Moda

La desobediencia revolucionaria de Schiaparelli

No cabe duda de que Elsa Schiaparelli fue una mujer radical. Hoy, después de algunos años del relanzamiento de la marca, Daniel Roseberry s eha encargado deseguir sus pasos.

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No cabe duda que Elsa Schiaparelli fue una mujer desobediente. Desde niña, aunque trataba de encajar en el mundo que le había tocado vivir, eligió las estrategias más inusuales para integrarse a las normas sociales. Por ejemplo, dado que su madre no la consideraba una «niña bella», la pequeña Elsa daba paseos por el jardín de su casa en Roma para recolectar flores, las cuales después se ponía en la cabeza, los oídos y la nariz, esto con la finalidad de aparecer más bella ante los ojos de los demás.

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Imagen de L'Officiel Paris, 1941. Cortesía de Éditions Jalou.

Desobedecer fue su lema de vida, se casó con Wilhelm Wendt de Kerlor a las 24 horas de haberlo conocido; luego, cuando ya liberada de este matrimonio se instaló en París, conoció a Poiret un día que, visitando los salones de moda del diseñador, decidió husmear entre los probadores y vestir todas las creaciones que fue encontrando a su paso (se dice que el mismo Paul Poiret le regaló en aquella ocasión un abrigo que a Elsa le sentaba muy bien).

Así, desobedeciendo, nos ha regalado prendas icónicas que son referencia en la historia de la moda, y al mismo tiempo, recurso de inspiración a la posteridad: el vestido esqueleto, el collar de insectos o el vestido langosta (con todo y perejil en su estampado) son, apenas, una prueba de ello.

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Retrato de Elsa Schiaparelli. Fotografía por John Phillips / Cortesía de The LIFE Picture Collection.

Relacionada con la vanguardia artística se autonombró ella misma una artista que hacía moda, ganando con ello muchas rivalidades y creando polémicas a su alrededor. Ella, con la sensibilidad que la caracterizaba, logró entender que para proponer una colección hacía falta un tema que sirviera de hilo conductor, y propuso los desfiles como grandes espectáculos que sirvieran lo mismo para mostrar las prendas que para publicitar a la firma.

Hoy, después de algunos años del relanzamiento de la marca, llegó otro diseñador desobediente para quedar al frente de esta firma: Daniel Roseberry. Llama poderosamente la atención la forma en la que, con la soltura de un artista, dibuja cada una de sus creaciones y nos regala, por medio de las redes sociales de la marca, todo un universo iluminado con pocos trazos.

 

En medio del mundo convulso en el que vivimos actualmente, Roseberry se compromete con la fantasía lo mismo que con su visión apocalíptica de la identidad. Nos muestra grandes volúmenes que salen de la mitad de una falda, o faldas que brotan, como las flores del jardín de Elsa, de los aretes de una modelo.

La nueva mujer Schiaparelli es fuerte, en todo el sentido de la palabra, desafiando las normas del género se enfunda en un vestido que parece un traje de súper héroe y que nos recuerda a los artistas que modifican su fisonomía para presentar sus performances.

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Retrato de Daniel Roseberry. Cortesía de la firma.

Hasta en los más pequeños detalles aparecen los elementos surrealistas e inquietantes que  hicieron famosa a la diseñadora italiana: un par de pequeños ojos nos miran, a manera de botones, desde los puños de un blazer color rosa shocking, mientras que sus modelos nos sonríen gracias a las dentaduras plateadas con dorado que cuelgan de sus cuellos y que nos recuerdan a los cuentos inquietantes que escribiera Edgar Allan Poe.

La Alta Costura de Daniel Roseberry es mágica… mágicamente desobediente, porque nos invita a mostrarnos con descaro y lujo en una armadura bordada con pequeños canutillos, en contraste con el leisure wear que pretende convertir a una bata en un vestido; también nos pide que soñemos con un mundo que rompa con el «deber ser», regalándonos imágenes que nos inspiran a pensar en una moda donde lo artesanal y minucioso se convierten en la huella que podemos dejar en el mundo.

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Colección Alta Costura primavera / verano 2021, Schiaparelli.

Hoy, como desde 1935, el 21 de la Place Vendôme sigue siendo el lugar desde el que Elsa Schiaparelli y Daniel Roseberry desobedecen, desde ahí lanzan su desafío a todos aquellos que piensen que la moda no es un arte, a quienes crean que la Alta Costura solo nos permite soñar con cuentos de hadas, y a todos los que hayan olvidado que la evolución de la moda está íntimamente ligada a la irreverencia.

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