Mujer

El camino de una primera bailarina

Para Romina Contreras cada día se trata de vivir la danza al máximo. Una de las mujeres más jóvenes en alcanzar el puesto más prestigioso en el Ballet de Santiago, pero para ella el camino hacia la perfección nunca termina. 

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Romina Contreras (25) es la actual primera bailarina de la compañía del Ballet de Santiago. Desde temprana edad, probó distintas danzas, hasta que aprendió que el ballet es la madre de todas las danzas y, sabiendo su técnica, podría dominar cualquier baile. Pronto, comenzó a enamorarse de esta disciplina y desarrolló un talento natural. Es así como a los ocho años ingresó a la escuela del Teatro Municipal de Santiago

Dejó todo atrás –incluso sus estudios– para perseguir su sueño, siempre con el férreo apoyo de sus padres. A sus 17 años se graduó de esta escuela y cumplió el sueño de muchos bailarines: ser parte de la compañía del Ballet de Santiago. Desde entonces, esta talentosa mujer no hizo más que perfeccionarse. A sus 21 años alcanzó el puesto más prestigioso, el de primera bailarina, convirtiéndose en una de las más jóvenes en la historia de Chile en conseguirlo.

Actualmente, sigue entrenando y trabajando duro para perfeccionarse cada día. Para Romina ha sido un regalo, pero también un sacrificio el haber llegado hasta donde está hoy. Esta destacada artista es una de las pocas chilenas que realmente ha llegado a ser considerada dentro de su rubro, y conversó con L'Officiel sobre su camino y perspectivas respecto las artes escénicas en Chile. 

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Fotos: Oscar Seguel @racso1965
¿Qué significa la danza para ti? 

La danza en este momento lo es todo y ha sido por varios años mi pasión. Es mi forma de expresarme, porque la verdad nunca fui una persona muy extrovertida. Me ha ayudado a comunicar cosas que ni siquiera yo entiendo todavía. 

¿En qué momento se convirtió en un sueño para ti ser bailarina y decidiste dejarlo todo atrás?

Fue cuando llegué al Teatro Municipal a estudiar. Se me abrió este mundo de tanta gente que ama el ballet y siente lo mismo que yo. Me sentí muy acogida en ese sentimiento tan intenso hacia un arte. En un principio yo no pensaba que me dedicaría a esto o que tendría que dejar el colegio más adelante, pero siempre lo vi con mucha seriedad; le daba la misma importancia o más al ballet que al colegio desde muy pequeña.

¿Hubo momentos en que dudaste de tus capacidades?

Siempre sentí que tenía mas responsabilidad que la que podía manejar, pero había algo dentro mío que me decía, “si te dieron esa oportunidad, tómala”. Siempre intentaba hacer lo mejor posible, pero me surgía ese síndrome de no sentirme suficiente. Es algo que todavía me pasa por ser primera bailarina siendo tan joven, pero quizá eso me ayuda a nunca pensar que ya llegué a un lugar y me puedo sentar a descansar. Llegar a una posición no significa relajarse y sostenerse en esta. El camino sigue y quedan cosas por mejorar. 

¿Por qué dirías que en Chile da tanto miedo dedicarse de lleno a cualquier disciplina artística, sobretodo cuando es tan sacrificado como el ballet? 

Personalmente, siento que nunca tuve ese miedo ya que cuando eres pequeño no tienes tanta conciencia de cómo vas a vivir o te vas a mantener. Estoy segura de que no es lo mismo para todo el mundo. Yo creo que tiene que ver con la cultura de nuestro país. Siempre es normal decir, “si estudias medicina vas a vivir bien”. Siento como que nos educan apuntando a cierto tipo de carreras, coartando nuestro arte y no solamente la danza, sino que en muchas otras disciplinas del arte pasa lo mismo. 

Considerando que el ballet no es apreciado de la misma forma que una carrera tradicional, a pesar de los años de esfuerzo que se requieren para dominarlo, ¿qué esperarías que cambie en Chile para darle más espacio a las artes escénicas? 

Creo que lo mejor sería que los profesionales de la danza tuviésemos la posibilidad de bailar en todas partes a lo largo del país y no solo de manera ocasional. También, que se vuelva algo educativo; no solo el hecho de disfrutar una función, sino interpretar y entender lo que hacemos. Por ejemplo, ahora con la pandemia el teatro abrió más sus redes y mucha gente conoció como nos entrenamos. La gente suele ver el resultado, pero no entienden lo que hay detrás. No pueden imaginar como llegas a ese producto y lo ven como algo lindo e inalcanzable, pero en realidad hay un trabajo detrás y es un trabajo minucioso que lleva años haciéndose y quizá un día su hijo puede estudiar eso y bailar en ese teatro.

¿Que haces como una mujer destacada del ballet para incentivar el desarrollo de las artes escénicas en el país?

Siento que mi forma de lograr eso es seguir entrenándome y no ponerme un tope. Lograr, dentro de mis posibilidades, lo mejor que pueda hacer. Siempre que tengo la oportunidad, trato de contarle a la gente cómo fue mi experiencia. Dentro de todo fue una buena experiencia y he tenido suerte debido al apoyo de mis papás, más mi propio esfuerzo como profesional y el seguir demostrando ese trabajo duro. 

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