Nicolás Gantz juega con otras reglas
El fotógrafo outdoor combina los deportes de aventura con el arte de contar historias. Ya sea desde la montaña, el agua o el aire, busca usar su trabajo para acercar los elementos de la naturaleza a las personas... y recorrer el mundo mientras tanto.
Durante la adolescencia, Nicolás Gantz pidió prestada la cámara fotográfica de su hermana tantas veces que, eventualmente, su solicitud fue encontrada con un: “yapo, cómprate la tuya”.
Aunque es poco probable que su exitosa y consolidada carrera como fotógrafo y audiovisual outdoor, experto en deportes de aventura, haya sido gatillada por ese momento específico, sin duda lo ayudó a dar el primer paso. Así, cuando en la universidad emprendió un viaje solitario de 15 meses por Nueva Zelanda y Asia, su cámara –propia, esta vez– fue, según él mismo define, “la compañía perfecta”: “Pude perfeccionar un poquito más mi técnica, que en ese momento estaba bastante pobre, pero fue un buen inicio. Ahí como que dije, ‘guau, realmente quiero seguir viajando, sacando fotos y conociendo estos lugares’”.
Regresó a Chile con determinación. Apenas de vuelta, postuló a un trabajo de marketing en Red Bull, empresa en la que rápidamente destacó por sus conocimientos del área deportiva en disciplinas no tradicionales. Al poco tiempo, Gantz ya formaba parte de la parrilla oficial de fotógrafos de la marca. “Yo venía de un background deportivo súper fuerte, así que cuando entré me lo tomé en serio. Eso me ayudó a avanzar súper rápido y a embarcarme en expediciones o proyectos igual importantes en una época donde el mundo outdoor no era tan comercial como ahora, justo antes de que existiera Instagram”, recuerda. “De repente, marcas me empezaron a llamar para vender mis fotos”.
El llamado de la montaña
Entre tantas imágenes de naturaleza, viajes y deportes de aventura, es fácil perder de vista una de las características que más definen a Gantz y su trabajo: cuenta con cinco años de la carrera de Arquitectura a su haber, lo cual, según él mismo indica, le aportó una sensibilidad especial en temas de composición, luz y color. “Siempre fui una persona muy gráfica”, dice. “Me encantaba dibujar, o quizás porque de chico era bueno para el Lego… No sé. Pero siempre tuve claro que quería diseñar”.
Y, sin embargo, otro de los pasajes de su vida que más han determinado su camino –tanto personal como profesional– es uno radicalmente diferente: “Desde kínder jugué hockey césped en un club; no profesional pero de alta exigencia, porque jugué para la selección juvenil”, relata. “Era harto sacrificio, entrenaba cuatro o cinco veces a la semana, nos tocaban viajes para jugar afuera, campeonatos todos los fines de semana… Tuve una formación deportiva súper rigurosa, y eso me hizo enfocarme. Había un orden, una metodología, una exigencia por parte del equipo, un compromiso que me incentivó mucho”.
No fue sino hasta una lesión y un viaje a Nueva Zelanda después que Gantz se alejó del deporte convencional y respondió a ese llamado de la naturaleza que siempre había sentido: la montaña. “Volví a Chile y alguien me llevó a escalar al Cajón del Maipo, y dije ‘ya, yo quiero meterme a esto’”, cuenta. “Me metí a un curso, hice un par de talleres. Del boulder me pasé a la escalada en roca, después en paredes más grandes, después la escalada en hielo, el esquí de montaña, etcétera. Se empezó a armar como que ya no era ir a un sector de escalada, sino meterse a la montaña propiamente tal”.
Gantz finalmente había encontrado el camino que satisfacía todas sus inquietudes. “Yo ya tenía esta necesidad de estar afuera todo el rato”, explica. “Para mí, la escalada y el montañismo fueron la excusa para saciar esta necesidad personal de estar afuera, de viajar, de sumergirme en una cultura nueva y en un país distinto, y la cámara era la manera de realizarlo todo y financiarme”.
Más allá del point
Por supuesto, estar inmerso en la naturaleza es gran parte del atractivo que Gantz ve en su profesión, pero también la oportunidad de capturar hazañas y contar historias que, de otra forma, las personas jamás conocerían: “Lo que siempre me atrajo de los deportes de aventura [kayak, montañismo y parapente, entre otros] es que hay deportistas de muy alto rendimiento, muy comprometidos, que no están performando ante los ojos de nadie”, dice el fotógrafo. “Son muy under. Están haciendo cosas radicales, y las únicas personas que los ven en esos contextos somos nosotros, sus compañeros”.
Desde saltos en kayak por cascadas de 25 metros con Aniol Serrasolses o escaladas sin cuerda ni protección con el mismísimo Alex Honnold (en quien se basó el documental Free Solo, ganador del premio Óscar), Gantz siempre busca transmitir la admiración y el esfuerzo que hay detrás de cada fotografía, más allá de la belleza del paisaje. “Todas estas disciplinas tienen algo en común, y es que hay un arte del movimiento, un lenguaje corporal”, describe. “Son artistas, se mueven de una manera específica, con una soltura específica, de una forma súper eficiente o con un estilo en particular”.
“Te piden enfocar la toma más linda del momento point, el punto más bacán de algún truco, de algún movimiento”, cuenta Gantz. “Pero hay una parte importante detrás que es de mucho sacrificio, de entrenamiento y de riesgo, y para contar una historia no solamente quieres a la persona en el point, en el truco más importante o en el punto más expuesto o en la parte más estética, sino la historia completa: lo que abarca el proyecto, incluso los años antes del proceso que vivió para llegar a ese momento”.
Era, entonces, cosa de tiempo antes de que comenzara a usar el formato audiovisual para documentar esos procesos. Un día de 2021, tras la pandemia, Red Bull lo llamó para preguntarle si conocía alguna productora capaz de realizar un proyecto a gran escala con Sebastián “Ardilla” Álvares, deportista nacional experto en vuelo con windsuit. Gantz no desperdició la oportunidad: les dijo que no conocía ninguna productora en Chile de esa magnitud, pero que si se lo permitían, él podía desarrollarlo. “Básicamente hice una empresa por un día y me embarqué”, recuerda entre risas.
Así nació Far South Studios, productora que ya lleva casi dos años en funcionamiento. Volcano, su primer trabajo, consistió en la tarea no menor de filmar a “La Ardilla” mientras entraba y salía volando del cráter del volcán Villarrica, lo cual significó ir a grabar hasta la cumbre de la montaña, montar cámaras de cine a dos helicópteros y planificar tomas de alta complejidad. “Armamos algo que hoy en día miro para atrás y sé que tiene muchos errores”, admite. “Pero fue real. Creo que mi conocimiento sobre la fotografía del deporte me ayudó a hacerlo bien en primera instancia, y me posicionó en las altas ligas de la producción”.
Jugar con otras reglas
Algo que definió el enfoque de Gantz al momento de hacerse fotógrafo fue su conciencia sobre los riesgos que implican muchos de los deportes que cubre y, por ende, también practica. Después de todo, en el hockey existía el riesgo de lesión, pero en las actividades a las que se dedica ahora, el riesgo es vital.
NICO GANTZ: En la montaña y otros deportes de aventuras juegas con otras reglas. Tienes que ser mucho más consciente del riesgo y fácilmente te puedes matar en si no haces las cosas de manera correcta. Y muchas veces, cuando estás en lugares más técnicos, si no eres impecable, literalmente impecable con tus movimientos, fácilmente puedes tener un accidente donde nadie te venga a rescatar y termine en una muerte. Eso cambia las reglas del juego.
L’OFFICIEL: ¿Te atrae eso?
NG: No sé si particularmente [ríe]. No. Para nada. Pero ves una foto de una montaña que te parece hermosa y dices “guau, yo quiero subir eso”... Muchas veces no tiene que ver con la ruta o con lo técnico, sino con lo estético del lugar o lo que significa el viaje entero. Muchas veces te embarcas en un proyecto sin saber que es tan riesgoso hasta que ya lo estás planificando.
Más que el riesgo, dice, es el desafío. “Muchas de estas disciplinas no solamente tienen que ver con el performance deportivo, sino que también el performance psicológico y mental. Sí, obviamente hay un riesgo, pero también hay una capacidad mental para sobrellevar ciertas cosas o para mantenerte tranquilo cuando hay harto riesgo, o para performar de manera impecable cuando no puedes darte el lujo de equivocarte. Y eso también es un entrenamiento súper importante, me enseñó a enfrentar muchas cosas en mi vida cotidiana que no habría podido soportar antes”.
Cosas, quizás, como la muerte de amigos cercanos o un diagnóstico médico preocupante.
Desde hace poco más de tres meses, Gantz ha tenido que dejar el deporte de lado por instrucción médica: le diagnosticaron un tipo de cáncer avanzado y, aunque de todas formas le colocaron un catéter, ya comenzó a su tratamiento de quimioterapia en base a píldoras – ocho al día.
Es en situaciones así donde su entrenamiento para mantener la calma en momentos de crisis se hace notar. “Estoy tranqui, en verdad. En un minuto no sabía qué era lo que los doctores me iban a decir, y si es que me decían que me tocaba morirme pronto, creo que igual he tenido muy buena vida, con muchas experiencias enriquecedoras, y yo iba muy abierto a todo”, señala.
De todas formas, la muerte no es una presencia nueva en la vida del joven fotógrafo. En 2017, su gran amigo Cristóbal Bizzarri falleció tras un desprendimiento de hielo en Cordillera Blanca, Perú. A Gantz le tocó avisarle a la familia de su desaparición, encontrar la carpa abandonada, recuperar el cuerpo y bajarlo desde la montaña. Por si fuera poco, un año después, le informaron de la muerte de quien habría sido su nuevo compañero de montaña, Daniel, en condiciones similares.
“Estaba medio mareado, colapsado. Perdí un poquito la motivación, la chispa de la escalada y de apostar tanto”, recuerda. “Me hizo entender que la vida es súper frágil y que, al final, las otras veces que había puesto en riesgo mi vida era por un disfrute: muchas cosas pueden salir mal cada vez que te subes al auto o que cruzas la calle. Pero toda esa cercanía a la muerte me enseñó a tenerle respeto, pero no a tenerle miedo”. Mientras esperaba el diagnóstico, asegura, él era el más tranquilo de toda su familia.
Acercar los elementos
Con diagnóstico o no, practicando algún deporte o desde la producción, Gantz continúa su trabajo con un propósito definido: acercar la naturaleza a la gente. “Como personas que habitan las ciudades, estamos acostumbrados a que las cosas nos lleguen. Nos estamos desvinculando de manera muy radical de la naturaleza, de las épocas de cosecha, nadie sabe lo que viene en tu plato, etcétera. Yo al menos siento la necesidad personal de mantener ese vínculo”, explica. “Creo que la educación ambiental es algo que podría cambiar las cosas, y creo que para educarse ambientalmente o entender todo este problema del cambio climático, es súper importante salir a la naturaleza, conocer. Si estás encerrado en la ciudad y en el celular todo el día, no vas a poder realmente ver la naturaleza y entender su importancia”.
Los deportes outdoor y de aventura, propone Gantz, son una forma de lograrlo. “A mí lo que me llama la atención de los deportes de aventura es que hay muchos sujetos con un vínculo súper estrecho con la naturaleza y que entienden los elementos de una manera mucho más profunda que nosotros en la ciudad, porque no estamos acostumbrados a ver las estrellas, a entender el viento, porque no estamos mirando el río no sabemos de dónde viene el agua”. ¿Y qué mejor que una fotografía o un video alucinante para inspirar esa conexión?
SELF EXPRESSIONS, un proyecto de L'Officiel Chile. Grabado en su totalidad con Samsung Galaxy S23 Ultra.
Dirección: Tamara Adriazola (@tamyadriazola) & Ailyn Salvo (@savingpines).
Cámara: Carlos Saavedra (@carlos.saav).
Entrevista por: Montserrat Santibáñez (@mon1080p).