Volver a la performance: Leppe y “El día más hermoso”
Hasta el 14 de julio, el Museo Nacional de Bellas Artes estará presentando El día más hermoso, muestra que, bajo la curatoría de Amalia Cross, reúne diez de las obras del chileno Carlos Leppe, uno de los mayores exponentes de la performance en Latinoamérica a través de una experiencia inmersiva.
A finales de la década de los cincuenta, el artista estadounidense Allan Kaprow marcó un antes y un después en la forma en que era percibido el arte visual. A través del Happening, Kaprow deconstruyó la concepción de que las obras eran solamente pinturas o esculturas, e incorporó un nuevo aspecto teatral a la manera de exponer, sumado a interactividad, improvisación y efimeridad. Los "happenings" marcaron un hito en la historia del arte contemporáneo, influyendo en una amplia gama de movimientos artísticos posteriores, desde el arte de la performance hasta las instalaciones interactivas.
Durante su obra The lovers: The Great Wall (1988) caminaron desde extremos opuestos de la Gran Muralla China y al encontrarse en el centro, terminaron su relación, luego de más de una década como compañeros profesionales y de vida.
Sin embargo, esta nueva forma de expresión artística llevaba años desarrollándose en Latinoamérica. Alrededor de 1974, Carlos Leppe, un estudiante de arte de la Escuela de Bellas Artes de la Universidad de Chile, expuso por primera vez su performance al público.
Dentro de la galería Carmen Waugh sonaba el bolero El día más hermoso de Ramón Aguilera: El día más hermoso/Es hoy, el de mi madre/Y voy a saludarla/Con ansias y emoción/Perdonen si la suya/Tal vez haya partido/Pero una madre vive/Siempre en el corazón. En la escena, Leppe rodeado de 70 gallinas de yeso, mientras él simulaba poner un huevo, como una mujer dando a luz. Camino hacia su casa/Con un pequeño obsequio/Aunque ella se merece/El mundo y mucho más, se escuchaba en los parlantes, hasta que la crítica de arte, Ana Helfant, tomó una gallina y la destrozó contra el piso. Como si fuese un efecto dominó, todos los invitados comenzaron a hacer lo mismo.
Este huevo que puso el performer chileno en el Happening de las gallinas, fue el nacimiento de una serie de obras que hizo Leppe con su cuerpo como medio de expresión. De esta manera abordaba conceptos de identidad y género, con el objetivo de incomodar al público, haciendo alusión al dolor de cargar con un cuerpo y alma alejadas de la norma y la tradición, pues tal como menciona la curadora Amalia Cross: “Ser homosexual y hacer la revolución eran simplemente incompatibles por la homofobia de los partidos políticos de izquierda”.
Volver a la performance
Al entrar al Salón Matta del Museo Nacional de Bellas Artes, se ven distintos cubículos de tela con vídeos proyectados. En cada uno de ellos, dos sillas y unos sacos de arena que hacen peso para darle la forma cuadrada al pequeño espacio que lleva a la audiencia a una inmersión al momento y el lugar en que Leppe hacía su performance.
La museografía, elaborada por el arquitecto Smiljan Radiç, ofrece una experiencia interactiva por parte de los visitantes que se enfrentan a diez proyecciones audiovisuales que muestran distintas obras, desde su primera acción corporal: El Happening de las gallinas (1974), hasta su peregrinación por el mismo museo que aloja su muestra, Los Zapatos (2000).
Un peregrino ciego, un obrero que se transforma en vedetto, un hombre que bebe pintura, entre otras de las propuestas del artista, despiertan afectos en el cuerpo y son expuestas desde la mirada de Amalia Cross, con el objetivo de incitar a los chilenos a volver a la performance, que es un aspecto que se ha dejado de lado.
La historiadora y curadora de El día más hermoso explica que la exposición busca “recuperar su figura (de Carlos Leppe) para despertar las fuerzas dormidas del arte de la performance en las nuevas generaciones”. Por lo mismo, recalca que el nombre elegido para esta muestra de la performance no solo hace alusión a aquel bolero que sonaba mientras el artista entregaba su cuerpo al arte por primera vez, sino que a la belleza que tiene la acción corporal cuando ocurre frente a los ojos de la audiencia, “algo único e inolvidable como una performance”.