La historia de las supermodelos
Hoy, en Apple TV+, se estrena un documental de cuatro episodios sobre Naomi Campbell, Cindy Crawford, Linda Evangelista y Christy Turlington, principales protagonistas del fenómeno de las supermodelos en los años 90.
Dirigido por Roger Ross Williams -documentalista ganador de dos Oscars- y Larissa Bills, Supermodelos recorre las fabulosas carreras de Naomi Campbell, Cindy Crawford, Linda Evangelista y Christy Turlington. Gracias al total acceso que obtuvieron los directores, los espectadores podrán viajar detrás de la cámara y más allá de la pasarela y comprender cómo estas cuatro mujeres cambiaron la dinámica de poder de toda una industria.
Supermodelos se remonta a mediados de la década de 1980, cuando las cuatro jóvenes modelos se reunieron en Nueva York. Aunque ya eran conocidas por derecho propio, el impacto que lograron al formar una identidad que las abarcaba a todas, trascendió la industria misma. Su prestigio fue tan extraordinario que los nombres de Naomi, Cindy, Linda y Christy (sin necesidad de apellido) fueron tan prominentes como los diseñadores que las vestían. Hoy, las cuatro supermodelos siguen activas, en diferentes facetas (filantropía, diseño, empresas) e incluso suben esporádicamente a las pasarelas, ocasiones que, inevitablemente, se convierten en eventos.
Las cuatro y luego las seis
Fue una sesión fotográfica en 1986 con Steven Meisel para British Vogue que marcó el inicio a lo grande de sus carreras. Más adelante se unirían a ellas Claudia Schiffer y Tatjana Patitz, y juntas se convertirían en las “seis grandes”. Todas ellas alcanzaron un enorme éxito y, omnipresentes en la publicidad y en los desfiles, fueron un verdadero fenómeno social. Sagaces y bien aconsejadas llegaron a ser exitosas empresarias y ganaron muchísimo dinero, mucho más de lo que ninguna modelo había ganado hasta entonces.
Su auge coincidió con un periodo de globalización de la industria de la moda en la que los grupos de lujo adquirieron cientos de marcas y la comunicación se hizo mundial y simultánea. Otro factor importante fue que entonces las actrices aún no habían cedido a las sirenas de la publicidad y el campo estaba libre para las modelos. También fue el período del power dressing, en el que las mujeres comenzaron a ocupar un lugar preponderante en el mundo de los negocios y a reafirmarse a través de su ropa, así como el de la creciente importancia de la ropa deportiva.
Hasta entonces las modelos habían sido conocidas por sus dotes fotogénicas y su gracia sobre la pasarela, pero esta nueva generación fue mucho más allá. El culto a la personalidad alcanzó su apogeo. La prensa cubría todos sus movimientos y todo acerca de ellas interesaba: con quien salían, a donde iban y si era verdad que no salían de la cama por menos de 10.000 dólares (como había dicho Linda Evangelista). Todas diversifican sus actividades, multiplicando los productos derivados, con programas de televisión propios, líneas de ropa a su nombre, clubes de fans o muñecas en su efigie y llegaron a ser más famosas que la ropa que llevaban o los productos que promovían.
Pero con la llegada masiva de las actrices a la publicidad en los años 2000, el fenómeno comenzó a desinflarse. Aún así, el poder que las supermodelos lograron nunca volvió a ser repetido y hoy son figuras icónicas dentro de la industria.