El fuego de Najwa Nimri
Sus personajes son igual de cautivantes que ella. Najwa Nimri habla en exclusiva con L’Officiel sobre su relación con el dinero, la tecnología, los años y la atracción que genera.
Dicen que sin villano no hay historia: “sin villano no hay cómic”. Nimri es el conflicto de La Casa de Papel. Imanta a la audiencia del streaming desde la temporada anterior y vuelve a hacerlo en los episodios que acaban de estrenarse en Netflix y nos tienen en suspenso –suspenso del bueno, en estos tiempos de incertidumbre – hasta diciembre, cuando por fin podamos darle play a nuevos capítulos de la serie. La Casa de Papel ya tenía en su guión a personajes femeninos intensos, hasta que llegó una de las villanas del cine español para ponerle un pero, para asaltar también la infantilización con la que las pantallas suelen mostrar a las embarazadas. Porque Alicia Sierra, su personaje, por fuera luce una panza y por dentro, una mente que no titubea a la hora de ejercer crueldad.
Como aquella frase de la película que protagonizó en 1998, Los amantes del círculo polar, “Nunca he tenido el corazón tan rojo”, Najwa Nimri (50) es un clásico del cinearte de su país. Muchas de las treinta producciones audiovisuales en las que participó a lo largo de su carrera marcaron la educación sentimental y las maneras de estar en un cuerpo de mujer de más de una generación. Además, compone música y canta. En otras palabras, Najwa es camaleónica, fuerte, inspiradora, intensa, moderna, fashion y real.
L’OFFICIEL: ¿Qué ha sido lo más bonito al interpretar Alicia Sierra para esta nueva temporada de La Casa de Papel?
NAJWA NIMRI: No puedo contar mucho, en diciembre se terminará de ver todo y van a ver algo tridimensional. Entrar en pandemia para hacer La Casa de Papel implicó tener la energía altísima, el equipo, todo el país estaba con la energía baja y hemos tenido que hacer un esfuerzo y apoyarnos unos a otros para terminar el rodaje. Ha sido bastante milagroso haberlo acabado.
L’O: Interpretas a mujeres que viven más allá de la norma. ¿Cómo te redefinieron los años?
NN: ¡Mi vida es bastante normal! No es más interesante que la de los personajes. Lo que sí, aprendí a ahorrar, a tener un poquito más, a no quedarme a cero en el banco. A la gente de 20 le digo siempre: aprende a ahorrar, tarde o temprano lo vas a necesitar. La economía ya es un ente en sí, nos domina. ¿Cómo hago? Simplemente no me lo gasto todo, con eso basta.
L’O: Cautivas también a las nuevas generaciones. ¿Cómo se genera esta conexión?
NN: No pretendo ir de moderna. Me comunico como me comunico, no intento adaptarme a un nuevo tiempo para parecer más joven. Ahora es fácil esconder los motivos despreciables, todo parece esconder un mensaje oculto y los jóvenes se han vuelto decodificadores en sí, sobre todo de personas. Yo no siempre doy mi punto de vista total, no siempre hablo con honestidad brutal, como el disco de Calamaro. Si digo todo lo que pienso me cierran las redes. Pero me permito reírme de mí y de los demás también, y si me insultan contesto: esa es la clave, no hay mayor secreto.
L’O: Háblanos de tu relación con la música...
NN: Cuando no había computadores yo ya hacía música electrónica. Siempre he sido tecnológica, me gusta. Sé cuáles son los beneficios, los aprovecho y me he podido adaptar porque ya era muy ciber, viene conmigo, viene de fábrica. También soy capaz de desconectar, porque también hay que desconectar de vez en cuando. Respecto a la música creo que a la gente le vuelve la necesidad del directo. Entonces, cómo compones pasa a segundo plano. Lo primero es que la comunicación directa con el público se ha interrumpido, y esperamos ver surgir una forma natural del diálogo. La gente se quiere juntar y se va a juntar, pero no delante de la cámara (risas).
L’O: Eres tu propia community manager. ¿Con la moda también?
NN: ¡No! Me llevaría mucho tiempo porque cambio mucho para los personajes. Siempre estoy con mi maquilladora, mi estilista y mi fotógrafo, tengo un pequeño equipo con el que hago todo. Saben lo que es vital para mí. Me tengo que sentir cómoda, no importa si tengo que llevar un disfraz. Puedo usar cualquier cosa pero tiene que haber algo cómodo a la hora de mirar, con lo que quieras provocar, y de colocártelo encima, al tacto. Siempre miro hacia el futuro de una forma que sea cálida. Me gusta pensar en un futuro cálido.
L’O: Están de moda las canas. ¿Qué opinas de esa tendencia?
NN: Tengo 50, y ni una cana. Siempre estamos hablando de lo mismo, a la hora del pelo me dicen: no tienes canas, ni una. Entonces para mí es un mundo incierto. Supongo que si tuviera canas me haría un platino, me gusta teñirme. He visto a Andy MacDowell con su pelo gris hermoso en Cannes y me pareció precioso. Estoy con eso a tope.
L’O: Dicen que la madurez es un mito. ¿Cómo lidia una mujer como tú con los desamores, la tensión de tener hijos, los cambios que traen los años?
NN: Esta es la mejor época para una mujer si la tiene agarrada. Para un hombre probablemente también. Pero si tú a los 45 ya sabes ubicarte, sabes lo que quieres y con quién quieres, si tienes la valentía de mirarte y sigues encaminándote, es el mejor momento. Tanto que no lo cambiaría por volver a ser adolescente. A veces te pierdes un poco de vista, y lidiar con la crianza es una movida pero es la parte de la vida: tutto bene, está bien parir para regalarle a alguien tu pase por la vida.
L’O: Por último, queremos tu consejo. ¿Por qué dices que vale la pena elogiar lo efímero?
NN: Es importante que hagamos todo lo que tenemos que hacer, pero al final no importa nada. Lo dijo Gandhi. Esa idea me permite reírme de mí, la siento como la única verdad. No estamos aquí para quedarnos, estamos aquí para irnos: menos mal.
Entrevista: Maria Mansilla
Fotografía: Celine van Heel
Estilismo: Laura Alcalde
Maquillaje y Pelo: Raquel Alvarez Diaz
Producción: Marianela Knaus
Asistente de fotografía: Atenea Martinez Molina
Asistente de estilismo: Ivan Alarcón