Palacio Pereira: Renovación y nueva Constitución
El recién restaurado edificio público luce su cara más distinguida después de estar al borde de la demolición. Hoy, manteniendo detalles propios de la arquitectura francesa de 1800, está listo para operar como sede de la Convención Constitucional y pasar a la historia a perpetuidad.
Justo en la esquina de las calles Huérfanos y San Martín, en pleno centro cívico de Santiago, está emplazado el Palacio Pereira, construcción que en algún momento vivió años de gloria como residencia de aristócratas, pero que pasó la última parte del siglo XX en el olvido y al borde del derrumbe tras ser maltratada por el terremoto de 1985. Pudo haber corrido la misma suerte que cientos de palacetes que adornaban las manzanas de la capital, que fueron demolidos para construir torres de departamentos u oficinas, pero en 2011 fue rescatada por el Estado tras una gestión conjunta entre la ex Dibam (Dirección de Bibliotecas, Archivos y Museos) y el equipo de Legado Bicentenario de Presidencia.
Tras casi una década de trabajos de restauración, hoy el edificio está listo para volver a su época de esplendor, tal como cuando en el año 1873 se convirtió en la residencia de la familia de Luis Pereira Cotapos, abogado, empresario y político chileno militante del Partido Conservador. Su arquitecto, Lucien Ambroise Henault, fue contratado por el gobierno de ese período para elaborar los planos de la actual Casa Central de la Universidad de Chile, del Teatro Municipal y del ex Congreso Nacional. Su proyección del Palacio Pereira fue una expresión arquitectónica absoluta de aquella época; una construcción de estilo neoclásico con elementos del Renacimiento francés del siglo XVII que dan cuenta del eclecticismo imperante en esos momentos.
Tras la muerte de sus dueños en la década del 30, el inmueble pasó por varias manos que intervinieron en el edificio. Primero, al Arzobispado de Santiago, más tarde, en la década del 60, fue vendido a una inmobiliaria y utilizado como galería comercial por un breve período, y luego arrendado por el Ministerio de Educación para albergar al Liceo N°3 de Niñas que funcionó allí hasta 1970. Poco después, el Frente de Estudiantes Revolucionarios ligado al MIR ocupó la antigua mansión, siendo desalojados tras el Golpe Militar. De ahí el olvido y el deterioro, pese a estar protegido bajo la Ley de Monumentos Nacionales en la categoría de Monumento Histórico (1984).
La nueva cara patrimonial que el Palacio Pereira presenta a la ciudadanía forma parte de una recuperación que no solo es estética, sino que desde lo más profundo de sus cimientos, pues en sus instalaciones acogerá al Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio y, más importante aún, será uno de los espacios en donde se redactará la nueva Constitución de Chile. “Como ministerio consideramos que es muy simbólico que este sea el lugar de trabajo para la próxima Convención Constitucional. En este espacio ciudadano van a estar dialogando lo arquitectónico y patrimonial con el trabajo de las y los constituyentes, quienes tendrán la misión de redactar la nueva hoja de ruta de la nación”, señala a L’Officiel Consuelo Valdés, titular de la cartera.
"La recuperación del palacio fue mucho más cercana a la arquelogía que a una restauración patrimonial".
RESTAURACION PROFUNDA
Tras la adquisión por parte del Estado de este monumento histórico en 2011, en un hecho inédito para la arquitectura nacional se convocó a un concurso internacional para su recuperación. La propuesta ganadora fue un proyecto vanguardista en materia de arquitectura, patrimonio y restauración adjudicado por la arquitecta Cecilia Puga junto a Paula Velasco y Alberto Moletto, y fue ejecutado y financiado por el Ministerio de Obras Públicas a través de su Dirección de Arquitectura.
Las obras se iniciaron en julio de 2016 con un presupuesto de más de $16 mil millones de pesos. El objetivo fue recuperar el edificio existente y, al mismo tiempo, crear una obra nueva que conviviera de manera armónica con esta construcción y entorno. Eso sí, los arquitectos no contaban con encontrarse con una construcción tan a mal traer. Si ya el de 1985 había causado un daño extenso, el terremoto de 2010 fue un atentado de la naturaleza contra el inmueble, que desde esa fecha quedó con sus interiores derruidos, sin piso ni techo, con gran parte de las cornisas y ornamentos caídos. Según Cecilia Puga, el abordaje de la recuperación del palacio fue de alguna manera –y por primera vez en Chile– mucho más cercano a la arqueología que a una restauración patrimonial arquitectónica, y eso nos habla de un cambio de paradigma. “Pudimos hacer una radiografía estructural, de los modos y las lógicas constructivas. Ver cómo se procedía, qué materiales se usaban y en qué dosificación, de dónde venían los pigmentos con los cuales se lograron los colores”, explica, y agrega que “este edificio es un testimonio de cómo la concepción del patrimonio hoy en día es infinitamente más sofisticada en el país, tanto del punto de vista conceptual como del punto de vista técnico”, explica.
La restauración fue profunda e implicó la consolidación y reparación estructural, la recuperación de fachadas e interior del edificio original –incluida la nave central–, además de los revoques de yeso, elementos de madera, metal y entonación cromática del revestimiento histórico y de los elementos ornamentales, utilizando la técnica originalmente empleada en la construcción de 1800, “casi parece una escenografía”, asegura Alberto Sato, docente de la Facultad de Arquitectura, Arte y Diseño de la Universidad Diego Portales, y agrega que “esta es una de las obras más relevantes que se han hecho en los últimos años en Chile, además de ser muy atractiva si se considera que en la ciudad de Santiago no es frecuente ver este tipo de edificaciones”.
"El Palacio Pereira es de estilo Neoclásico con elementos del Renacimiento francés del siglo XVII, una muestra del eclecticismo de la época".
El nuevo Palacio Pereira tiene una superficie total de casi 6.500 m2, que se reparten entre el edificio ya existente (antiguo palacio) y su ampliación nueva. La construcción cuenta con una estructura de hormigón armado de siete pisos, con dos subterráneos incluidos. Posee un lenguaje contemporáneo, armónico e innovador, pero a la vez respetuoso con la edificación histórica. También hay elementos de arquitectura moderna, como vigas de hormigón con líneas simples, en el mismo patio interior donde antes hubo jardines y caballerizas que contrastan orgánicamente con el estilo neoclásico del palacio.
Actualmente, el edificio se encuentra en la fase final de habilitación para que, después de las elecciones del 11 de abril, albergue parte del trabajo de la Convención Constitucional. Tras la redacción de la nueva Carta Fundamental que regirá en nuestro país por las próximas décadas –proceso que debería extenderse por un año–, el inmueble volverá a ser usado en plenitud por el Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio. Ahí no solo funcionarán sus oficinas centrales, sino que será un espacio abierto a la ciudadanía con una cartelera amplia de actividades, salas de exhibición, Centro de Documentación del Consejo de Monumentos Nacionales, cafetería, librería y un gran auditorio: una nueva casa de todos y para todos.