Dior presenta un auténtico cuento de hadas en su colección otoño / invierno 2021
Borrando la dimensión entre tiempo y espacio, Maria Grazia Chiuri desenvuelve sus propuestas en territorios, que sugieren y dan forma, a una constelación articulada de ropa y accesorios. Para la temporada otoño / invierno 2021, Dior explora un auténtico mundo de cuento de hadas. Su simbolismo no es solo un medio de escape, al contrario, es un vehículo para desafiar y revisar los estereotipos y arquetipos que permean en la sociedad.
A través de una transmisión en línea, la historia comienza en la oscuridad de un bosque en donde surge un performance con bailarines que se mueven de manera liberadora entre la noche, hasta dirigirse a un magnífico castillo. Mientras tanto, una mujer reposa en el pasto hasta que se levanta súbitamente.
Dentro del castillo, un gran pasillo de espejos contrasta con una instalación de púas, mientras bailarinas hipnotizadas se mueven peligrosamente entre los filos. Ahí, seguimos a una mujer deambular entre el castillo, inspirada en La bella y la Bestia, uno de los cuentos favoritos de Maria Grazia Chiuri, sobre todo la adaptación cinematográfica de Jean Cocteau, basada en los cuentos de hadas de dos escritoras: Madame d'Aulnoy, contemporánea de Perrault, y Madame Leprince de Beaumont. Y, entonces, da inicio el desfile.
Un elenco de modelos, cuyo casting estuvo a cargo de Michelle Lee, se abre paso entre el imponente pasillo. Con una narrativa proyectada hacia el futuro, el uniforme del soldado de juguete es revisado a través de la visón de Maria Grazia Chiuri, transformándose en una serie de abrigos de cachemira azul con toques de rojo y blanco.
A lo largo de toda la colección, Dior juega con el largo de las faldas, primero por debajo de la rodilla, después en versiones mini con calcetines blancos por debajo que recuerdan el mundo de la infancia y finalmente con caídas vaporosas hasta el piso. La bar jacket, insignia de la maison, aparece en negro (color que se impone determinadamente en una variedad de piezas) sobre una falda y botas largas negras.
«¡Creo que un abrigo rojo es muy bonito!», escribió Monsieur Dior en el pequeño diccionario de Moda. Entonces, el rojo se convierte en otro hilo conductor a lo largo de la propuesta, apareciendo en distintos abrigos, iluminando impermeables, impregnando tartanes a través de un motivo de rosa de archivo e, incluso, en una gran capa larga con capucha que hubiesen encantado a Caperucita Roja en la versión de Angela Carter.
Aparecen como complementos delicados pañuelos en la cabeza y lentes de sol ovalados, así como bolsas icónicas de la maison. El maquillaje, a cargo de Peter Philips, se inclina por una piel natural y luminosa que contrasta con un smokey eye cargado que enfatiza la mirada.
La propuesta termina con magníficos vestidos de noche dignos de las princesas con capas de tules que parecieran evaporarse en diversos colores. Los textiles elevan las siluetas en lamé reluciente y los jacquards de lúrex estilizan la figura con un brillo metálico que pareciera flotar en el aire.
Sin duda, Dior propone una nueva autoconciencia que surge de la sensibilidad femenina, la cual sabe entrelazar recuerdos del pasado con la madurez, como por arte de magia.