Joyas y Relojes

Sophia Schneider: herencia viva

Sophia Schneider lleva 13 años de felicidad creando joyas y trabajando con gemas, un trabajo que la apasiona, porque está consciente de lo que estas piezas significan en la vida de las personas: “Cada joya cuenta una historia”, dice.

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Retratos por Bruno Vidal (@brunovidalm).

Siempre estuvo familiarizada con los materiales que salen de lo profundo de la tierra y creció escuchando hablar de metales, rocas y minerales, porque ese era el apasionante trabajo de su padre geólogo. Sophia Schneider se recuerda a sí misma fascinada por los cuarzos con los que él llegaba después de una salida a terreno. Sin embargo, cuando llegó el momento de optar por una carrera después del colegio, ella se inclinó por las comunicaciones y estudió periodismo. Ejerció durante varios años la carrera, sin perder de vista su interés por la orfebrería, que había nacido años antes, y sobre todo por las gemas, un camino que corría en paralelo a su vida profesional. Hasta que el ‘lado B’ ganó. Viviendo en Estados Unidos decidió estudiar en la sede neoyorquina del Gemology Institute of America. Nunca más abandonó ese rumbo.

Diamantes, rubíes, esmeraldas, zafiros y muchas pruebas de laboratorio para analizar si son naturales o sintéticas, tratadas o no, teñidas o no. A Sophia las “piedras”, como ella dice, le apasionan. “Todas para mí son lindas, sus imperfecciones también me gustan”. Además, alrededor de la gemología encontró a otras personas como ella y ese sentido de pertenencia la marcó. “Fue una gran felicidad estudiar esta segunda carrera porque se me abrió un mundo que siempre quise conocer. Había mucha gente a la que le interesa lo mismo que a mí y con la que hablamos el mismo lenguaje”, cuenta.

En Chicago tuvo su primer trabajo formal en el rubro. “Aprendí un montón y empecé a recibir pedidos desde Chile. Yo las hacía y las enviaba”, recuerda. Al volver a Chile hace 10 años, la decisión fue persistir. Y no ha parado.

L’OFFICIEL: ¿Cuál ha sido el mayor aprendizaje en el mundo de las gemas?

SOPHIA SCHNEIDER: Saber que siempre hay algo nuevo y es necesario actualizarse. Pareciera que las piedras no se mueven, no cambian, y no es así. Les pasan cosas, yo lo he visto. Por eso es importante responder lo mejor posible a lo que pueda pasarle a la joya, porque finalmente son piezas emocionales.

¿Siempre lo son? ¿Persiste el vincular la joya con una conmemoración, por ejemplo?

SS: La mayoría de las veces, sí. La compra de joyas suele tener que ver con hitos: el matrimonio, los hijos, el aniversario. Pero hoy muchas mujeres se compran joyas como regalo porque sí, con su primer sueldo, por ejemplo. Lo ven como una inversión. Antes las mujeres esperaban que les regalaran joyas y hoy eso ya no es así. Tienen poder adquisitivo, postergan la maternidad y se dan premios que tienen que ver con logros. Y si no les gusta algo, te lo hacen saber.

¿Cuál es la joya que inaugura esa colección personal?

SS: Las mujeres siempre parten por las manos, lo primero que se compran es uno o dos buenos anillos. Luego siguen con los aros, después el colgante y, al final, la pulsera. 

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Fotos vía Sophia Schneider Jewelry (@sophiaschneiderjewelry).
¿Cómo enfrentas los procesos de creación?

SS: Tenemos un stock de piezas que hacemos aquí o encargamos afuera, y luego está la colección privada que hacemos acá en Chile, a mano, usando piedras que elijo para crear joyas únicas en una colección que aparece dos veces por año, y que generalmente incluye piedras de colores. Es alegre, chisposa, distinta. También están los novios, con los que el proceso empieza con una conversación de lo que quieren, escoger el diseño, el tamaño de las piedras, el metal. A veces toman la opción de hacerlo fuera en Chile porque eligen diamantes de laboratorio.

¿Qué son los diamantes de laboratorio?

SS: Llevan unos cuatro años en el mercado y la diferencia es que no aparecen naturalmente, sino que están fabricados. No son imitaciones, son verdaderos diamantes y son increíbles.

Me imagino que eso baja el costo y los hace más asequibles, pero también hay más conciencia social en ese concepto.

SS: Exacto, ambas cosas. Y el precio puede ser la mitad.

¿Y son tan valorados como las piezas naturales?

SS: El diamamte natural es una rareza, y eso es lo que estás pagando, junto con el proceso de extracción, que es muchísimo trabajo. El de laboratorio, en cambio, no tiene esas características, pero es un diamante perfecto. Y es muy bueno que estén las dos opciones disponibles y cada persona pueda elegir entre rareza, el romanticismo y el alto costo, o una alternativa de menor costo, pero con el mismo brillo, el mismo aspecto, solo creado en un ambiente distinto. Es democratizar el lujo.

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Retratos por Bruno Vidal (@brunovidalm).
¿Ha cambiado el mercado de las joyas en Chile?

SS: Sí, el regalo de 15 años, por ejemplo, ya casi no se hace, se cambió por viajes. Y en cuanto al diseño, antes se hacían muchos collares de oro grueso, aros de perla, una virgen. Como el precio del oro está tan alto, hoy ya eso no es viable, pero también la moda ha cambiado. Los anillos son más livianos. Y antes no se ocupaban piedras semipreciosas como las turmalinas rosadas y verdes, citrinos, morganita… una gama enorme de piedras de colores. Además, en Chile no teníamos acceso a ellas, aquí hay lapislázuli y poco más; lo que aquí se produce es metal, no piedras.

¿Ese cambio en los gustos y la moda es transgeneracional?

SS: Totalmente, muchas veces llegan señoras de 70 u 80 años con joyas grandes y pesadas que quieren transformarlas. Me piden cintillos con piedras de colores, y eso es porque han ido descubriendo que hay mucho más para elegir. Yo además estoy constantemente viajando a ferias para renovar ideas, buscar nuevos proveedores.

¿En qué lugar encuentras mayor inspiración y mejores productos?

SS: Italia tiene muy buenas ferias, es muy interesante en cuanto a diseño, son muy innovadores, aunque mucho de lo que veo ahí sé que no funcionaría en Chile. Aquí se ha evolucionado, pero en general se sigue una línea más tradicional.

¿Poco ostentosa?

SS: Sí, que se vea que es algo bueno, pero no over the top. Un poco parecido al gusto de las francesas.

¿Tienes una joya favorita en tu colección?

SS: El anillo que me hice cuando nació mi primera hija. Y el de compromiso. También uno que me regaló mi abuela para mi primera comunión y que a ella se lo habían regalado en Alemania para su primera comunión. Es de granate montado en plata. Lo miro y pienso que pasó por dos guerras mundiales y ahora lo tengo yo. Ahí no hay valoración económica, sino que tiene un tremendo valor para mí. Y otro anillo más que tiene un citrino ovalado montado en oro amarillo, muy sencillo, lo tengo desde que para mi matrimonio mi abuelo materno me regaló oro y mi abuela materna, la piedra. Al final, es real que detrás de cada joya hay una historia.

¿Piensas en dejar herencias con tus joyas?

SS: Siempre, y mis clientas también. Más allá del valor monetario. Piensa que pueden pasar muchas cosas, la piedra puede estar rota cuando la heredes y se va a depreciar, pero sigue teniendo un contenido emocional muy fuerte. 

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