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Nico Furtado: Un dios aparte

Arriesga, sube la vara, busca experiencias verdaderas que le sirvan para componer sus personajes. Nico Furtado esquiva papeles convencionales como el de galán, y brilla.

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Gracias a Diosito, también Nicolás Furtado experimenta algo parecido a la ubicuidad: vive a la vez en Argentina, España y Uruguay.

Hasta hace algunos años, era suficientemente desconocido como para presentarse al casting de la serie carcelaria El Marginal aparentando no ser actor y camuflando una sonrisa perfecta con la dentadura defectuosa que terminaría por convertirse en sello de su personaje: el recluso Juan Pablo “Diosito” Borges. La ficción entre rejas le abrió todas las puertas y hoy graba en Buenos Aires la serie Felices los 6, para HBO Max, después de rodar en Málaga la opera prima del gaditano Paco Sepúlveda y de pasar las fiestas de fin de año en Montevideo, su ciudad natal, y antes de que la rueda comience a girar de nuevo en Madrid.

“Estos meses son así, tengo cosas en todos lados. Ya llegará el momento de instalarme más en un lugar, que siempre es necesario, y apuesto a Madrid, pero sin dejar proyectos que me interesen en otros sitios. Por suerte tengo la posibilidad de elegir, y por otra parte es inevitable, porque todo no lo puedo hacer”. Las propuestas, admite sin jactancia, se multiplican. “Rara vez mis representantes dejan guiones de lado sin que yo siquiera los vea. El guion es clave: que me interese la historia y el modo en que esa historia está contada. Después, claro, hay otro montón de factores que cuentan en la elección y que van cambiando según el momento”.

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Con transformaciones físicas radicales como la caracterización para Diosito, o la metamorfosis simiesca que lo convierte en “el Mosca”, el delincuente que personifica en la miniserie Entre hombres, los desafíos actorales le dieron mucha más notoriedad que la que hubiera obtenido como galán, aunque parezca naturalmente destinado a esa categoría. “A mí me divierte mucho lo otro: componer, caracterizarme. Los personajes más convencionales siempre van a estar ahí, ya será momento de hacerlos, pero la composición me abrió un abanico mayor de posibilidades y me gusta que así sea. Prefiero que no digan: ‘Este personaje es para Nico’.  Me gusta romper con eso, que no haya un preconcepto. ¿Qué es ‘para Nico’? No se sabe qué es para mí: puede ser cualquier cosa”.

En el arco que va del paso de comedia al realismo sucio, pasando por el drama y el clown, despliega su amplitud de registro combinando recursos. “Creo en las energías. Como persona y como actor. Podríamos estar horas hablando de esto, pero te lo resumo: creo que la energía de un personaje te da una forma de caminar, de mirar, una voz, una velocidad determinada. El Mosca de Entre hombres, por ejemplo, para mí siempre fue un simio, un gorila con cierto aplomo, un gesto fuerte y un ritmo lento. En cambio, en la comedia que voy a hacer ahora con Delfina Chaves, en la que hay menos composición o caracterización, el personaje tiene una energía más parecida a la mía. ¿Galán? Bueno, acá tampoco hay un galán, quizás más bien un antigalán, porque juega mucho el humor”.

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Para Furtado, el humor puede filtrarse hasta en el sórdido penal San Onofre, escenario de El marginal . “Mientras grababa Diosito hacía un taller de clown. Mi  clown se llamaba Felipe, que es el nombre de mi sobrinito, y era ingenuo pero pícaro, aventurero, pero torpe… El clown no tiene límites y está bueno que uno no se los ponga”. Algunos rasgos del Felipe de nariz roja, cuenta el actor, se impregnaron en Diosito Borges. “En los talleres, en el lugar de estudiante, uno está más creativo, más abierto a nuevos conceptos. Ahí descubrí que Diosito tiene cosas de clown, puede ser un clown, tranquilamente. Solo es cuestión de estar todo el tiempo dispuesto a jugar”.

Llegó a Buenos Aires con veinticuatro años y una metódica formación teatral en Montevideo. “Al principio sufrí el desarraigo, hasta que nos acostumbramos, mis papás y yo, a que las cosas fueran así, a encontrarnos cuando podíamos. Esta ciudad es muy potente, tenés que estar a la altura, hay que seguirla de atrás. Si no, te come. Hay que estar muy activo. Y a mí el movimiento me encanta, me gusta el quilombo”. Después de asomarse a la pantalla en la telenovela Dulce amor, comenzó a construir el camino singular que al cabo de una década lo llevó hasta el top 10 global de Netflix, la plataforma que acaba de estrenar la última temporada de El Marginal.

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"Creo que la energía de un personaje te da una forma de caminar, de mirar, una voz, una velocidad determinada"

Entonces, y ahora, su método mezcla técnicas y experiencias. Entrenamientos corporales a priori tan opuestos como el yoga y el boxeo –las dos disciplinas que practica con regularidad–, y preparaciones extremas. “Cuando trabajo un personaje o una escena, busco cosas que me modifiquen a mí como persona, y por lo tanto como actor, que pueden tener que ver con factores externos: sentir frío o calor, dolor, la sensación de una remera un poco pegajosa, llevar zapatos sin medias o estar descalzo, estar cansado o mal dormido. Para los castings, siempre les aconsejo a amigos y a colegas esto de ir modificados”.

Él mismo pasó la noche anterior al casting para El Marginal durmiendo a la intemperie, cerca de los bosques de Palermo. “Fui a buscar a una plaza una vivencia previa que me marcara. El casting era a la mañana y yo quería llegar mal dormido, quizás con frío, con alguna contractura en el cuello: algo en mi cuerpo tan vivo, tan presente y tan real que volviera mucho más verdadero lo que estuviera actuando. Me llevé una botella de grappamiel, un licor que calienta la garganta y se toma mucho en Uruguay, con alto porcentaje de alcohol, para el frío. Me pasé la noche afuera, hasta que me di cuenta, cuando faltaban dos horas, de que no me sabía bien la letra del casting, y me volví a casa para repasar la escena”. Durante el proceso de las audiciones, a la actuación le sumó la simulación. “Me presenté con la dentadura postiza. Para ellos, yo era tal cual me estaban viendo. No dije que era actor. Para ellos, era mi primer casting. Fingía que no sabía dónde mirar, qué hacer, en qué lugar pararme…”. Es cuestión de estar todo el tiempo dispuesto a jugar.

Fotos: @maxiguterman

Styling: @delfina_tulli

MUA: @joaquinvegacaro

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