguir para otra gente.
FV: Sí, creo que estoy más cómoda porque también estoy más grande. Para mí la exposición no es fácil y no es lo primero que estoy buscando. Sin duda, quiero que mi música sea exitosa y quiero ser popular con ella. Quiero crecer y desarrollarme, tocar la mente y los corazones de las personas, sin embargo, también reconozco que lo necesito hacer en mis propios términos. No puedo estar 100% expuesta, porque no es lo que me hace bien.
Una de esas causas de Francisca ha sido la de visibilizar la profunda desigualdad de género en la industria musical. Con ese fin nació Ruidosa, una plataforma feminista que partió como festival en 2017 y que se ha expandido por la región a través de paneles de conversación, investigaciones y un constante fomento al trabajo de mujeres, tanto arriba como detrás de los escenarios.
Y si bien ya se han logrado hitos —como una investigación que reveló la poca participación femenina en festivales—, la cantante admite que todavía falta mucho. “Vivimos en una sociedad patriarcal, extracapitalista, que tiene una estructura triangular exitista, entonces hay que proponer modelos alternativos de liderazgo en la industria de la música. Alternativos no en el sentido del éxito, sino del comportamiento, de las referencias y de los estereotipos”.
A veces el arte se topa con algunas causas que son importantes para mi, y ahí es cuando me siento conmovida por su poder de activación.
LO: ¿Sientes que se va equiparando más del lado artístico que en el de la industria?
FV: En los dos lados. Me acuerdo cuando estuve en una premiación con un artista y me dijo que le alegraba que hubiese más mujeres, a lo que le respondí que siempre ha habido, lo que pasa es que antes probablemente no las veía. Sí creo que hay más diversidad gracias a los canales de comunicación. Antes, con el control de los medios, éramos pocas mujeres y disidencias, y si las había seguían un mismo fenotipo. Tras bambalinas es lo mismo. Hace tiempo, cuando me empecé a dar cuenta de que no me encontraba con mujeres en reuniones, me cuestionaba lo diferente que habría sido esa conversación si hubiera habido una. Por eso tenemos que levantar y mostrar el trabajo femenino, para que no digan después que no hay.
LO:¿Crees que se ha avanzado en dejar de hegemonizar la apariencia física de las mujeres para tener éxito en la industria musical? Eso no pasa con los hombres.
FV: Por darte un ejemplo burdo, por el que me han dicho anticuada: “Tú no quieres que las mujeres salgan en bikini”. Y yo feliz de que cada mujer salga como ella quiera, pero mi problema es con la reacción social a la decisión de hacerlo o no; las oportunidades que pueden abrirse o cerrarse, por eso, y que hegemónicamente haya una cosa por sobre la otra. Eso es lo que hay que cambiar culturalmente y que todavía se ve en los medios de comunicación o en la sociedad. Las redes sociales, al ser vitrinas individuales, permiten que cada quien tenga su identidad, y por lo tanto que puedan aparecer proyectos que antes hubieran quedado atrapados en el embudo de un medio o un sello. Mientras más pase el tiempo, más fluido va a ser.
LO: Y en tu caso, ¿le pones mucha cabeza a cómo proyectas tu imagen?
FV: El parámetro que tengo es mi comodidad. Muchas veces me encuentro con que me dicen “es que esto no es tan tú”, pero cuando tomo decisiones generalmente lo hago desde lo artístico. Eso no quita que también tenga muchas inseguridades, como todos los seres humanos del planeta. Exponerse tiene ciertos costos, por lo que uno tiene que ir viendo en lo que se está metiendo y a quién escucha.
LO: En ese sentido, las redes sociales abren el espacio para que gente dé opiniones que no les han pedido. ¿Las lees? ¿Te afectan?
FV: Cuando estoy en una semana activa, sí participo. Leo, respondo comentarios. Siento que, más que un ellos y yo, somos una comunidad. Les interesa lo que estoy haciendo y tiran buena onda, entonces me siento súper agradecida. Pero obvio que uno también se encuentra con mala onda. Y hay veces que eso afecta, y mucho. Y uno tiene esa capacidad humana, apestosa, de que haya 300 comentarios positivos y uno malo, y con ese me venga una especie de fijación magnética (risas). Entonces tengo que hacer un esfuerzo consciente para identificar cuánta energía estoy poniendo en eso y no agrandarlo en mi cabeza. Es difícil. Pero, en general, la onda que siento en mis redes es buena y es transparente.
LO: ¿Te gustaría que la reapertura te pillara con un disco nuevo listo?
FV: Me encantaría, pero no sé ni cuándo estará el disco listo ni cuándo será la reapertura (risas). Hay muchas incógnitas, por eso estoy concentrada y confiada en que se van a alinear las cosas para cuando sea correcto. Para eso hay que trabajar mucho. Y vivir. He tenido proyectos que me han tenido entusiasmada, pero quiero estar focalizada en lo que quiero hacer. Tengo ganas. Y tengo la curiosidad de ver hacia dónde me lleva.
FOTOS: PATRICIO BATELLINI
STYLING: ORETTA CORBELLI
MAQUILLAJE: Robert Munoz para Dior Makeup.
PELO: Giovanni Giuliano para Art Department LA usando Kevin Murphy.
ASISTENTE: Cris Bachmann.