Arte y Cultura

Moda x Machina: cuando la indumentaria se entrelaza con el mundo de las maquinas

Esta es la historia de cómo el auge y producción en masa de las máquinas de viaje del último siglo pavimentaron el camino para la innovación en la moda.

Modelos posando junto a un Renault Dauphine. Foto de Philippe Pottier, 1958.

A primera vista, moda y maquinaria parecen venir de distintos mundos. Mientras la alta costura se identifica por su estilo sumamente personal de lo hecho a mano, diseñado para ajustarse a la figura de una clienta específica, la maquinaria representa el polo opuesto, nacida en la posguerra de la producción en masa y las ideas escalables. Y, aun así, durante el último siglo las páginas de L’OFFICIEL han demostrado que la moda de lujo y una forma específica de transporte a través de las máquinas pueden encontrarse una al lado de otra, trabajando juntas para impulsar ideales similares de glamour e innovación.

A la vuelta del siglo XX, el matrimonio entre moda y maquinaria fue directo. Nuevas tecnologías fueron incorporadas en las prendas a través del desarrollo de manufactura textil con la creación de materiales como el rayón y el nailon. En los años 20, los trajes de gala se convirtieron en sitio de experimentación tecnológica, llevándolos hacia las primeras formas de tecnología usable. En el baile del Conde Etienne de Beaumont, en 1924, la excéntrica socialité italiana Marchesa Luisa Casati usó el vestido Fountain de Paul Poiret, compuesto por un complejo diseño de alambres y perlas. De acuerdo con el artista Christian Bérard, el intento de Marchesa y Poiret por innovar en el diseño terminó siendo similar a un “zeppelin aplastado”. Algunas de las otras prendas experimentales de Casati literalmente se esfumarían gracias a su ejecución rudimentaria. Por ejemplo, cuando Casati fue al evento como San Sebastián, su traje estilo armadura –cubierto por flechas iluminadas– tenía un cableado defectuoso, dándole a la Marchesa una poderosa descarga eléctrica.

Mientras la tecnología comenzaba a infiltrarse hacia nuevas facetas de la vida diaria en las décadas siguientes, la relación entre moda y maquinaria evolucionó hacia el concepto de lifestyle o estilo de vida. Cuando los automóviles comenzaron a estar ampliamente disponibles en las primeras décadas de 1900, rápidamente se convirtieron en símbolos de innovación y novedad, así como de riqueza y lujo.

En los años 20, durante la primera década de existencia de L’OFFICIEL, artículos enfocados en el estilo de vida de moda representado por automóviles rápidamente se apoderaron de la publicación. Una columna que mostraba a socialités norteamericanas y europeas vestidas con los diseñadores más icónicos de la era y posando con sus propios vehículos se convirtió en el sello de cada edición. Los créditos mostraban los nombres de los diseñadores responsables de vestir a estas mujeres junto a los fabricantes de sus automóviles, insinuando que los autos eran accesorios importantes para el look de cualquier mujer elegante.

Modelo luciendo Christian Dior delante de un Rolls Royce Silver Shadow. Fotografiado por Michel Picard para una edición de 1976 de L'OFFICIEL.

La celebración de la cultura automotriz era un indicativo de una tendencia mayor a lo que se esperaba de una mujer moderna. Antes de esto, las mujeres de la alta sociedad disfrutaban libertades mucho más pequeñas; estaban limitadas dentro de su habilidad para viajar de manera independiente y no tendían a priorizar actividades atléticas o deportivas. Sin embargo, siguiendo la llegada del automóvil, el estilo de vida de moda se inclinó hacia los ideales modernos de velocidad, deporte y libertad, por lo menos en las altas esferas de la sociedad. Además de identificar los autos de mujeres acaudaladas como forma de expresión de la moda, L’OFFICIEL homenajeó a las mujeres que habían competido en carreras. 

La fijación con vehículos motorizados también fue reflejo de los valores reclamados por un mundo cada vez más moderno. Durante los años 20, los conceptos de reproducción, eficacia y replicación –todos claves para la actitud “Fordista” cada vez más popular– reinaron de manera suprema en la cultura y las artes. El movimiento de diseño Art Decó fue el símbolo visual de esta actitud, valorando estilo, líneas gráficas y patrones repetitivos. Estos aparecían en arquitectura (más evidentemente en el edificio Chrysler y Rockefeller Center de Nueva York), objetos (particularmente vehículos) y moda (como las siluetas cuadradas y masculinas popularizadas por Chanel o los vestidos de cuentas símbolo de la época, que se movían de forma lineal recordando la maquinaria). El Art Decó tomó la naturaleza mecánica de la línea de ensamblaje de Ford y la transformó en una estética de diseño. Siguió con la maquinaria, que perfectamente encapsuló todas estas ideas, convirtiéndose en una declaración de moda en sí misma.

Foto de Patrick Bertrand para un número de 1970 de L'OFFICIEL.
Editorial de un número de 1979 de L'OFFICIEL. Foto de Patrick Bertrand.

Mientras que los viajes rápidos se pusieron de moda, estas vías modernas de transporte transformaron la manera en la que las mujeres eligieron vestir sus cuerpos. Diseñadores como Chanel y Poiret fueron indicados como responsables de remover el corsé, acortar el largo de las faldas y popularizar prendas deportivas; estos looks fueron diseñados con la libertad de quienes los llevan en mente. Trajes hechos especialmente para manejar autos descapotables en caminos llenos de polvo se transformaron en una necesidad –y evidencia de que los vehículos ayudaron a revolucionar el vestir femenino–, así como faldas y zapatos se hicieron de manera especial para jugar tenis y golf.

Incluso durante periodos de debacle económica y social, particularmente la Segunda Guerra Mundial, la maquinaria encontró su lugar en L’OFFICIEL. Debido a regulaciones impuestas por las fuerzas que ocuparon Europa y racionaron sus provisiones, la bicicleta se transformó en fuente de libertad y moda para las mujeres parisinas. Aunque antes estaba lejos de los estándares de lujo, la bicicleta se convirtió en símbolo de la resistencia francesa, y fue regularmente homenajeada por L’OFFICIEL.

Portada de noviembre de 1934 de L'OFFICIEL que ejemplifica el estilo Art Déco. Ilustración de S. Chompré.

Poco después, el aeroplano llegó a ser símbolo de vida privilegiada. Una vez que el viajar por aire se convirtió en algo seguro y asequible, los viajes de larga distancia fueron esenciales en el calendario de cualquier mujer con un estilo de vida de moda, con trajes chic para viajar, aterrizando en las páginas de L’OFFICIEL junto a lo último en diseños aerodinámicos. Diseñadores de moda crearon trajes de alta costura específicamente para viajes en el aire, inspirados en estilos populares de la era dorada de la aviación. Publicidad y editoriales vieron a modelos posar sobre el asfalto para promover el elegante estilo de vida de volar. Y, sellando la aprobación de la moda con esta obsesión por la aviación, icónicos couturiers a través de las décadas diseñaron uniformes para asistentes de vuelo, más notablemente CHANEL y Pierre Cardin para Olympic Airways; Dior y Balenciaga para Air France e Yves Saint Laurent para Qantas. El vínculo entre moda y maquinaria era insoluble.

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Modelos en Christian Dior y Jean Patou con un oficial de la Fuerza Aérea y de Espacio francesa en una edición de 1958 de L’OFFICIEL. Editorial de una edición de 1952. Ilustraciones de Jean Raoul Chaurand-Naurac en un editorial de 1936 titulada “Autos y Moda”.

Gracias a las décadas posteriores de largo desarrollo, la asociación entre moda y maquinaria llegaba a las estrellas. Para los años 60, la fascinación con los viajes interestelares y el techno futurismo se había integrado ampliamente en la cultura. Como en el pasado, la innovación en tecnología y producción marcó el riguroso ritmo del estilo, inspirando a diseñadores y consumidores a mantenerse al día y avanzar hacia el futuro. Paco Rabanne y André Courrèges empujaron los límites de la tecnología en la moda incluyendo materiales alguna vez revolucionarios como el vinilo y los metales.

Los autos modernos continúan reinando de manera suprema en los editoriales de moda, ya sea al fondo de imágenes o en roles secundarios en sesiones de fotos, con modelos posando e interactuando con ellos. El lujo que representan los autos está presente de manera explícita en las bajadas que acompañan cada imagen: una de ellas, en una historia de L’OFFICIEL de 1968 proclama “más y más lujo”; otra de 1983 presenta a “El Mercedes y el abrigo de piel”. Incluso mucho después que la novedad se esfumó, la estilosa y moderna importancia de las máquinas de viaje continúa siendo una fuerza propulsora.

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