La emoción de las acuarelas
La pintura es más que un material para comunicar, y la artista Sol Barrios sabe sobre eso. En su trabajo más reciente la belleza, la expresión y la imperfección confluyen en igual medida en un mismo retrato.
El agua, los pinceles y las acuarelas son indispensables en su taller. Esta técnica, según Sol Barrios Balbontín, acuarelista y muralista autodidacta, es totalmente emocional ya que, al tener un gran porcentaje de agua, la conexión que se requiere al momento de pintar con este material es algo que no se puede descuidar.
“La acuarela es muy emocional, tienes que conectar con ella y aprender que toma sus propias decisiones. Hay que guiarla hacia donde tú quieras y después aceptar el camino hacia dónde ella te quiso llevar. Eso es muy lindo de esta técnica porque finalmente no solo se comporta como un material, sino que un compañero de trabajo”, comenta.
Sol es actriz de profesión, y desde ahí viene su fascinación por los rostros, las expresiones y los contornos corporales. “Generalmente, cuando hago unas manos también lo considero como un retrato porque están contando algo; es como un rostro, una expresión, incluso las articulaciones pueden expresar. No sé si sea obsesión, pero esa apreciación del cuerpo viene de mi formación teatral”, señala la artista.
Los personajes de sus retratos provienen de distintos lugares. Pueden ser personas que ella misma fotografía o rostros con que se topa y la cautivan. Si es la segunda opción, Sol arma a su modelo final como un Frankenstein, ya que puede tener los brazos de una, el rostro de otra y el cuerpo de una tercera. De esta manera pone en práctica su capacidad de crear y decir lo que ella quiere expresar, sin necesidad de replicar lo que otro ya hizo antes.
La serie Blanca es uno de sus últimos trabajos; cinco retratos en acuarela que cumplen con las normas de la belleza occidental, sin embargo, para hacer una contraposición a esto, Sol intenta demostrar a través de la mirada o de la piel que algo no está bien, que no todo puede ser completamente perfecto. Además de utilizar acuarelas para esta colección, trabajó con pan de oro; una lámina muy fina de este mineral se usa hace cientos de años sobre todo en cuadros religiosos con el fin de enfatizar los halos y la santidad, un concepto al que la artista quiso dar una vuelta en la composición de su obra.
“En la religión hay un tema con ubicar a una persona por sobre otra a través de la santidad, algo que no me parece bajo ningún aspecto. Creo que todos somos santos en cierta medida, y esa santidad es una serie de colores; todos somos blancos, todos somos negros y todos estamos arriba de un pedestal”, comenta.
Para Barrios, crear la serie Blanca durante los meses de confinamiento ha significado una gran introspección, pues admite que al estar encerrada “uno está más expuesto a hablar con uno mismo. Esta serie tiene mucho blanco, como su nombre lo dice, y es como una niebla. Yo me imagino del interior, entrar adentro tuyo a un lugar nebuloso y de repente vas viendo tu cuerpo, viendo imágenes. Entonces he podido avanzar en cuanto a la emocionalidad que puedo transmitir en mis retratos porque he estado obligada a mirarme hacia adentro”, reflexiona.
El trabajo de Sol Barrios se ha expandido por Estados Unidos, Emiratos Árabes y Australia e Italia, y es en este último país en donde desde junio expondrá, junto a otras cinco artistas chilenas más, en la Galería YAG Garage, de la ciudad de Pescara.
Próximamente, a la artista le gustaría explorar formatos más grandes y pequeños de los que ya realiza, pero por el momento se mantiene fiel al formato que le ha significado el éxito y despegue de su carrera: acuarelas de 64 por 48 centímetros. Su trabajo se puede revisar en profundidad en su sitio solbarrios.com y en Instagram.
