Esos locos años 90's
El gozo de la nostalgia en cada uno de los elementos moda, diseño y cultura muestra un profundo desenfado a la estéticas de una década que se resiste a quedar en el olvido.
En MTV pasaban Blink 182, Limp Bizkit, Bush, Korn, nu-metal, metal alternativo o más rudo, como Metallica. Todo como símbolo de la energía subversiva de la década. Del otro lado estaba el pop de Backstreets Boys, Christina Aguilera o Britney Spears. Los más sensibles oían Alanis, Sheryl Crow o Jewel. Sí, vestíamos la música que escuchábamos. Era una suerte de pase al mundo; algo que nos conectaba, nos mantenía unidos, una sinergia perfecta entre la música, la moda, los movimientos sociales, el descontento político, la euforia juvenil, la contracultura y el submundo urbano que emergía en medio de una sociedad moralista que aún castigaba toda expresión del arte.
Artesanos de nuestras propias joyas, diseñamos brazaletes, tobilleras y collares con mostacillas de colores y Smiles. Leíamos cancioneros y fantaseábamos con el poster pegado detrás de la puerta a un costado del perchero repleto de Skinny Scarfs. Una vida análoga, más lenta, pero profundamente intensa. Frente al espejo, tú y tus jeans anchos, ugly sneakers, baby teas con estampados, trenzas, partidura zigzag, labios marcados, bandana en la cabeza, chockers y bolsos de asa corta.
El ADN de la época aterrizaba a nuestras manos en papel. Las revistas intercambiables dictaban la ley del estilo. Un escenario global un tanto irreverente que tratábamos de imitar. La trendy list era el underground o hip-hop, pantalones anchos, poleras XL, skate y walkman. Sobre la línea Nirvana se desarrollaba un estilo “descuidado” –más bien era una religión–. El look grunge de Kurt Cobain se componía con básicos: camisetas, camisas a cuadros y bototos. El ombligo al aire, pantalones recortados sin pretinas, piercings en la lengua, orejas y labios. Mechas de colores, brillantina en el rostro, ropa interior a la vista, plataformas y ropa deportiva para salir a la calle.
De repente también caímos bajo los hechizos de un estilo urbano poco armónico sin barreras ni equilibrio estéticos, donde el denim más azul tomó protagonismo en grandes pantalones y jardineras desabrochadas. Su dupla de ataque: las poleras y petos con grandes logotipos. ¿El responsable? Tommy Hilfiger, quien que elevó la marca a la música vistiendo a artistas de la época como TLC, campaña que quedó grabada en la retina de un estilo con toques de Rap y Hip Hop.
Sí, los 90´s han vuelto en gloria y majestad. Se consolidaron algunos elementos del estilismo como los sombreros Bucket, el ombligo al aire, las camisetas cortas con bordes irregulares trasparentes, las mini trencitas a los costados de la frente, los collares de perla con cuentas de colores y figuras pequeñas. Las maxi zapatillas que nos recuerdan las antiguas Donnors, el mini bolso corto en terciopelo o pelo sintético. Las maxi parkas con tirantes y mensajes, poleras con frases, series o carátulas de películas, los jeans anchos más claros que lo usual y los anteojos de sol angostos. Al parecer, un checklist que promete una larga estadía en el clóset.
La influencia navega hoy en nuestras habitaciones; lámparas de lava sobre veladores, el ritual de encender velas en todas sus formas, el fanatismo por las margaritas, los destellos de luz en la fotografía y los baby colors agudizan nuestro sentido a lo ya conocido, pero toda una novedad para una generación nativa que comienza a perfeccionar las raíces de la década con artilugios cruzados de otras tendencias.
Internet nos mostró el mundo, el computador llega a las casas por primera vez y ya se comenzaba a hablar de conexión. Nacieron los primeros celulares, los mensajes de textos y el chat, ¡una vorágine social! Algo así como una fusión entre asombro, proyección utópica y miedo a lo desconocido. A fines de la década, ya comenzaban a contarse las horas para el fin de un milenio –o el fin del mundo–. Resonaba una transformación energética y augurios paranormales. Se terminaba una era, se cerraba un ciclo con todo lo que nos llevó vivir esos 10 años que quedaron marcados en la piel, en los álbumes, en las dedicatorias de los CD´s, en la sabiduría popular y en el romanticismo del inconsciente colectivo.
Por @pamevictoria