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Polimá Westcoast, poderoso

Tiene sólo 24 años y ya se está consolidando como una de las figuras más prometedoras del trap en español. De ascendencia africana, pero con raíces muy chilenas, Polimá Westcoast está demostrándole al país -y al resto del mundo- que no existen límites que puedan contenerlo.

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Polimá Westcoast (24) no habla de fama ni de éxito. Y no es porque no los posea: su carrera musical ha sido una explosiva demostración de talento, creatividad y perseverancia. Con casi seis millones de oyentes en Spotify, una lista de colaboraciones internacionales cada vez más larga, un tour nacional completamente sold out y más de medio millón de seguidores en redes sociales (@richboywest), el cantante de trap chileno no mide su trayectoria con cifras ni logros cumplidos, sino que se evalúa a sí mismo en base a un único principio: “Me siento muy poderoso”, proclama.

A primera vista, muchas personas ponen en duda su nacionalidad. De padre angoleño y madre chilena, su origen es indiscutiblemente africano. Y, sin embargo, Polimá Ngangu Miguel Orellana -su nombre real- nació en 1997 en la comuna de Independencia, donde creció bajo el cuidado de su familia materna y sus muchos hermanos y hermanas.

Al igual que tantas otras infancias de nuestro país, Polimá se crió escuchando la música romántica que su abuela y mamá solían oír en su casa: Alexandre Pirés, Juanes, Miguel Bosé y La Oreja de Van Gogh estaban constantemente en la radio. “Eso forma gran parte de lo que expreso”, señala. “Me gusta más la música que genera sentimientos, que cada vez que la escucho me provoque nostalgia. Eso es lo que trato de hacer con mi música, conectar con la persona espiritualmente”.

Pese a dedicarse al trap, sus creaciones musicales poseen una veta sensible que las diferencia del resto del género. Como él mismo explica, siempre le gustó el reggaetón y el hip-hop afroamericano, pero nunca se sintió tan identificado con las figuras de 50 Cent, Snoop Dogg, Wiz Khalifa o Daddy Yankee: los encontraba muy duros, muy underground. Con el trap, en cambio, sintió la libertad de cantar cosas más emotivas y personales.

POLIMÁ WESTCOAST: Nuestra generación es un poco más emo que la anterior, la anterior era más dura. Nuestra generación es más de pokemones. Fuimos influenciados por todo eso desde chicos.

L’O: ¿Te sientes emo?

POLIMÁ WESTCOAST: Creo que cuando chico lo intenté, pero nunca pude.

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Sus inicios en la música fueron humildes. A a los ocho años cantaba temas religiosos en la iglesia cada domingo, pero Polimá nunca dudó de que ese era tan sólo el comienzo de una próspera carrera. “Yo siempre supe que podía lograrlo”, admite riendo. “Tenía el ki, me sentía fuerte. Desde muy chico decía: 'Voy a hacerlo, voy a hacerlo, voy a hacerlo’”.

En 2018 lanzó su sencillo “BrokeBoi” y atrajo la atención de los medios. De ahí en adelante, su vida se transformó en una rápida sucesión de éxitos y aciertos: firma con el sello Sony Music, presentaciones en Lollapalooza 2019 y 2022, colaboraciones con artistas internacionales como Rels B, Aron Piper y Duki y, más recientemente, varias semanas con su single “ULTRASOLO” liderando las listas de lo más escuchado, junto con una extensa gira nacional que ya tiene todas las entradas vendidas. “La gente cree que es así de simple”, dice chasqueando los dedos, “pero es un sacrificio diario. Por eso creo que me va bien, porque voy a trabajar y uno cosecha lo que siembra”.

¿Y qué es lo que cosecha? Alrededor de tres o cuatro canciones cada vez que entra al estudio. “Tengo como cinco mil en mi computador”, calcula, y explica su proceso: “Anoto las cosas, voy al estudio sin escribir y hago un freestyle con lo que me está pasando”. Dice que para esas sesiones de improvisación busca palabras que estén en su día a día -de lo que esté sonando en la calle o que le digan sus amigos-, términos y expresiones que la gente use y se identifique, pero que no se esperarían escuchar en una canción. “Tengo una vibra, voy y la atrapo”, proclama como síntesis.

"Tengo matices que debería explorar más y nunca nadie me enseñó. Es rara mi voz: es aguda, me gusta. Ahora me gusta, pero me costó muchos años que eso pasara".

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Descubrir sus colores 

Si bien hoy disfruta de un buen flujo creativo, Polimá admite que no siempre fue así. Durante los últimos años ha debido hacer las paces con su voz e influencia africana. “Obvio que tiene matices de África, está en mi ADN”, señala. “Es lo que estoy explorando; me crié en un mundo donde esa música no predomina, ni mi raza. Tengo que ir a buscarla a otro lado”.

POLIMÁ WESTCOAST: No es que no cante bien. Tengo matices que debería explorar más y nunca nadie me enseñó. Es rara mi voz, es aguda, me gusta. Ahora me gusta, pero me costó muchos años que eso pasara. Tenía que encontrarme conmigo mismo y con lo que me hiciera sentir cómodo, porque antes, como no sabía tanto, me sobreexigía, y por eso pensaba que quizás no era por ahí el camino. Ahora que encontré mi matiz y mis colores, ya sé en qué rango moverme.

L’O: ¿Estás más relajado?

POLIMÁ WESTCOAST: Sí, ahora lo disfruto. Todo eso que grabé fue como para encontrarme a mí mismo, para construirme. Para poder decirme a mí mismo: “Nunca cantaste mal, nadie puede decirte si cantas bien o mal, porque es tu arte, es tu obra”. Tú decides de qué manera te expresas. Es como un pintor con su obra; él dice por qué está pintada esa línea y nadie le puede decir nada. Pero eso me costó entenderlo con el tiempo, después de grabar esas cinco mil canciones.

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Con más proyectos y presentaciones por venir, el apetito de Polimá Westcoast por conquistar el mundo parece insaciable. “Te vas poniendo metas y cuando las vas cumpliendo dices: ‘¿Eso era?’. Es algo infinito”, relata. Pero si bien elige concentrarse sólo en la música y está lejos de sentirse realizado, no es inmune al momento surreal que está experimentando. “Me siento con mucho poder”, confiesa. “Todo lo que me costó convencer a la gente de que sí tenían que ir a verme en vivo y ahora está toda la gira vendida… Van a verme, disfrutan y gozan y se van felices, y me dicen ‘¡Oh, gracias!’. Esa sensación es el éxito para mí”.

Ésta, sin embargo, está lejos de ser su forma final. “Creo que [las personas] aún no me entienden al 100%, pero ya van a conocerme a medida que vaya sacando algunas cosas que tengo planeadas”, anticipa. “Es un largo camino, pero es divertido que de a poquito se vayan revelando cosas y les vaya mostrando más de cómo soy yo en mi interior”.

Cuando se le pregunta sobre el futuro, su respuesta es veloz y concisa: “Coachella”, dice. “Quiero tocar en lugares gigantes, donde haya 100 mil, 500 mil personas. Eso quiero hacer”, reitera, y añade con seriedad: “Así será”.

Fotos: @maxjorquera

Styling: @romimoralesr

MUA: @mayabayer 

Periodista: @mon1080p

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