Daniela Ramírez: Actriz en movimiento
No hay manera en que pueda dejar de emocionarse cada vez que habla de sus roles y de cuánto ama actuar. Y no se queda quieta. Sabe que vienen muchos papeles más y está lista para recibirlos.
Tiene una voz potente pero suave. En los cambios de tono y en el ritmo de su relato aparecen constantemente ambas características, que están muy ligadas a su forma de ser. Daniela Ramírez (35) sigue empapada de felicidad por el premio Platino a la mejor interpretación femenina que obtuvo en mayo por su papel de Isabel Allende en la serie de 2021. Sin embargo, lo primero que comenta es su entusiasmo porque está a punto de resultar otro proyecto cinematográfico en Argentina, y eso la enfoca en el futuro. “No se puede contar mucho todavía, pero actuaría con Benjamín Vicuña”, adelanta. Sabe que no depende de ella, que hay mucho en juego, que estos proyectos se demoran en madurar, pero que nada de eso le impide entusiasmarse.
L’OFFICIEL: ¿Esperabas el premio que recibiste por la serie Isabel?
DANIELA RAMÍREZ: Ganar el premio fue una sorpresa que yo describo como al borde de un desmayo, incluyendo todo el proceso, desde que me llegó un mail contándome que estaba nominada.
L’O: ¿Cómo vives el proceso de entrar en un personaje?
DR: Siempre viene una especie de miedo a la exigencia por el desafío. Yo ya había hecho personajes históricos, pero Isabel Allende es muy reconocida y muy querida también. Para mí esto era una responsabilidad gigante. Queríamos darle mucha sutileza y humanizarla lo más posible.
L’O: ¿Había leído sus libros antes de este proyecto?
DR: Sí, algunos de ellos. Pero me acerqué no solamente a su literatura sino también a su vida, y siento que la quiero mucho, que la abrazo, que la conozco. Tuve que relacionarme con sus hitos incluso antes de ser famosa. Y eso creo que es lo que marca a una persona. Cuando una quiere entender algo de lo que uno es, intenta volver al origen.
L’O: Los cambios son muy radicales entre uno y otro capítulo por las épocas que representan.
DR: Eso ayudó mucho porque había que jugar con cambios de look; también ella estaba muy al día en tendencias de moda y todo eso permite potenciar una ficción, jugar, y uno tiene que encargarse de hacerlo real, que no se vea como un disfraz ni como una maqueta.
L’O: ¿Tenías temor de caer en esa caricatura?
DR: Siempre estuve muy preocupada y le pedí al director que me midiera. Un aspecto que para nosotros siempre fue muy importante fue mantener una cuota de humor, porque ella siempre se ha tomado todo con la actitud de que la vida es así, te va enseñando y hay que seguir. Yo siempre defiendo mucho a mis personajes, me pongo de su lado, los entiendo y es pongo harto de mí, pero en general confío en el guión e intento no pensar de más.
RECLUÍDA
L’O: ¿Cómo viviste la pandemia en 2020?
DR: Me enfermé al principio de la pandemia cundo la paranoia era total. En mi casa me aislaron, no salí en 15 días de mi pieza, me dejaban la comida en la puerta. Y me sentía tan mal, hubo días en que siento que desaparecí, me dolía tanto todo que ya no sabía quién era. Yo pensaba que así debe ser una monja de claustro y entré en ese personaje. Ya recuperada y sin poder salir, hice lo que nunca tengo tiempo de hacer que es leer muchos libros y tomar talleres online.
L’O: ¿Cómo fue volver a trabajar en pandemia?
DR: Fue complejo porque hubo que diseñar todo de nuevo y, por lo mismo, todo era más lento. Había que tomarse PCR una vez por semana y test de antígenos todos los días. Las escenas de besos, por ejemplo se hacen todas en un día. Los actores se testean y si dan negativo, se programa una jornada solo de besos con esos actores ya testeados. Bien agotador, pero no se puede de otra forma.
L’O: ¿Te sentiste cuidada en ese sentido?
DR: Sí, totalmente. Los equipos hacen todo lo que pueden y a mí me interesa vincularme con las personas con las que trabajo. Eso es algo fundamental para mí. Y con todos, no solamente con los actores.
L’O: ¿Eres una persona sociable?
DR: Sí. Pero te diría que hoy cuido más mis espacios propios. Antes no podía hacer eso, me daba pavor la soledad. Una cosa de carencia afectiva histórica. Pero cada vez me gusta más, hoy quedarme sola es ‘ooh, ¡qué rico!, ¿qué hago?’. Me gusta tener tiempo para mí. Ahora tengo un hijo grande (Martín, 18) y por primera vez estoy viviendo una cierta libertad y la quiero cuidar. Lo veo tan bien a él, tiene su vida, está estudiando música. Además es atinado, es seco, le va bien.
L’O: ¿Te das espacios para hacer nada?
DR: También. Y para dormir. Tengo la facilidad de poder dormir en cualquier lado, con cinco minutos me basta y me siento renovada. Me sirve mucho cuando paso por periodos de estrés, cuando me lleno de muchas cosas que no son actuar. Porque actuar me encanta, es un placer, es como jugar. Si me dicen que hay que repetir la escena, lo hago feliz, es muy loco.
L’O: ¿Te gustaría verte envejecer en las pantallas?
DR: Yo creo que sí. Mi trabajo se trata de mirarse y he tenido que tomar distancia. Mirarse mucho no es sano. La vanidad está siempre ahí y no se va. En el cine es diferente, estás en las manos de alguien más, una no mira cada escena, eso lo hace otro. Y me gusta eso porque te centras en lo que hay que traspasar. Cuando era estudiante, una vez estaba en una escena llorando mucho, mucho, y mi profesora, Aliosha de la Sotta, me dijo: “Superbién pero… no me pasó nada”. Yo quedé helada. Pero claro, entendí que estaba muy centrada en sentir, que no es la idea, tienes que hacer que eso salga al espectador y hay millones de códigos comunicacionales que actúan en ese proceso.
Se queda seria. Piensa. Luego sonríe y dice: “¡Es súper difícil actuar!
Fotos: Max Jorquera
Styling: Romina Morales
Maquillaje: Francisca Mellado
Asistente de Estilismo: Macarena Pichara