Divas: de diosas a arpías
Una nueva exposición en el Victoria and Albert Museum de Londres analiza los cambios en el significado de la palabra “diva”, desde las cantantes de ópera del siglo XIX hasta las pop stars de hoy en día.
Maria Callas, Marlene Dietrich, Sarah Bernardt, Beyonce, Theda Bara, Grace Jones, Rihanna y Montserrat Caballé. ¿Qué tienen en común estas celebridades además de ser o haber sido estrellas del mundo del espectáculo?: todas son divas. ¿Y qué es una diva? Una cantante de ópera con una voz excepcional, según una de las definiciones del diccionario. Y también una diosa, según otra. Y también una persona altiva, extravagante, engreída. O un ícono, para sus fans. O una pesadilla, como afirman sus asistentes.
Una "diva" puede ser cualquiera de estas cosas, según quién hable y sobre quién se hable. Es una palabra que no necesita traducción. Puede ser un término exaltante o peyorativo, admirativo o denigrante. Un fenómeno que interesó a Kate Bailey, la curadora de la exposición que se exhibe actualmente en el Victoria and Albert Museum de Londres. "Quería desentrañar el término, rastrear sus orígenes y analizar por qué se había convertido en algo negativo" dice.
Hay quienes dicen que el primero en utilizar la palabra fue Théophile Gautier, crítico francés del siglo XIX para referirse a la cantante Giulia Grisi. Otros sugieren que tras el estreno de la ópera Norma, de Vincenzo Bellini en 1831, con su palpitante aria “Casta Diva”, el término italiano para diosa comenzó a usarse para las sopranos más prominentes, tratándolas de seres prodigiosos, lejos del alcance de los banales humanos.
En los años 1930, los columnistas de chismes empezaron a publicar relatos sobre las “divas” de Hollywood y sus absurdos caprichos y exigencias, una costumbre que continúa hoy en día en las redes sociales. En consecuencia, lo que fue un elogio, terminó convirtiéndose en insulto. Así se dice que Mariah Carey se baña con agua mineral, cuenta con un asistente sólo para tirar los chicles usados y otro para indicarle cuando hay un escalón. Que Jennifer Lopez requiere que en la habitación del hotel donde pare todo debe ser blanco y que, durante los rodajes, ningún miembro del equipo puede dirigirle la palabra. Madonna impone que la taza del inodoro que ella use tiene que ser nueva. Beyonce exige que su agua mineral esté a 21 °C y disponer de una pajita en titanio. Pero los hombres también pueden ser “divas”. Justin Timberlake ordena que todos los objetos que él pueda tocar sean previamente desinfectados. Elton John reclama una habitación suplementaria a 16°C para sus gafas, la temperatura ideal para que no se rayen ni deformen, mientras que Kanye West espera que en su habitación o camarín haya trece botellas de alcohol, ni una más ni una menos.
Pero una de las características más evidentes de una diva es su vestuario y de eso también se trata la muestra. ¿Cómo no mencionar el vestido de carne de Nicola Fermichetti que Lady Gaga lució en los Video Music Awards en 1990? ¿El corsé que Jean-Paul Gaultier creó para Madonna en 1990? ¿O el vintage Yves Saint Laurent dorado de Miley Cyrus en su video Flowers? Por eso no podían faltar las sofisticadas creaciones de Bob Mackie que lucieron Tina Turner, Cher, Diana Ross y más recientemente Pink. Ni tampoco el traje que Elton John se ofreció para sus 50 años, inspirado en Luis XIV, la capa de armiño de Viktor&Wolf que Lizzo usó en el concierto Global Citizen Live en 2021 o los modelos de Beyonce para su gira Renaissance, entre ellos un body de cristales de Alexander McQueen y un vestido de Roksanda Ilincic que la diseñadora modificó para hacerlo más voluminoso e imponente para el escenario.
Además de los trajes en sí, la exposición incluye fotografías, videos y otros materiales relacionados con actuaciones memorables. Los visitantes pueden sumergirse en el mundo de la moda, el espectáculo, y explorar el impacto que estas divas y sus vestidos han tenido en la cultura popular.
Pero aunque pueda parecer contradictorio con el glamour de su estilo de vida, las divas suelen ser personas que han sufrido pérdidas, que tuvieron que luchar para alcanzar el éxito, que deben batallar para mantener su privacidad y el control de su carrera y aún así, siguen estando sujetas a los caprichos de su industria y a los vaivenes del amor, fragilidades que hacen que el público las ame y le perdone todo.
Diva, hasta el 7 de abril 2024, Victoria and Albert Museum, Londres