Arte y Cultura

A Waste Epiphany: tesoros urbanos

A Waste Epiphany es un testimonio de resiliencia. Hace cuatro años decidieron transformar residuos de demoliciones en objetos de diseño. A pesar de su arduo camino, sus fundadores se empeñan en descubrir el potencial de lo que otros consideran basura.

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Fotos cortesía de A Waste Epiphany (@waste.epiphany).

En el corazón de los Países Bajos, dos chilenos decidieron revolucionar la industria de la construcción a través de una idea innovadora que, en 2020, se consagró como A Waste Epiphany. Con el objetivo de darles una segunda vida a los desechos de una de las industrias más contaminantes del mundo, los emprendedores Macarena Torres Puga y Francisco Muñoz-Correa supieron convertir lo que alguna vez fue basura en verdaderas joyas de diseño. A través de su perseverancia y la filosofía japonesa wabi-sabi, que abraza las imperfecciones, lograron abrirse camino entre regulaciones estrictas y desafíos inesperados, demostrando que detrás de cada escombro hay una historia lista para ser contada.

La sustentabilidad siempre ha sido un pilar fundamental en sus carreras. Decidieron unir sus habilidades en arquitectura y en diseño gráfico para ofrecer una solución al problema de estos desperdicios: recolectan hormigón y ladrillos con diferentes pigmentos para crear patrones que den como resultado muebles, bancas, lámparas y maceteros. El camino no fue fácil. Al estar en un país con muchas leyes de seguridad, que limitan el acceso a los sitios de demolición por la presencia de materiales tóxicos en edificios antiguos, tuvieron que sortear el obstáculo de cómo conseguir los escombros para iniciar su tan anhelado proyecto. “Vimos una oportunidad única. Me parece muy loco que actualmente exista gente que haga productos de diseño con materiales vírgenes o naturales, habiendo tantos descartados o que ya perdieron su vida útil”, comenta Torres Puga. “Como estábamos partiendo y no teníamos un proyecto consolidado, fue complejo acceder a las demoliciones y conseguir ladrillos. Teníamos que recorrer la ciudad entera en bicicleta para buscar escombros y llevarlos a nuestro taller”.

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Foto: Retrato Macarena Torres Puga y Francisco Muñoz-Correa.

NUEVOS COMIENZOS 

“Un día nos dirigimos clandestinamente a una demolición para recoger escombros. Nos saltamos la reja, y dentro sentimos que alguien nos observaba desde afuera; pensamos inmediatamente que era la policía o que nos iban a sacar una multa, pero resultó ser el dueño de la casa, que a punto de llorar nos contó que aquel lugar fue su hogar y tenía muchos recuerdos ahí”, cuenta Francisco. Este y otros testimonios fueron un gran punto de inflexión en la historia de A Waste Epiphany. Los motivó a darle mayor importancia al concepto wabi-sabi y a entregarles una emocionalidad a los materiales. “Para nosotros es clave la parte poética del proyecto, porque no son piezas que se crearon a partir de la nada; literalmente fueron la casa o el hogar de alguien, que se demolió y nunca más existió. Nosotros lo transformamos en algo más y le damos un ciclo de vida interminable, porque los productos que creamos pueden tener otra vida al demolerlos nuevamente”, afirma Macarena. Tal como apunta la corriente japonesa, lo brutal y lo poco estético puede renacer en algo bello. En 2023, una tragedia golpeó A Waste Epiphany cuando su taller se quemó por completo. A pesar de ser un hecho devastador, los entusiastas lo definen como una oportunidad para aprender y mejorar en su saber hacer. “Se perdió todo, pero sentimos que fue bueno porque esto forma parte del concepto de A Waste Epiphany, donde de algo muerto o inerte sale vida. Por eso no pudimos dejarlo ahí, hay un proyecto con mucho potencial que entrega una solución a un problema que sigue vigente”, comenta Muñoz-Correa.

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Fotos cortesía de A Waste Epiphany (@waste.epiphany).

L’OFFICIEL: ¿Cómo fue asimilarlo?

MACARENA TORRES PUGA: Vimos partir de cero como una oportunidad; analizar qué hicimos mal y qué estábamos haciendo bien. Por ejemplo, con esto nos dimos cuenta de que no es necesario moler los ladrillos a mano, ya que entendimos que todo se puede industrializar y desde el primer minuto hablar con grandes empresas. Como ya tenemos experiencia, podemos evitar ciertos errores que cometimos en un comienzo, y hacer un trabajo y un proceso mucho más amigables en ese sentido.

FRANCISCO MUÑOZ-CORREA: Siempre pensamos hacer todo nosotros, pero nos dimos cuenta de que puede ser mucho más fácil si creamos una sociedad con empresas que tienen los conocimientos necesarios y las herramientas para llevar a cabo los productos a mayor escala.

Ahora que miran hacia el futuro, los emprendedores radicados actualmente en Madrid, España buscan llevar A Waste Epiphany a una nueva etapa: dividir el proyecto en dos para no perder lo manual, al mismo tiempo que masifican su producción para generar un mayor impacto. Ya tienen la receta hecha y los pasos a seguir para colaborar con distintas fábricas. No obstante, “no queremos perder lo artesanal de A Waste Epiphany”, afirma Torres. “Tal como dice Maca, queremos tener una parte más íntima, que presente productos atrevidos y contemporáneos, que marquen la pauta y vayan a la vanguardia del diseño”, finaliza Francisco.

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