Arte y Cultura

Carla Fracci, la carrera de la estrella que trajo Italia al mundo

Carla Fracci, la bailarina italiana reconocida con el título de la 'primera bailarina absoluta', es un ícono galardonado del mundo de la danza. En septiembre de 2020, recibió el premio a la trayectoria del Senado de la República Italiana. Recordémosla repasando algunos de los momentos más destacados de su estimada carrera.

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Carla Fracci nació en Milán el 28 de agosto de 1936 bajo el nombre de Carolina. Más tarde, ella, quien se convertiría en una de las más grandes bailarinas del siglo XX, decidió llamarse simplemente Carla. La estrella italiana siempre declaró que, a diferencia de muchas chicas de su edad, convertirse en bailarina profesional nunca fue uno de sus sueños. Para Carla, la danza representaba un pasatiempo, una forma de enfrentar con ligereza el difícil contexto histórico de la Segunda Guerra Mundial.

Sin conocer siquiera lo que era un juguete, la pequeña Carla Fracci comenzó a notar algo especial en su cuerpo, especialmente en los movimientos que podía realizar. Empezó a bailar, simplemente para alegrar las veladas familiares y las reuniones de trabajo a las que la llevaba su padre, un conductor de tranvía de la ATM. Sin embargo, fue una amiga de la familia Fracci quien reconoció el talento de la joven y la llevó a presentar el examen de ingreso a la escuela de danza La Scala de Milán. Carla Fracci fue aceptada de inmediato, marcando el inicio de una carrera brillante. En 1981, recibió el título de 'primera bailarina absoluta', un honor único y prestigioso en el mundo de la danza.

Desliza hacia abajo para revivir los momentos más destacados de la carrera de Carla Fracci, sus etapas más importantes, citas célebres y sus más bellas actuaciones de danza.

"La danza es una carrera misteriosa que representa un mundo impredecible y esquivo. Se necesitan muchas cualidades. El talento por sí solo no basta, es necesario combinar una gran vocación con tenacidad, determinación, disciplina y constancia" — Carla Fracci.

Carla Fracci nació en una familia milanesa muy humilde. Su padre, Luigi Fracci, era un sargento mayor alpini y su madre, Rocca Santina, era una trabajadora en la empresa Innocenti en Milán. Los orígenes humildes no influyeron en absoluto en la carrera de quien hoy consideramos una de las más grandes bailarinas de todos los tiempos. De hecho, tras sus estudios en La Scala de Milán, Carla Fracci comenzará a trabajar con algunas compañías de danza extranjeras, entre ellas: London Festival Ballet, el Sadler's Wells Ballet (ahora el conocido Royal Ballet ) y el Royal Swedish Ballet. Uno de los momentos que consagró la gracia, la elegancia y la habilidad de Carla Fracci, fue cuando se le invitó al American Ballet Theatre en 1967. De ahí surgieron una escalada de innumerables éxitos que hicieron a Fracci interpretar papeles muy importantes: Giselle, La Sílfide, Julieta, Francesca da Rimini y la Medea de Eurípides. La bailarina italiana brilló casi tanto como una estrella durante su carrera, incluso junto a bailarines como Rudolf Nureyev, Henning Kronstam, Alexander Godunov y el italiano Roberto Bolle.

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El cisne moribundo.

"Un país sin cultura y arte, sin medios para crear cultura y arte, es un país que no se renueva, que se detiene y no tiene acceso a lo que sucede en países más importantes".

Carla Fracci.

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Romeo y Julieta - Nureyev, Fracci, Fonteyn - 3/8 La escena del balcón

A lo largo de su carrera, vimos a Carla Fracci desempeñar algunos roles institucionales e internos en el teatro; no solo en el escenario sino también detrás de escena. En los años 80 se le confió la dirección del grupo de danza del histórico Teatro San Carlo de Nápoles, mientras que a mediados de los años 90 se convirtió en miembro de la Academia de Bellas Artes de Brera. Sus últimos roles fueron: directora del grupo de danza Arena de Verona, embajadora de la Expo en 2015 y consejera de Cultura de la provincia de Florencia. Una de las estrellas más premiadas y apreciadas de todos los tiempos, puso en alto el nombre de Italia en una época imprevista

La bailarina italiana e icono de la danza mundial, Carla Fracci
Carla Fracci y su marido Beppe Menegatti, casados ​​desde 1964

LA BAILARINA CANSADA 

Vuelve a florecer la rosa

que hace poco languidecía...

¿Hace poco? Quiere decir antes, hace un rato.

¿Y cuándo puede decirse esto de estaciones

que se encajan una en la otra, amorfas?

Pero se habla del reflorecimiento

de una convaleciente, de una mejilla

menos pálida donde no esté enmohecido

el adjetivo, del más vivo encenderse

del ojo, o más bien de la mirada.

Esta es la única flor que queda

con algunos versos de tu dulcamara.

Te bastan los pies en la balanza

para medir los pocos miligramos

que los ya muertos turnos estacionales

no supieron quitarte. Luego podrás

volver a poner tus alas, ya no una nubecilla

celeste sino terrestre y no es seguro

que el cielo se dé cuenta, basta con que alguien

se asombre de que tu flor se reencarne

y se maraville. No es algo de todos los días

en estos níveos desfiles de muerte.

De Eugenio Montale dedicado a Carla Fracci.

La bailarina italiana Carla Fracci
 

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