“Glory of the World: Color Field Painting”, colores inmersivos en el NSU Art Museum

¿Qué tienen en común los artistas Helen Frankenthaler, Morris Louis, Larry Poones y Frank Stella? Todos ellos llevaron a cabo la tendencia de pintura abstracta Color Field, que nació a mediados del siglo XX en Nueva York; caracterizada por amplios campos de color liso y sólido, que se extienden en un lienzo de manera uniforme creando un plano liso de imagen. Aunque su nombre haya sido reconocido como tal con las obras de artistas de generaciones anteriores —Bernett Newman y Mark Rothko—, estos pintores destacan por ser exponentes de esta técnica que hoy está de regreso. 

Comisariada por la directora y curadora en jefe del NSU Art Museum Fort Lauderdale, Bonnie Clearwater, la exhibición Glory of the World: Color Field Painting (1950s to 1983) muestra una selección de obras que destaca los primeros años de esta práctica. Inicia por la década de 1950 —con las manchas grandes de Frankenthaler— y avanza hacia 1983, cuando los pintores posmodernos e imagistas dominaron la escena artística. “El tema central es cómo surgió el Color Field a principios de la década de los 50, cuando una cohorte de artistas compartían la ambición de hacer avanzar la pintura abstracta más allá de los logros de los pintores expresionistas abstractos estadounidenses”, afirmó Clearwater.  

L’OFFICIEL: Glory of the World: Color Field Painting, se inaugura en un momento en que los jóvenes han redescubierto este estilo de pintura. ¿Cómo has visto su evolución a lo largo de los años?

BONNIE CLEARWATER: Estas sorprendentes innovaciones quedaron ocultas desde el renacimiento de la pintura figurativa a principios de los años ochenta; estaban eclipsadas por el análisis formal que se les asociaba. No obstante, hoy podemos apreciarlas por su ambición, inventiva y por desafiar las reglas no solo de la pintura, sino también de la sociedad. Estos artistas se preguntaban por qué la obra tenía que ser de una determinada manera, sólo porque siempre había sido así: Sam Gilliam, por ejemplo, se preguntó por qué un cuadro tenía que estar sostenido por un bastidor rígido, por qué no se podía colocar el lienzo directamente sobre la pared; y Stella se preguntó por qué un cuadro tiene que estar sobre una superficie plana y por qué no podía existir en varios planos en el espacio real. Una vez que los espectadores se sintieron interpelados por estas obras, comenzaron a rendirse ante todos los estándares existentes.

¿Cómo fue el ejercicio curatorial de esta exposición?

Como estudiosa de Mark Rothko —fui comisaría de la Fundación Mark Rothko—, me base en dos perspectivas: por un lado, la curatoría de dos grandes estudios museísticos sobre Frank Stella y una gran retrospectiva de la obra sobre el papel de Helen Frankenthaler (trabajé estrechamente con Stella y Frankenthaler). Por otro, una retrospectiva que procede de artistas actuales como Eric N. Marck, que responde a las pinturas abstractas con una mirada nueva. Era importante crear entornos con los cuadros que proporcionen al espectador una experiencia inmersiva.  

¿Crees que este estilo de pintura se ha adaptado a los tiempos actuales?

Creo que los tiempos se han adaptado a lo que pretendían lograr estos artistas.