El cine inclusivo de Sebastián Ayala
“Visibilizar y dar voz a las disidencias”. Eso es lo que busca plasmar Sebastián Ayala en su primera película, “La isla de las gaviotas”, la cual dirige, protagoniza, produce y escribió junto a un equipo conformado por miembros de la comunidad LGBT+.
“Me escriben muchos niñes diciendo ‘¿cómo lo hiciste para llegar hasta ahí?’, pero para mí nunca ha sido fácil", confiesa Sebastián Ayala (32), refiriéndose a su carrera como actor, productor, dramaturgo y pronto director de cine. Si bien su camino no ha sido sencillo, siempre ha estado marcado por un hilo conductor: su amor por el teatro. Desde temprana edad demostró ser un apasionado por las artes en general. Cuando terminó el colegio estudió teatro en Valparaíso, su ciudad natal, pero desde niño iba a un centro cultural donde aprendió distintas disciplinas, luego formó parte de un taller de teatro en su liceo técnico, lo que para él fue “una escapatoria artística”.
El actor es reconocido por interpretar a ‘Maicol’, en la serie “El Reemplazante”, y por participar en las películas “La pasión de Michelangelo” (Esteban Larraín), “Mala junta” (Claudia Huaiquimilla) y “Jesús” (Fernando Guzzoni). Actualmente se encuentra trabajando en tres proyectos: el montaje “Tirando la pelá”, donde hace la producción y actúa; la obra “El fuego que llevamos dentro”, que escribió, dirige y que está inspirada la historia de la joven lesbiana Nicole Saavedra; y “La isla de las gaviotas”, su tercer y más ambicioso proyecto que llega a posicionarlo como un director de cine emergente. Viene trabajando desde el 2016 en esta película coming of age –género cinematográfico que se centra en el crecimiento psicológico y moral del protagonista– que aborda la adolescencia de un joven “afeminado” que vive en Valparaíso y enfrenta la violencia de vivir en la periferia, la educación pública y su propia familia.
Este año la película por fin comenzó a tomar forma tras adjudicarse $175 millones de pesos del Fondo Cultural 2021, sin embargo, tiene un presupuesto total de casi el doble que lo ayudaría a financiar el proceso de desarrollo, rodaje, post producción y distribución. “Los costos de producción han aumentado luego de la pandemia, ya que hay gastos asociados en sí mismo al cuidado de las personas y test PCR, por ejemplo. Son costos que antes no existían en una producción de cine y nuestro mayor objetivo ahora es tener un rodaje seguro”, comenta Ayala, quien además interpreta los roles de productor, dramaturgo y protagonista.
“El guión lo escribí en compañía de mi productora, Aura Sinclair, que es una mujer trans y evidentemente sus comentarios y sus análisis de lo que yo apuntaba iban generando incidencia en la historia”, explica acerca de este proceso en el cual participan mujeres y personas de la comunidad LGBT+, quienes buscan levantar juntos la “producción de cine travesti de mayor magnitud de la historia de Chile”.
Para Sebastián, abordar estas temáticas en el cine es “una oportunidad primero para instalar el tema de lo no binario, y también una invitación a cuestionar el género y a que otras personas de las disidencias también sientan que pueden tener voz y que pueden en sus áreas, sus disciplinas, desarrollar sus propias historias desde el arte en general, poder hacerse visible”, argumenta.
Ser director de cine es todo un desafío para Ayala, quien ha decidido quedarse en Valparaíso y hacer arte desde allí, lugar donde en 2014 perdió todo en el voraz incendio que afectó los cerros porteños. Su carrera en general ha estado marcada por esfuerzo y dedicación. Desde que partió en el mundo de la actuación ha tenido que estar viajando a Santiago para rodar y luego volver para continuar con sus estudios. A pesar de todo siente que ha sido parte de su evolución personal. “Vivo en región y vengo de una familia que nunca tuvo tantos recursos ni comodidades, por lo que haber entrado a la universidad ya era una experiencia totalmente nueva para mi. Creo que todo esto ha sido un crecimiento, creo que todos los sacrificios me hicieron ser quien soy hoy día”, concluye.