La nueva ola de maquilladores: de los años 90 a 2018
A lo largo de distintas generaciones, y a través del análisis de las tendencias de la moda y el diseño, hemos seguido la evolución creativa del maquillaje a partir de la década de los 90.
Entre los nuevos rostros y los veteranos icónicos, el panorama del maquillaje se encuentra en una fase acelerada de su evolución. Para satisfacer las expectativas de un mercado dominado por las redes sociales y la obsesión por los looks de las celebridades, es imperativo pensar en términos de inclusión global que vaya más allá de la simple multiplicación de los tonos de base. Las tendencias de TikTok, rápidamente adoptadas por los medios, se desvanecen en un instante, mientras que los backstage de los desfiles de moda —una fuente inagotable de inspiración— han perdido su influencia de antes. Gracias a los cambios generacionales, los experimentos creativos y la aparición de nuevos rostros, hemos trazado la evolución de la creatividad en el maquillaje desde los años 90 en adelante.
En comparación con la década siguiente —cuando los looks de los desfiles, los colores de las colecciones y las directrices de los estilistas dominaban el mundo de la cosmética—, a principios de los años 90 la moda y el maquillaje seguían lógicas relativamente autónomas, con tiempos y tendencias en gran medida independientes. En el elegante packaging azul y dorado de Dior, el maquillaje hiperfemenino, jugado audazmente con contrastes cromáticos, fue dominio de Tyen desde 1980. Tyen, un maquillador vietnamita que pasó del backstage de la Ópera de París a los rodajes de Avedon, Irving Penn y Bill King, se convirtió también en fotógrafo, imaginando los cosméticos y las campañas de Dior durante 30 años. Antes de él, Serge Lutens creó el estilo, las paletas de colores y la imagen del maquillaje; también fue un extraordinario maquillador convertido en fotógrafo y fue aclamado por Diana Vreeland como la personificación misma de la revolución del maquillaje.
Terry de Gunzburg, diseñadora de maquillaje internacional en YSL Beauté durante 15 años, y aún famosa por la genialidad de Touche Éclat, se había ganado una reputación gracias a sus sesiones fotográficas con Helmut Newton y Guy Bourdin.
En CHANEL, Dominique Moncourtois y Heidi Morawetz han trabajado juntos en el rubro del maquillaje durante casi 30 años. Moncourtois llegó en 1969 y fue elegido por la propia Mademoiselle Coco Chanel, mientras que Morawetz fue llamada por Dominique, quien se fascinó por su trabajo junto a Helmut Newton, Sarah Moon, David Bailey y, sobre todo, por su colaboración con Guy Bourdin, con quien creó campañas que hicieron historia en la publicidad de Charles Jourdan. Estas imágenes impactaron a Yves Saint Laurent, quien la involucró en la creación de su línea de maquillaje lanzada en 1974. En CHANEL, Moncourtois y Morawetz trabajaron para materializar la visión de Karl Lagerfeld, que quería transformar el esmalte de uñas, el lápiz labial y las sombras de ojos en objetos de moda tan importantes como la ropa. Esta estrategia se ejemplificó en la obsesión colectiva por Rouge Noir, el esmalte de uñas creado para el desfile de Otoño/Invierno 2004, que lució Uma Thurman en Pulp Fiction.
Con la aparición de una nueva generación de fotógrafos superestrellas, surgió una nueva ola de maquilladores que son reconocidos por su estilo en las páginas de destacadas revistas de moda. Son los mismos que comparten desfiles en Milán, París, Londres y Nueva York, que están vinculados a los diseñadores que revolucionan el mainstream y a los directores creativos que dan impulso a las maisons. François Nars es quien estuvo detrás de los desfiles de moda de aquellos años: Versace, Marc Jacobs, Anna Sui. Es él quien maquilló a Madonna y sus amigos para el libro Sex, filmado por Steven Meisel y editado por Fabien Baron, el director de arte que más tarde creó el envoltorio negro opaco de NARS, la línea de maquillaje quel maquillador que se convirtió en fotógrafo en 1994.
Fred Farrugia, que trabajó con Mondino, Goude y Mario Testino, fue director artístico de LancÔme durante siete años —hasta 2004—, y fue el primero en atreverse con el maquillaje rojo o con polvos iridiscentes inspirados en las alas de los insectos. Diane Kendal, a quien Calvin Klein llamó a colaborar para su línea de maquillaje minimalista; Val Garland, que completó los mundos fantásticos de Alexander McQueen con un maquillaje imaginativo; Dick Page, el favorito de Phoebe Philo —cómplice elegida de Corinne Day y Kate Moss—, que se convirtió en directora artística de maquillaje de Shiseido en 2007; Stéphane Marais, creador de color de Clé de Peau desde en 1991; y Pat McGrath, que con John Galliano crearon musas para Dior... Los desfiles y backstages se convirtieron en un punto de referencia para la belleza. De ahí la prisa de las marcas de moda por conseguir a los maquilladores más buscados.
Es así como Peter Philips, director de creación de maquillaje de CHANEL de 2008 a 2013, se convirtió en director de creación e imagen de Dior Makeup en 2014. Por otro lado Tom Pecheux, director global de belleza de YSL Beauté desde 2017, fue anteriormente director de Shiseido y Lauder. Fortalecido por la nostalgia del público y por la imagen sensual de Gucci, Tom Ford lanzó su línea de belleza en 2011, posicionándola en la gama más alta del mercado con un lápiz labial mucho más caro que sus competidores.