SISA: fuerza colaborativa
Por primera vez la marca SISA tiene un espacio en sintonía con el impulso creativo que mueve a sus dueñas. El diseño interior es un homenaje a la riqueza de los textiles y la nobleza de los materiales.
Hace 12 años tres socias fundaron SISA de “una manera inocente, sabiendo más lo que no queríamos que lo que queríamos”, dice una de ellas. Alejandra Cruz, Elisa Rodríguez y Trinidad Rodríguez, provenientes de disciplinas diferentes pero ciento por ciento complementarias, crearon esta marca que ahora estrena un espacio con diseño renovado para imbuir a sus clientas en una atmósfera coherente con su identidad. “El hecho de que proviniéramos de disciplinas distintas a la moda desde el comienzo nos dio una visión diferente. Mezclar arte, arquitectura y diseño nos hizo pararnos en otro lugar”, reflexiona Trinidad. Y ese “otro lugar” siempre tuvo que ver con la atemporalidad, con trabajar en pos de que sus creaciones no estuvieran enmarcadas en la tendencia ni en lo efímero. “Venimos de mundos en donde lo que creas, permanece. Y ahí había algo muy interesante de llevar a la moda y poder traspasarlo a la clienta: evitar el sobreconsumo, cuidando lo que usas, incluso poder mandarlo a arreglar para heredarlo”, explican. Son premisas que hasta hoy sus clientas valoran y avalan. Y aunque empezaron tres, a medio camino se unió la cuarta socia, Cecilia Baeza, “quien nos da orden y sentido de realidad”, dice Trinidad, pues tiene a su cargo los números de la empresa. Quienes recuerdan los inicios de SISA tienen en la memoria varias tiendas donde estaban sus colecciones tan reconocibles: prendas de líneas simples e impecables, fabricadas en telas nobles. Hoy ese espacio mutó. “SISA estuvo en cada uno de los locales de este edificio donde empezamos, desde el más pequeño hasta el más grande, siempre con la mirada de no transar en la calidad ni en la experiencia de tienda.
L'OFFICIEL: ¿En qué momento sienten que SISA definitivamente creció?
TRINIDAD RODRÍGUEZ: Diría que hace un par de años, pospandemia. La venta en tienda volvió a ser la más importante, porque es vivencial. Por eso para nosotros era superimportante tener un local más grande, poder acoger a más clientas, y que el espacio hablara de nuestra marca, que se respirara SISA en todos los aspectos, desde lo más conceptual hasta lo más práctico. Hasta ese entonces habíamos tenido unas tiendas más pequeñas que permitían albergar la ropa, pero no comunicar un concepto.
¿Cómo es esa experiencia de tienda que proyectaron?
ELISA RODRÍGUEZ: Habíamos mirado el trabajo de Rodrigo Bravo, a quien le encargamos el diseño, porque tiene lógicas parecidas a las que tenemos en SISA en cuanto a la aproximación con los materiales. Y de esa lógica colaborativa partió la idea de hacer algo con una intención de diseño muy específica. Rodrigo estaba muy abierto a esta conversación y a trabajar colaborativamente. Alejandra, Trini y yo nos sentamos con él y su equipo a hablar de lo que queríamos, pero sin un plan, sin una referencia tan directa. Buscábamos reflejar el mundo de SISA en un espacio que no tuviera temporalidad ni tendencia. No queríamos sacar piezas ni hacer pegoteos de lo que habíamos visto.
TR: Claro, el plan era llegar a algo muy propio, sabiendo que eso es superamplio. Pero también compartimos con el estudio de Rodrigo el fijarnos en los detalles, que son los que generan la experiencia. Por ejemplo, poner batuco o travertino, que son materiales locales con cierta nobleza en su historia. Rodrigo nos propuso usarlos pero de una forma distinta, descontextualizando su uso.
El diseñador Rodrigo Bravo explica que desde un principio planteó un proyecto en donde se articularan “materiales sencillos, comunes y corrientes”. “Empujamos la idea de no requerir terminaciones y dejar en su estado más natural los revestimientos y materiales. Por ejemplo, el travertino del norte de Chile se instaló tal cual como se guarda en las canteras, o bien con cortes que asumen el accidente como un valor. El batuco, un material tan común en las terrazas de las casas chilenas, no se pulió ni se le hizo un tratamiento, sino que solamente se le incorporó manualmente aceite para proteger del polvo. Y todos los muebles metálicos son zincados, que es un proceso que protege el metal y que en lo general está invisibilizado o bien pertenece a un contexto más industrial”, describe. Su oficina trabajó en la definición de una serie de texturas y materiales que apelan a lo más noble por la ausencia más que por la abundancia y en donde los muros de apariencia imperfecta aparecen como un hilo conductor a lo largo del recorrido. En los probadores decidieron tener cortinas, para dar presencia al mundo de la textilería, y la propuesta era el cruce de colores que suben desde el piso, llegan a un cierto horizonte y en ese punto se produce un efecto. “Es muy bonito ese detalle –dice Trinidad–, porque nosotras tenemos una obsesión por el color y queríamos plantearlo en la relación con todos los materiales.
¿Cómo pensaron el espacio de la vitrina?
ER: Siempre pensamos en estos cruces colaborativos, en que es posible que vengan artistas, por eso queríamos un espacio generoso, que la vitrina también sea un espacio expositivo, donde incluso podamos mostrar el lado conceptual de la marca, no necesariamente el producto terminado, sino que el origen de nuestras colecciones.
¿Cuál es el proceso de trabajo en la creación de las colecciones?
TR: Para este verano, por ejemplo, el concepto madre tuvo que ver con el color en la trama y el urdiembre y cómo aparece después en la estructura de la tela. Se producen los efectos moiré, jaspeados, y la paleta se enriquece mucho. Invitamos a Carmen Gazitúa, una artista muy querida, para interpretar la paleta de este verano a través de su técnica, y le propusimos crear una miniserie audiovisual. La idea es invitar cada temporada a un artista diferente para difundir su trabajo, su manera de hacer arte, y de esa forma poder co-crear o co-diseñar algún producto. Eso es lo que más nos mueve como equipo, crear contenido original.
ER: Siempre estamos en un proceso de retroalimentación y en constante búsqueda de conectar con mujeres que están en áreas afines a nosotros, en el arte, en la cultura. Ese es el sentido de nuestro Journal (contenido digital mensual), donde invitamos a mujeres a comentarnos qué leer, qué ver, dónde ir y lo compartimos con las clientas.
TR: También a través de proyectos colaborativos como NUBE, de danza, con José Luis Vidal. Recientemente también diseñamos el vestuario para la danza de apertura del Festival CRTIC, que fomenta la tecnología y la creatividad. Esa coreografía estaba en manos de José y se presentó con el uso de drones dentro de un teatro. Y nosotras somos superajenas a la tecnología, pero entendimos lo innovador de estar en este primer show de drones indoor.
Al principio SISA se proyectó como un estudio de diseño para mezclar disciplinas y generar colaboraciones, siempre con el punto de inicio en la moda. Hoy siguen experimentando con la creación de vestuario para obras de danza y otros proyectos.
TODAS BIENVENIDAS
Hace 12 años no era muy común hablar de sustentabilidad, el fast fashion era muy aceptado, y el planteamiento de ustedes iba en otra línea, ¿les costó introducir estos nuevos conceptos?
ER: Nunca hablamos mucho de sustentabilidad porque en la moda es muy complejo ser ciento por ciento sustentable. Pero sí, todas nuestras decisiones apuntan hacia allá y no lo sabíamos en ese momento. Fuimos un poco incomprendidas, pero mantuvimos la línea.
¿En qué sentían la incomprensión?
ER: Partimos diseñando colecciones más conceptuales, más arriesgadas quizá, y de a poco entendimos que estamos en un ecosistema, que tenemos que conocer a nuestras clientas, porque hay un lado comercial que es importante. Entonces, sin transar el diseño fuimos entendiendo qué de esto funcionaba bien. Al final la experiencia te lo da todo. El error, el volver atrás, preguntarse por qué. Tal vez más que incomprensión era la inocencia de salir al mundo y no entender cómo se hacen las cosas en términos de negocio, porque cuando recién partió, Sisa era muy distinto a todo lo que había.
¿Cuál es su opinión sobre la falta de originalidad y la copia?
ER: Siempre hemos abogado por empujar que todas las marcas tengan su carácter, su identidad, su sello. Hemos vivido situaciones así pero las tomamos como señal de que hay que seguir adelante, dar un paso hacia el lado y pasar a otra cosa. Probablemente pensamos ‘este modelo llevamos haciéndolo por mucho rato, ya lo estamos viendo en otros lugares, es hora de movernos’.
¿Cómo ha evolucionado su público?
TR: Diseñamos para una mujer que practica un consumo consciente y adhiere a los valores de la moda lenta, y bajo eso hay transversalidad en la edad. Nos hacemos cargo de que tenemos clientas desde los 30 a los 80 y más, entonces las colecciones están pensadas para que todas sean bienvenidas.