La historia que cuentan los sonidos
Hace 10 años, Caroline Chaspoul y Eduardo Henríquez encontraron respuestas en los sonidos que yacían debajo de la tierra. Así nació Nova Materia, el proyecto actual de la pareja franco-chilena que llegó a despeinar la escena local posdictadura con los míticos Pánico, directamente desde París.
A poco tiempo del show que significará el regreso de Pánico a los escenarios chilenos -en el marco del festival Lollapalooza 2023-, revivimos esta entrevista publicada originalmente en la edición L'Officiel Chile 003 de septiembre 2021.
2012 fue el último año en el que escuchamos algo nuevo de Pánico. La banda —que nació como un proyecto que sólo grabaría unas canciones sueltas recién llegados a Chile desde París, a principios de los 90— dio un giro radical luego de pasar tres semanas filmando el documental La banda que buscó el sonido debajo, en el Desierto de Atacama. El registro, que concluyó en la ciudad minera fantasma Humberstone, sirvió no sólo de insumo para el disco Resonancia; ese registro de los sonidos de la tierra, las piedras y el lugar cambió la forma en que Caroline Chaspoul y Eduardo Henríquez entendían el hacer música, así como también nuestro origen.
Ese fue el punto de partida de Nova Materia, el dúo que fundaron basado en la premisa del encuentro de los sintetizadores y máquinas de ritmo con los sonidos extraídos de piedras, metales o cualquier objeto material capaz de emitirlos. A su discografía de dos EPs y un álbum —lanzado en 2018 a través del legendario sello belga Crammed— se sumó este año Xpujil, una pieza de 45 minutos que deriva del registro de la selva de una mítica ciudad maya fantasma, en la región mexicana que colinda con Guatemala.
“En un tiempo estuvimos leyendo mucho sobre la Conquista española y buscando en Internet encontramos esta ciudad que se llama Calakmul, que fue descubierta hace como un siglo, pero que empezó a ser extraída de la selva hace unos 40 años y entonces se dieron cuenta de que era una megápolis, justo al frente de Tikal. Por falta de plata, los mexicanos despejaron solamente el centro histórico, así que todo sigue bajo la selva. Quedamos obsesionados, tanto que decidimos comprar pasajes y viajar a descubrirlo y registrar sus sonidos”, relata Eduardo.
L’OFFICIEL: ¿Es un lugar muy turístico?
NOVA MATERIA: Para nada, está medio perdida y es un destino muy alternativo. Llegar a esta selva es toda una excursión y nos llamó mucho la atención que se sentía como un lugar embrujado. Podíamos sentir los fantasmas del pasado.
L’O: ¿Manipularon el sonido tal como hacen con las piedras y metales?
NM: No, fue otro proceso distinto. Sólo registramos cómo sonaba, sin saber que lo usaríamos para un disco. Lo que sí empezamos a hacer fue manipularlos bajando su velocidad. Cuando lo haces, se escuchan mucho más los matices y ahí empiezan a aparecer melodías o ideas de composición. Como grabamos con micrófonos binaurales, al escuchar puedes recrear todo el espacio.
L’O: ¿La pausa de la pandemia facilitó que lo terminaran y lanzaran?
NM: Lo que hizo la pandemia fue que las grabaciones para nuestro segundo disco nos parecieron obsoletas, porque estaba todo parado y nadie podía bailar. Esto puede definirse como un trabajo de cuarentena, que seguramente no hubiese visto la luz sin esa pausa. Nuestro próximo disco va a volver a tener mucho ritmo, pero seguro también tomaremos cosas de esta experiencia.
L’O: En cuanto a la búsqueda más emocional, ¿cómo se relaciona esto con lo que hicieron en Humberstone hace más de 10 años?
NM: La relación está en lo invisible. Es lo que está debajo de la tierra, que es el tema de Nova Materia: ser futuristas pero saber reconocer las distintas capas de la historia. O de las civilizaciones, en el caso de Xpujil. Es importante reconocer lo que existió, aunque no lo veamos. Es algo muy místico. Lo interesante es ocupar todo esto tan primario y combinarlo con tecnología. Esa historia nuestra partió en Humberstone, pero ha seguido linealmente, también en nuestro disco It Comes y en esta canción que contiene sonidos del estallido en Chile. Siempre está la idea de captar nuestro entorno y buscar esa historia que está contando cada sonido.
L’O: Estos lugares como Humberstone y Xpujil tienen que ver también con el colonialismo y el choque de mundos opuestos, del cruce de Europa con América Latina. ¿Se puede homologar eso a su historia personal, entre Francia y Chile?
NM: El encuentro entre nosotros siempre ha sido el tema central de nuestra historia musical. Esa ha sido nuestra esencia. Está en Humberstone, está en la historia de Pánico y obviamente también está en Xpujil. Cuando además lo traes al presente con la pandemia, te das cuenta de que fue algo que empezó en un lugar y terminó en todas partes. El mundo está interconectado y todo tiene que ver con el hecho de estar en varios lugares a la vez.
L’O: Y hablando sobre esta historia de encuentro entre ustedes, ¿cómo fue el impacto de llegar a Chile desde Francia justo en ese momento tan clave de la historia?
NM: Fue hace mucho tiempo y uno reescribe la historia un poco cada vez que la cuenta, pero lo que nos marcó realmente fue la sensación de llegar a un lugar donde todo era posible. En Francia estaba todo desarrollado y la gente ya no se sorprendía con nada. Llegando a Chile tuvimos la sensación de que era una página en blanco que se acababa de abrir y que tenía todo por escribirse.
L’O: ¿Sintieron que podían aportarle algo especial a esta sociedad que se estaba desarrollando?
NM: No sé si lo pensamos así, pero lo que sí fue claro es que llegamos con una ambición simple, que era armar un disco. Nunca nos imaginamos lo que pasaría después. Grabamos un disco rápido, sin sello, cosa rara en esa época, y además tocamos temas que no se abordaban realmente. Hablábamos de homosexualidad, de consumismo y de una revolución ácida que por fin llegó. Creo que quizás hicimos cosas que no hubiésemos podido siendo chilenos viviendo en Chile. No teníamos problemas en derribar fronteras o hacer escándalo en televisión.
LO: ¿Creen que en Francia no hubiesen tenido el mismo resultado?
NM: No, porque las problemáticas de la sociedad francesa eran totalmente distintas. Estaban en otra etapa de su historia. Allá hubiésemos hecho algo con otra estética. Lo que resultó interesante es que llegamos muy frescos de allá, sin conocer mucho la sociedad chilena. Rápidamente tuvimos una visión de lo que estaba pasando y supimos cómo contarla de manera novedosa y más transversal.
L’O: Y en el caso al revés, ¿cómo fue la paradoja de volver 10 años después a Francia siendo etiquetados rápidamente como latinos?
NM: Todo es una cuestión de ignorancia. La gente se rige por cosas que se imaginan. Te ven llegar de un país lejano y latinoamericano y creen que vas a hacer ese tipo de música. Más encima nosotros veníamos de hacer un disco de cumbia. Lo que no sabían era que éramos un grupo completamente impredecible. Pero pasó algo que fue muy similar a lo que nos había pasado llegando a Chile, pero al revés: llegamos con una visión nueva sobre Francia y con un background alucinante. Nadie sabía lo que había pasado en Latinoamérica en los últimos 30 años. No tenían idea de Los Prisioneros, de Soda Stereo, de Charly García. Ignorantes completos. Eso te hace tener una visión mucho más amplia que cualquier huevón de Manchester que nunca salió de ahí. Eso lo entendimos al hacer el disco Subliminal Kill, que era este punk funk pero con raíces latinoamericanas. Ahí les volamos la cabeza y tocamos por toda Europa.
L’O: ¿Se reciben mejor las propuestas nuevas allá que acá?
NM: Se reciben igual de bien, pero lamentablemente la proyección que tienes en París o Inglaterra es mucho mayor, porque están al centro de todo. En Chile puedes tener algo súper bueno, pero lo escucha menos gente. Ahora Internet ha cambiado un poco eso, pero no tanto. Aunque al menos lo hace posible. En los 90 era imposible salir desde Latinoamérica a Europa.
L’O: Y hablando de su vida diaria, en París viven en un barrio en el que confluyen distintas costumbres y culturas del mundo. Con tanto ir y venir, y rodeados de ese entorno, ¿han sentido que ya no son ni tan de allá ni tan de acá?
CAROLINE: Tengo plena conciencia de mi cultura y de mi educación. Sé de dónde soy y en el fondo de mi mente reconozco mi identidad, pero lo que está claro es que me han interesado las demás culturas desde siempre. No siento que yo sea de todos lados, porque es peligroso pensar eso. Me gusta entender por qué piensan de cierta forma en tal lugar, eso es la base de la creatividad para mí. Es una de las grandes razones por las que hacemos música. Viajar es esencial para nosotros. Ir a conocer. EDUARDO: Para mí es diferente. No soy francés, pero me siento como uno adoptado. He tomado el modo cultural de acá y pienso en francés. Estando allá, también me siento chileno. Claro, si mis padres son de allá, nací allá y crecí hablando español en mi casa. Pero, al mismo tiempo, me siento muy lejano a la cultura local chilena. Hay muchas cosas de las costumbres que me parecen extrañas.
L’O: ¿Como qué? ¿El conservadurismo, por ejemplo?
NM: Hay mucho de eso. Sobre todo son aspectos culturales que encuentro mucho en Santiago, como el clasismo; esa frontera tan evidente que hay entre clases sociales. Aquí también está, pero es muy diferente. En Chile hay mucha injusticia y cosas que no puedo aceptar, que están impregnadas en la sociedad. Eso hace que los chilenos se pregunten tanto quiénes son. De hecho, siempre que hacemos entrevistas con medios de allá nos preguntan por Chile. Ningún medio francés te preguntaría sobre Francia.
L’O: Es que también son refrescantes las visiones nuevas sobre Chile, siendo un país más joven.
NM: Completamente. A diferencia de Europa, que es una región más central y llena de mezclas, en Chile hasta hace no tanto vivían personas nativas que fueron sacadas por los españoles. Desde ahí que está esa forma de construcción que se hace contra sí mismo. En contra de su interés.
L’O: ¿Y eso lo consideran algo chileno o latinoamericano?
NM: Es latinoamericano, pero más acentuado, al sur al estar más aislados. Cada país es distinto. Por ejemplo en Perú, que allá son incas y eso está reivindicado. En Chile nadie te va a reivindicar ser mapuche o aimara. Eso está empezando recién hoy en día, pero ha existido una especie de negación.
L’O: ¿Ven una identidad en constante desarrollo?
NM: Claro, pero en todas partes las identidades se van desarrollando. Lo que Chile no ha aceptado es cómo ha sido la historia y escuchar a los que estaban antes. Como fuimos educados en Francia, donde la integración es mucho mayor, esto es algo que nos cuesta al ir para allá. Aunque los últimos dos años han aportado varias preguntas necesarias y es evidente que una parte grande de la sociedad pide que las cosas cambien.
L’O: ¿Sienten esperanza en lo que está pasando con el proceso constituyente?
NM: Sí, mucha. Todavía no se ha ganado nada, pero es el momento más importante que ha vivido el país desde que hubo dictadura. Incluso antes. Es algo positivo y es un ejemplo para el mundo que se esté haciendo con paridad. Nada se gana de un día para otro, pero es importante que esas preguntas vayan por el camino más libre y justo posible.