La epifanía de Paula
Ni suerte ni sueño, lo suyo fue un despertar fortuito. Paula Luchsinger se convirtió en una de las actrices chilenas más destacadas de los últimos años gracias a un momento que supo capturar y a su creencia eterna en que todo está conectado.
Cantó The Ronettes en una teleserie, bailó reguetón en los cerros de Valparaíso y fue hacker en La Jauría. La carrera de Paula Luchsinger (28) ha estado llena de desafíos que representan a la actual generación de actrices chilenas. Pero antes de aparecer en la teleserie Yo soy Lorenzo (2019) y la película (2023) su vida tomó un giro que ya estaba latente. “Entré a Derecho porque me interesaba todo lo relacionado con los derechos reproductivos de las mujeres. Pero en tercero medio me metí a un curso de teatro y pensé, esto es lo que quiero hacer con mi vida. Di la prueba especial y no quedé, y tomé eso como una señal del destino”, nos cuenta la actriz. Paula cree mucho en las conexiones y señales que van apareciendo, así es que, al seguir con la idea de la actuación presente, jugó la revancha: postuló de nuevo y quedó. “Para mí fue como un acto reparador”, asegura.
L’OFFICIEL: Antes de eso, ¿era la actuación algo presente?
PAULA LUCHSINGER: Siempre estuvo presente, pero nunca la había pensado como una carrera, hasta que fui al taller de teatro. Mi mamá nos influenció mucho cuando éramos niños con respecto a la cultura: íbamos al ballet, a la ópera y además practico danza desde los 14 a.os.
Cuando estudiabas, ¿a quiénes admirabas del cine y TV?
Amparo Noguera y Alfredo Castro siempre fueron mis referentes favoritos y me encanta el cine francés. También directores como Pablo Larraín; admiraba a muchas personas que se dedicaban al cine.
Justamente tu primera película fue “Ema” (2019), de Larraín. ¿Qué te pareció el rodaje en Valparaíso y la experiencia desde un punto de vista estético y grupal?
Fue algo muy especial. Acababa de pasar seis meses en Alemania, donde hice una residencia de asistencia de dirección y también me especialicé un poco en la danza, así que cuando llegó este casting, que era para actrices y actores/bailarines, todo me hizo sentido. Aprendí muchísimo: mi primer acercamiento al cine y de la mano de Pablo Larraín, ¡tuve mucha suerte! [ríe]. Y claro, los territorios donde uno filma marcan mucho la película. Para mí, el territorio y la naturaleza son superdeterminantes. La historia, lugares, temperatura, las personas que viven ahí son un personaje más dentro de las películas.
Hace poco fuiste al Festival de Venecia y lograste ser destacada por varias publicaciones gracias a tu estilo en la alfombra roja. ¿Cómo fue el proceso previo junto a la productora Fernanda Zamora?
En Chile no existe la alta costura, tampoco se importan muchas piezas del estilo. Con Fernanda decidimos armar dos looks vintage, algo que me encanta desde chica porque creo en reconocer lo que no está siendo usado. Tuvimos suerte al encontrar dos vestidos muy lindos y el que usé sobre la alfombra roja fue adaptado para mí, así que fue un proceso único. Además, incorporamos joyas de una orfebre chilena que vive en Italia, así tuvimos algo nacional.
"Lo que más me gusta de mi trabajo es que uno puede vivir distintas vidas sin sufrir las consecuencias de las decisiones de esas vidas".
La revelación de Carmencita
Con su rol en la sátira de Pablo Larraín, El Conde, Paula Luchsinger ha cautivado la atención de varios críticos. Vanity Fair llamó a su interpretación de la monja Carmencita una “llena de vida” y “la verdadera revelación de la cinta”. En esta historia en blanco y negro, donde Augusto Pinochet reaparece como un vampiro, Paula volvió a encontrarse con el director.
Más allá de volver a colaborar con el director, ¿por qué decidiste trabajar en El Conde?
Quería volver a trabajar con Pablo y cuando supe quiénes estaban en el elenco, no lo podía creer. Políticamente, como artista para mí fue importante porque creo que este momento, con la conmemoración de los 50 años del golpe de Estado, es un acto de memoria. Si bien la historia es una ficción, la película y sobre todo mi personaje dejan ver cosas que sí pasaron, donde finalmente los responsables quedaron impunes.
Todos tus personajes incluyen una fuerte preparación, pero, ¿es Carmencita el rol que ha representado un mayor desafío de construcción? Hasta te entrevistaste con un cura de exorcismo…
¡Sin duda! Tenía muchas capas, con preparación en varios aspectos físicos e intelectuales, pero además psicológicamente era un personaje muy exigente; hay varias contradicciones en él. Lo que más me gusta de mi trabajo es que uno puede vivir distintas vidas sin sufrir las consecuencias de las decisiones de esas vidas. Y la actuación es también un trabajo de autoconocimiento, te da la oportunidad de explorar lugares propios que uno ni conoce. Carmencita en ese sentido era un personaje muy placentero de interpretar, abría el espacio a esta locura; cuando lo preparé pensaba mucho en el delirio místico, religioso. Leí sobre la santa Hildegarda de Bingen y también Sed, de Amelie Nothomb, donde la autora se pregunta cómo hablaría Jesús si escribiera un libro sobre sus últimos días. Y es bien fuerte porque si bien me crié católica, en la adolescencia dije “no, yo no creo en esto”. Me pasó que filmando la película me acerqué más, de nuevo, a la idea de Dios.
Ahora, ¿te consideras más católica?
No católica, pero creo más en el Dios spinozial, que es presentar a Dios como la naturaleza. Sí me considero una persona espiritual.
Interpretar personajes históricos o de la vida real es algo que llega en algún momento a la carrera de un actor o actriz. En tu caso, ¿a quién te encantaría interpretar y por qué?
Hay un personaje de la historia chilena que me gusta mucho, Teresa Wilms Montt. Hicieron una película sobre ella, pero me encantaría interpretarla. Nunca me ha tocado construir un personaje que ya existe; encuentro que es un reto bien grande y superinteresante.
"Con 'El Conde' me sentí muy cerca de un flujo creativo, de ser parte de algo histórico".
¿Qué lecciones sacaste de tu última película?
Creo que muchas. Entiendo la actuación desde un lugar distinto; cuando tienes la oportunidad de hacer este tipo de personajes, es un desafóo muy grande, pero también involucra un cambio en la visión del mundo. Sobre todo, trabajando con personas que saben tanto, tan creativas y sensibles. Desde Pablo, con el guion que hicieron junto a Guillermo [Calderón], Jaime [Vadell], Gloria [Münchmeyer], Alfredo [Castro] y el resto del elenco, pero sobre todo con quienes tuve más escenas. Con El Conde me sentí muy cerca de un flujo creativo, de ser parte de algo histórico.
Por último, dinos una película, una canción y un ícono que te inspiren.
Me gusta mucho Cold War, de Pawel Pawlikowski, y el personaje femenino, que es increíble. Una canción, Into my arms, de Nick Cave. Y un ícono, la directora argentina Lucrecia Martel, además de la artista Ana Mendieta.
Fotos: Carlos Saavedra
Styling: Gabriela Cordero
MUA: María Paz Urra
Asistente: Verónica García Díaz Valdés
Agradecimientos: gentileza Galería Aninat/ Elisa Assler