La bandana, versatilidad en un accesorio
Es probablemente el cuadrado de tela más famoso —y popular— del mundo: la bandana. Símbolo de hippies, obreros, motociclistas, gays, rockeros y burgueses; la bandana es unisex y democrática. ¿Quién no tiene una?
El origen de la bandana se remonta a la India del siglo XVIII, ya entonces famosa por sus textiles y teñidos. Sus motivos se imprimían sobre algodón mediante la técnica del batik, con sellos de madera sumergidos en tinta, generalmente roja, con el motivo paisley, una suerte de ramo de flores o arbusto, símbolo del amor y el romanticismo en la tradición persa.
Los colonos europeos se enamoraron de este pañuelo de 50 por 55 centímetros, cuyo nombre viene del sánscrito badhnati, que significa "atar". Los primeros en llevarla a Occidente fueron los portugueses, cuando Portugal reinaba sobre Goa y Bombay. No tardó en ser adoptada por los paisanos sevillanos del siglo XVIII y XIX, que la usaban sobre la cabeza para protegerse del sol, y, a través de los colonos españoles esta “moda” llegó a América del Sur y fue adoptada por los gauchos argentinos y brasileros (bajo el nombre de lenço) y por los vaqueros y revolucionarios mexicanos. En América del Norte hizo su aparición con la fiebre del oro que comenzó en 1848, que atrajo a decenas de miles de europeos, especialmente irlandeses y alemanes, que la llevaban en su equipaje. Las bandanas se producían ya en grandes cantidades en fábricas de Manchester (Gran Bretaña) y Glasgow (Escocia).
Los cowboys del Oeste americano la usaban para protegerse la cara del polvo sobre sus caballos cuando acompañaban a las manadas o partían al galope y John Wayne y Hollywood la convirtieron en un emblema. A partir de principios del siglo XX los herreros, ferroviarios y mineros norteamericanos la usaban en triángulo sobre el rostro para cubrirse la boca, secarse el sudor y evitar la suciedad. Tanto es así que se convirtió en un distintivo social, lo que les valió su apodo -los rednecks (cuellos rojos)- con que se distingue aún hoy a la clase obrera norteamericana, aunque también la usaban los gángsters para disimular sus rasgos en los robos. Durante la Segunda Guerra Mundial, formó parte del vestuario de Rosie the Riveter (Rosie la Remachadora), símbolo de las empleadas civiles del ejército americano.
En los años 70, la bandana, llevada en el bolsillo trasero, fue un signo de pertenencia en la comunidad homosexual de San Francisco. Cada posición y color definía las prácticas y preferencias sexuales de la persona, un verdadero código llamado “código bandana”. Simultáneamente, la bandana era —y sigue siendo— uno de los accesorios preferidos de los muy machistas moteros.
En los 80 el cuadrado de algodón estaba presente en todas partes, en diferentes versiones y colores, lisas o estampadas. Madonna la hizo pop en “Buscando a Susan desesperadamente” y Olivia Newton John le dio un toque deportivo en su clip “Physical”.
Las modas fueron pasando pero no la bandana. El actor y músico Steven van Zandt (“Los Soprano”, la E Street Band) la usa en permanencia y es raro ver a Keith Richards de los Rolling Stones sin una. Gracias a Snoop Dogg y a Tupac Shakur, raperos de la Costa Oeste americana, este accesorio forma parte de la historia del hip-hop. Flexible como siempre, la bandana también tiene fans entre los deportistas como el ciclista Marco Pantani o el tenista Arnaud Clément.
Hoy en día se puede llevar alrededor del cuello, para sujetar el pelo, atada en la cabeza como un pirata (¿como no pensar en Johnny Depp en Piratas del Caribe?), alrededor del cuello, asomando descuidadamente del bolsillo trasero o atada al asa de una cartera. Totalmente unisex, lo pueden llevar tanto hombres como mujeres e incluso no es raro verlas alrededor del cuello de los perros chic. La bandana atrae a todos los públicos. De hecho, Hermès propone, además de su famoso carré de 90 x 90, bandanas de seda de 55 x 50.