La moda científica de Luz Briceño
La destacada diseñadora nacional dio un giro radical para encontrar un nuevo sentido a su oficio.
Tras 15 años trabajando exitosamente como diseñadora de moda a cargo de La Joya Design y como fundadora de Moda Chile -una asociación gremial de diseñadores de moda de autor-, Luz Briceño sintió la inquietud de probar algo nuevo, vender algo que fuera recordado. Un viaje a Japón le abrió los ojos y ahí nació su nuevo y gran desafío: desarrollar textiles con cobre y procesos de nanotecnología.
La idea de incorporar este material, además de generar una fuerte identidad chilena, fue poder ocupar los beneficios que el metal rojo entrega en la vida diaria de las personas, teniendo como principal característica su poder antibacterial. “El cobre tiene importantes propiedades antimicrobiales, es decir, elimina ciertos virus, bacterias, ácaros y hongos”, explica la diseñadora.
En su viaje al país nipón llevó dos colecciones diferentes: una de ropa básica con telas que tenían cobre, como primeras capas, y otra donde utilizaba hilos de cobre metálico tejidos en prendas exclusivas, de alto diseño, a modo de trabajo experimental. Estas piezas hoy las guarda como tesoros, pues marcaron el inicio de su más reciente propuesta. Tras ver el interés que generó su idea se dio cuenta de que había llegado el momento de convertirlo en algo grande. Fue así como en 2016 nació la marca textil The Copper Company.
Desde aquí Luz, junto a sus socias Rocío Cassis y Soledad Silva se han adentrado en la industria del science fashion, explicando que su motivación principal es buscar innovación y soluciones a través de las telas. “Este nuevo concepto (la moda científica) hace que la moda pase a entregar beneficios y comience a mejorar la calidad de vida”, explica.
Teniendo como premisa la aplicación del cobre en diversos textiles, en The Copper Company actualmente crean textiles para el mundo deportivo, la minería, el mundo hospitalario, aeronáutico y ropa en general. A través de su innovación logran eliminar bacterias, virus, hongos y ácaros, además de entregar una suerte de escudo protector para evitar contagios y enfermedades. “Pasamos de estar trabajando con modelos, maquilladores y pasarelas a trabajar con un biotecnólogo, parasitólogo, infectólogo, entre otros, descubriendo nuevas formas para solucionar diversas necesidades”, cuenta la diseñadora.
Pero su innovación no termina ahí. Gracias a la nanotecnología también comenzaron un proceso de encapsulamiento de vitamina D y vitamina E para aplicarlo también en sus diseños, ayudando así a las personas que tienen déficit de esta. Las partículas se van liberando de manera paulatina, perdurando por mayor tiempo y aguantando muchos lavados. Actualmente, están haciendo una validación clínica junto a la fundación Debra, para ayudar a quienes sufren de epidermólisis ampollar, condición también conocida como piel de cristal.
Protección anti-Covid
Gracias a la tecnología del cobre aplicado en textiles -y por efecto de la pandemia- el año pasado nació la idea de crear una mascarilla que tuviera estas fibras y que fuera efectiva para evitar el contagio provocado por coronavirus. Siguiendo la línea de innovación e investigación, testearon sus productos en la Universidad de Berna, Suiza, para saber cuánto podían eliminar el virus. Y el resultado fue sorprendente: los tejidos pudieron desintegrar casi en un 90% la membrana lipídica del SARS-CoV-2 a los cinco minutos; en dos horas, lograron eliminar el 95%. Además, se logró comprobar que tras 50 lavados, la efectividad de las mascarillas apenas bajaba en un 1,5%, lo que la convierte en un producto sustentable.
“Pasamos de estar trabajando con modelos, maquilladores y pasarelas a trabajar con un biotecnólogo, parasitólogo, infectólogo, entre otros, descubriendo nuevas formas para solucionar diversas necesidades”.
“La creación de las mascarillas fue un boom, y al darse a conocer esta información, a los tres días teníamos más de 5.000 pedidos. Ha sido una explosión de trabajo, esfuerzo y de responsabilidad que hemos enfrentado las tres”, cuenta Luz".
Sin duda, estamos frente a un textil inteligente que hoy se posiciona en Chile y en el extranjero con un claro propósito. “Hoy tenemos una nueva forma de vivir. Tenemos que diseñar y construir desde diferentes áreas para enriquecer y generar innovación, creando equipos multidisciplinarios. Hay que realizar un aporte, porque no podemos hacer algo que después se bote, no necesitamos más basura. El diseño y lo estético deben cumplir una responsabilidad social, deben tener un porqué”, finaliza Briceño.