Tumbas y pesadillas en la Galería 3.14
En una exposición por partida doble, las hermanas artistas Natalia y Mariana Babarović presentan, respectivamente, Bordado –selección de pinturas en gran formato tanto recientes como antiguas– y Las noches –grabados inéditos realizados durante estos últimos años a modo de bitácora personal–. Disponibles hasta el 30 de junio en la Galería 3.14.
La última exposición de la Galería 3.14, ubicada en el centro del Barrio Franklin en Santiago, vale por dos, ya que reúne el trabajo de Natalia y Mariana Babarović, hermanas con destacada trayectoria artística en Chile. Inaugurada hace unos días y bajo la curatoría de Cristián Silva Soura, la muestra presenta obras de ambas artistas y abarca diversas técnicas, formatos y tamaños.
En el caso de Natalia Barbarović (1966) es, por supuesto, la pintura el principal medio. Alumna de Adolfo Couve y Gonzalo Díaz durante su paso por Artes Visuales en la Universidad de Chile, su trabajo se ha centrado en la producción pictórica, siempre explorando el espacio que la pintura tradicional –de retratos y paisajes, por ejemplo– puedan tener en el panorama contemporáneo, dialogando con la fotografía y el video. Bordados, como se titula la exhibición actual en la Galería 3.14, reúne obras tanto recientes como antiguas, donde destaca especialmente Tumbas, una serie de pinturas en gran formato realizadas entre 1998 y 1999 durante su paso por el Reino Unido, donde se dedicó a retratar, desde un punto de vista casi cenital, sepulcros abandonados del cementerio de Abney Park, en el norte de Londres. “De sus superficies vibrantes parecen emerger vapores y gases de la descomposición, también fluidos que parecen impregnar las telas, como si fuesen apósitos absorbiendo las secreciones de esa gran herida en la tierra”, escribe Silva en el texto.
El trabajo de Mariana Barbarović, por su parte, resulta no menos lúgubre que el de su hermana. Diseñadora editorial autodidacta y fundadora del Centro de Estudios Gráficos, Las noches es una selección de obras inéditas realizadas a lo largo de los últimos años, entre 2022 y 2024, las cuales nacen del proyecto personal de reconstruir y documentar, en un ejercicio casi forense, sus pesadillas. El resultado es una colección de dramáticos grabados, “imágenes de gran arrojo y que generan un cierto vértigo (...) De ellas se desprende una energía apremiante, algo atarantada y atragantada, de emergencia, de urgencia, impresiones instantáneas de lo inmediato. Y probablemente sean así, porque deben ser elaboradas a toda velocidad, antes de ser olvidadas (o, dicho de otro modo, antes de que el cadáver empiece a enfriarse)”, lee el texto curatorial de Silva.