Moda

Carolyn Bessette Kennedy, un estilo que no pasa de moda

¿Se puede ser influencer veinticinco años después de haber fallecido? Sí, cuando se trata de Carolyn Bessette Kennedy, la elegantísima esposa de John Kennedy Jr., que perdió la vida junto a él en un accidente aéreo en 1999 y sigue siendo un ícono de la moda.

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“La moda pasa, el estilo permanece” había dicho Gabrielle Chanel. Carolyn Bessette Kennedy es la prueba. La joven que conquistó al soltero más codiciado de su tiempo —el guapísimo John Kennedy Jr.— y lo llevó al altar en septiembre de 1996, supo también seducir al público y al inclemente mundo de la moda con su clase y elegancia.  Pero su “reinado” fue breve: desde sus primeras apariciones públicas hasta su prematura muerte —el 16 de julio de 1999— a los 33 años, transcurrieron apenas cinco años. Aún así su impacto sigue presente.  

 

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CBK y JFK Jr en Tribeca 1997 ©William Regan/ZUMA Press.

La influencia de CBK

Una larga melena rubia, labios rojos, looks sobrios e inidentificables (sin logos), y una estricta paleta de colores (gris, azul, beige y negro) fueron sus señas de identidad. Silenciosa y discreta (nunca otorgó una entrevista), dejó que la moda hablara por ella. La ex publicista de Calvin Klein —y en su momento candidata potencial a Primera Dama— conocía su estilo personal a la perfección, no adoptaba las tendencias, más bien las rechazaba y optaba solamente por marcas y piezas específicas que funcionaban para ella.  Hoy, sus sweaters, camisas blancas, abrigos masculinos y sutiles accesorios siguen dominando las redes sociales, veinticuatro años después de su muerte.

En efecto, en la moda actual, se constata la influencia Carolyn Bessette Kennedy (o más sucintamente CBK) en la mayoría de las marcas minimalistas de lujo, que reproducen sus looks y emulan su estilo, como Alaïa, Jil Sander, Céline, Phoebe Philo, The Row, Bottega Veneta o Prada. Inclusive, en febrero del año pasado, ésta última reeditó un modelo de cartera de 1995, favorito de CBK rebautizado “Carolyn”.

En las pasarelas de las últimas Fashion Weeks dominaron los elementos básicos del armario de Carolyn: hubo camisas blancas abotonadas [la prenda más omnipresente de la temporada] en Altuzarra, Dior, Loewe y Stella McCartney.  Polleras lápiz camel en Michael Kors, Gucci, Max Mara y Saint Laurent. Jeans boyfriend en Valentino y Balenciaga [aunque ella usaba Levi’s]. Y por cierto los imprescindibles mocasines, zapatos de taco medio alto, abrigos masculinos y slip dresses, a los que ella elevó al status de intemporal con su icónico vestido de novia diseñado por Narciso Rodriguez. Este otoño, la marca norteamericana Sporty & Rich fue aún más lejos con una campaña publicitaria que recrea algunas de las fotos más famosas de Carolyn y John tomadas por los paparazzi, paseando a su perro o la bicicleta de él por las calles de TriBeCa.

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Portada de CBK: Carolyn Bessette Kennedy A Life in Fashion Abrams Books.

Un libro homenaje

Era evidente que un libro debía conmemorar el estilo de Carolyn Bessette Kennedy, su código de moda y el impacto que ha dejado más de dos décadas después. Cosa hecha: CBK: Carolyn Bessette Kennedy: A Life in Fashion, de Sunita Kumar Nair, (Ed. Abrams), rinde homenaje a su belleza intemporal y a su legado. En sus 256 páginas, detalla la evolución del estilo personal de este ícono americano e incluye ensayos y conversaciones con veteranos de la industria de la moda como Calvin Klein, Michael Kors, Wes Gordon, Tory Burch, Yohji Yamamoto y Manolo Blahnik, que reflexionan sobre su legado sartorial así como anécdotas personales de amigos y familiares.  

Por ejemplo, varios amigos cercanos confirman que el armario y la colección de joyas de Carolyn eran relativamente pequeños en comparación con los estándares típicos de la high society de Manhattan. Casarse con un millonario no significó para ella hacerse un festín con las joyas de su suegra ni invertir alocadamente en marcas de lujo. De hecho, mantenía un régimen relativamente estricto en cuanto a ropa formal y las joyas y seguía adepta a las tiendas de segunda mano y vintage donde sabía encontrar tesoros para ella o para un ser querido (parece que era muy regaladora).

Manolo Blahnik habla de la posición casi austera de Carolyn al ir de compras: “a menudo se le concedía todo el acceso a la tienda, pero ella sólo elegía lo que necesitaba absolutamente y siempre intentaba pagar, jamás se mostraba ávida ni exigente.” Una amiga confirma que ella no era una compradora compulsiva ni una obsesionada por la ropa y cuando algo le sentaba lo llevaba en dos colores, ya fuera zapatos o ropa. Era a la vez exigente y frugal. Para los defensores actuales de la sostenibilidad, Carolyn es, además, un ejemplo de cómo deberían ser nuestros hábitos de compra. 

 

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