Momentos para dos: Javiera Díaz de Valdés y Rosa Mackenna

Tomarse fotos juntas es natural para este dúo de madre e hija. Rosa (16) tiene retazos de memorias antiguas donde están las dos preparándose para ser retratadas. “Una vez nos pusieron unas flores en la cabeza, a mí me dolía y lloré”, cuenta mientras detalla más historias vividas de a dos con Javiera (42). Pero esta vez es distinto. La actriz y creadora de la marca de skincare Libra sabe que su única hija está mucho más cerca de ser una adulta. Le recuerda sus primeros años en el mundo laboral, haciendo publicidad cuando tenía unos 12 años. “Es muy rico cuando una es chica y empieza a tener algunos trabajos, vivir la satisfacción de relacionarse con un mundo de profesionales y ser una persona que aporta en ese espacio. Siento que son los primeros pasos de algo”, reflexiona Javiera.

Rosa tiene muy claro hacia dónde quiere que la lleven esos “primeros pasos”. Javiera la observa con los ojos brillantes. Sabe que los anhelos de su hija aparecieron sin presiones, porque ella no es de forzar conductas. “Obviamente estoy siempre en la labor de criar, pero yo no impongo, no es mi estilo. Educo más bien desde la suavidad, la conversación y el humor también”, dice.

L’OFFICIEL: ¿Cómo fue esperar a Rosa? ¿Qué imaginabas?

JAVIERA DÍAZ DE VALDÉS: Rosa fue superplaneada. Había perdido una guagua antes y luego muy rápidamente quedé embarazada de nuevo. Yo quería que fuera mujer, y cuando había que decidir un nombre, de inmediato fue Rosa. Desde muy chica yo robaba rosas y tenía flores en mi velador, siempre. Pero una de niña no tiene plata para comprarlas, entonces yo las robaba de los jardines. Siempre tenía rosas de distintos colores, las coleccionaba. Tengo por ahí un libro de todos los tipos de rosas que hay. Me parecía un nombre tan simple, tan sencillo y tan gigante también. Es grande y chico. Corto pero inmenso. Me parece que es también una especie de símbolo. Todo es placentero en una rosa, ¿no? Tampoco lo pensé mucho, más bien fue un arrojo, como casi todas las grandes decisiones de mi vida.

Javiera dice que en su embarazo fue “una niña inmadura, insoportable”. Se recuerda a sí misma ansiosa, pero también ultracreativa. “Inventé un blog y tenía un cuaderno donde le escribí durante todo el embarazo. Le decía: 'Rosa, hoy día pasó esto', como si fuera un diario de vida. ¡Y comí mucho! Engordé 25 kilos. Pero lo más lindo de todo fue el parto. Después de tanta espera, tanta ansiedad y tanta necesidad, fue increíble, muy normal, muy rico, y fue fantástico poder conocerla.

¿Qué fue de ese cuaderno donde le escribías?

JDV: Se me perdió por un tiempo, y un día en un cambio de casa, en uno de los tantos que hemos tenido, lo encontré. Creo que cuando sea más grande lo va a poder leer más tranquilamente.

¿Cómo creías que sería Rosa?

JDV: Siento que la esperaba tal cual es, tengo la sensación de que fue todo muy animal. Una vez saqué la carta astral de las dos, que es aparte de la de cada una, es la de nuestro encuentro, nuestro nacimiento. Y apareció que somos especialmente compatibles, la una para la otra. En el fondo, todos mis temas positivos y negativos y los de ella se nutren entre sí, hay un sentido. Y yo tengo la sensación de que así es.

Cuando un ser humano recién estrenado se encuentra con una mamá sin experiencia, es una vivencia potente. ¿Cómo fue para ti?

JDV: Ha sido un aprendizaje. Un camino. Cuando una está embarazada sueña, quiere, desea, anhela, tiene el nombre, decora la pieza. Recuerdo que puse unos papeles murales de flores increíbles, todo estaba lleno de detalles. Pero luego viene la realidad, que no es solamente ese adorno. Viene el perseverar en el tiempo, los cansancios, los sacrificios, salirse de uno, pensar en uno más uno, en el otro más que en una, todas las decisiones son a partir de ella. El dónde vivo, qué hago, todo tiene que ver con Rosa.

Y tú, Rosa, ¿cuál es el recuerdo más antiguo que tienes de tu mamá?

ROSA MACKENNA: Tengo muy mala memoria, pero lo más lúcido es nuestro viaje a España y Francia en 2016. Me acuerdo harto porque lo escribí en un diario y lo leí hace poco. Tenía ocho años y lo pasamos superbién. Fuimos a Barcelona a conocer la casa donde vivía mi mamá de chica y yo estaba superemocionada de conocer ese lugar. Después fuimos a Francia y dormimos una noche en un castillo. Estaba chocha, había llevado como quinientos vestidos de princesa para ponerme. También me acuerdo de que comimos mucho pato con papas fritas. Eso fue antes de ser vegetariana.

¿Pato? No es un sabor muy popular entre los niños.

JDV: Es que es salada, le gustan los pickles, la mostaza, el picante.

RM: Tengo una colección de tabasco [ríe].

JDV: A todo le pone tabasco, anda con un frasco en la cartera desde muy chica.

La gastronomía es también un espacio que las une. “Los restaurantes son una gran parte de nuestra vida. Es un momento para hablar la una con la otra, son como nuestras citas”, dice Rosa.

Quiero ser actriz 

Cuando Javiera actuaba en teatro y llevaba a Rosa, ella se quedaba en los camarines. “Veía como todos venían [del escenario] corriendo. Se tenían que maquillar y cambiar, y todo eso me encantaba. Con las teleseries era lo mismo, le rogaba a mi mamá que me llevara a mirar”, dice Rosa. Actuaron juntas en un cortometraje. Y después, en 2021, Rosa hizo un pequeño papel en la película chileno-mexicana Malcriados. Para ella, actuar no es un pasatiempo ni le es indiferente. “Siempre he querido ser actriz. Es un supersueño al que le tengo mucho apego. Le tengo cariño a la idea de ser actriz, pienso que ya tengo un futuro hecho y es como si no pudiera salir de eso. No me veo haciendo otra cosa. Y mucha gente me ha dicho que debo tener una segunda opción, pero no soy capaz. Es como un futuro que ya tengo creado. Soy actriz en un futuro. Voy a serlo”, dice con una confianza muy serena. Ya empezó a prepararse con clases de teatro y de técnicas de actuación frente a una cámara.

¿También te ves así, Rosa?

RM: Sí, cuando me propongo algo, no hay manera de que no lo logre, siento que nada me lo puede impedir. Veo las cosas de una forma y para mí ya está dado, no puede funcionar de otro modo, no hay un quizás, es así y no hay cómo cambiarlo.

JDV: Es ávida, tiene muchas ganas, no duda. No sé qué tendrá que aprender después quizá, porque la vida siempre nos enseña en el camino; pero yo dudaba mucho de todo. Aunque las decisiones como tener una hija, estudiar teatro, casarme, cambiarme de casa, las hago de la misma manera: nada me detiene.

¿Cuáles crees que son tus grandes desafíos, Rosa?

RM: Cuando uno comienza a crecer tu opinión empieza a importar mucho más. El gran desafío es convertirse en un adulto, construir a la persona que voy a ser y hacerlo bien.

¿Quiénes son tus inspiraciones de adulto?

RM: No tengo. Quiero ser una persona individual, no me gusta compararme. Obviamente mi mamá y todas las mujeres en mi familia están muy reflejadas en mí, pero no quiero ser como nadie por más que las adore. Quiero dejar una marca en el mundo que sea solo mía.

Ser individual y única a los 16 puede ser difícil, es una edad en que tienta la idea de pertenecer.

RM: He tenido muchas amigas y amigos durante mi vida y he sabido salir de amistades cuando creo que no es el lugar correcto. Aprendí que no me puede importar que a alguna persona no le parezca como soy, nadie puede decirte qué hacer para tu propia felicidad. 

Fotos: Carlos Ortega

Styling: Romina Morales

Maquillaje y pelo: María Paz Urra

Asistente de styling: Cristián Zelada