El bolso de asa corta
Un accesorio que se reinventa todos los ciclos del año que provoca tenerlo, amarlo y atesorarlo.
Ciudadano del mundo, carga un espíritu supremo en formas diferentes para cada civilización, pueblo o región. Esta pieza ha proporcionado diversas utilidades para la vida cotidiana; un medio para guardar elementos de rituales ceremoniosos, para llevar medicinas, artilugios de magia y –de igual forma– recibir tributo de vasallos y riquezas depositadas en su interior.
Los Sumerios, ubicados en la zona sur de Mesopotamia, a través de sus vestigios estudiados ya nos hablaron del bolso de asa corta. Pobladores creativos, grandes constructores e inventores de la rueda, cargaban con un pequeño bolso para mover objetos, su material era el cobre y el metal. A finales del siglo XVIII y principios del XIX, aparece el bolso limosnero inspirado en algunos accesorios usados en templos católicos para el culto. Diseñado en diferentes paños siendo el más característico el terciopelo, también se empleaba la seda y el cuero. Poseían bordados únicos y cada pieza era una obra de arte cosida a mano de forma inédita.
Elegante, energético y vibrante, los años 20 caían rendidos al sonido de la música bailable. El charlestón y el tango se convirtieron en las estrellas del convite de la sociedad por las noches. La bien llamada “era del Jazz” era acompañada de vestidos de minucioso trabajo artesanal donde abundaban el chifón, cuencas, falsa pedrería, tul de seda y flecos. Para realzar estéticamente el movimiento pleno de los bailes de aquellos días, cada atuendo era acompañado por un bolsito con las mismas características de asa corta ornamentada al 100% que hacía el match perfecto.
En estos últimos años hemos experimentado algunos aires de tiempos remotos con nuevos códigos que se re-diseñan una y otra vez con el cambio de estación. Los esenciales se convierten en piezas ícono que no pueden faltar. En un bullicioso frenesí de tendencias, el bolso de asa corta resiste con sencillez su impronta estética dejándonos sólo el deseo orgánico de tenerlos en todos los colores y estilo.
El Gen Z se apoderó de su practicidad, colorido y maneras de uso. Nos enseñan como se lleva en la calle, frente a la cámara y en movimiento. Con una fuerza ubicua, la trilogía de este año se describe así: La Baguette, Bucket, Le Cariño. Al timón: Jacquemus, Bottega Veneta, Fendi, Luis Vuitton, Mansur Gavriel y By Far.
