Arte y Cultura

Katherine Rodríguez y el ballet, una pasión infinita

La primera bailarina del Ballet de Santiago dice que el amor por su profesión es eterno, indestructible. Entre delicados saltos y movimientos de ensueño también conoció el amor de pareja: lleva 12 años de relación con el primer bailarín Lucas Alarcón. El ballet, dice, es un mundo de sacrificios, pero también de lazos incondicionales y de crecimiento. Y lo disfruta con el corazón.

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Foto por Carlos Saavedra (@carlos.saav).
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A los nueve años, Katherine Rodríguez caminaba encorvada. Su madre la llevó donde un médico que le aconsejó realizar alguna actividad física —de preferencia ballet clásico— para corregir esa postura.  Por indicación médica, la matricularon en un taller que dictaban en su colegio.

Pero esa actividad no solo enderezó su columna, sino que también trazó su destino. Después de un tiempo la profesora le dijo a la madre de Katherine que su pequeña tenía muchas condiciones y le sugirió que fuera a una audición al Teatro Municipal.

La maestra tenía razón: aceptaron a Katherine inmediatamente. Desde entonces comenzó la intensa rutina de quien hoy es la admirada primera bailarina del Ballet de Santiago: después del colegio, de lunes a viernes, acompañada por su madre, viajaba hasta el Municipal.

A Katherine le encantaba hacer ejercicios con su malla, tutú y zapatillas de punta. Miraba sus movimientos en la barra, frente a los espejos, y disfrutaba las clases con esa alegría propia de la niñez. Pero cuando cursaba su tercer año en el Municipal, ese bello juego tomó otro cariz y nació un sentimiento por la danza que hoy, sentada en la sala de ensayos del Teatro Municipal, define con una sola palabra: “pasión”.

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Foto vía Instagram (@katherinerodriguez228), por Lucas Emanuel Alarcon (@alarcon8914).

Un amor infinito que afloró cuando vio por primera vez una función completa de ballet. “Nos invitaron a una gala acá. Y me acuerdo de haber visto a Marcela Goicochea interpretando a Giselle”, dice.

“Cuando vi el escenario, cómo se movía la escenografía, ahí lo decidí, dije ‘esto quiero hacer, esto es ballet’. Yo conocía el ballet como clase, hacía los ejercicios, veía a las niñas con tutú. Pero cuando vi la obra completa dije ‘yo quiero hacer esto en mi vida’”, cuenta.

Hoy tiene un lazo indestructible con su profesión: “Lo que me hace estar siempre activa es bailar. Es poder expresar lo que de alguna manera me está pasando día a día”, dice.

Además, cuenta, el ballet le ha permitido encontrar otra conexión sólida e incondicional: lleva una relación de doce años con Lucas Alarcón, primer bailarín del Ballet de Santiago. “Así como trabajamos para bailar, trabajamos también para seguir conociéndonos, entendiéndonos y ayudándonos el uno al otro”, explica.

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Foto vía Instagram (@katherinerodriguez228), por Lucas Emanuel Alarcon (@alarcon8914).

Aunque reconoce que su profesión es muy sacrificada y que tuvo que dejar muchas cosas de lado, especialmente durante su niñez, si volviese el tiempo atrás tomaría una y otra vez la misma decisión. “Creo que soy superestructurada y fue lo mejor para mí. No lo cambiaría. Si puedo estar acá desde las nueve de la mañana e irme a las doce de la noche, no es que esté sufriendo. Me encanta estar acá, me encanta bailar. Y si tengo que ayudar a mis compañeros, también lo disfruto. Lo amo de verdad”.

Katherine proyecta una gran dulzura, pero dice que se siente muy identificada con el personaje de la Fierecilla Domada, porque, aunque no lo parece, tiene un fuerte carácter. Y comenta que, a diferencia de algunas bailarinas que disfrutan la danza cuando ya son maduras, ella siempre lo ha pasado bien interpretando los personajes que le han asignado. “Nunca tuve miedo al escenario. Si tenía que hacer algo, simplemente lo hacía”, explica.

Cuando se ha caído, literal y metafóricamente hablando, sus padres, a quienes ama profundamente,  siempre han estado para ayudarla a levantarse. Son su gran soporte, tienen una conexión muy profunda.

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Foto vía Instagram (@katherinerodriguez228).
L'OFFICIEL: ¿Cómo trabajas el ego inherente a tu profesión?

KATHERINE RODRÍGUEZ: Creo que uno siempre tiene que escuchar la crítica. Y a veces uno no quiere escuchar para no sentirse mal.  Pero creo que el ego se trabaja escuchando, entendiendo que puedo mejorar.

Y cuando has vivido momentos difíciles, ¿a qué te aferras?

KR: A seguir trabajando. Puede ser que sí me frustre al leer una crítica. Pero al otro día pienso que eso no me va a fallar nuevamente y que hay que seguir.

¿Y qué papel no has hecho y te apasionaría mucho hacer?

KR: El ballet Onegin. Me gustaría interpretar el personaje de Tatiana. Me gustan los ballets muy teatrales y que reflejan la vida, que no sean tan fantasiosos como los de hadas.

¿Te gustaría internacionalizar tu carrera?

KR: Me gustaría seguir en Chile. Me gusta esta compañía. Yo vivo bien con mis compañeros. Tengo mi familia acá. Por suerte nosotros salimos mucho afuera a bailar. Entonces no es que tenga esa necesidad de ir a conocer otros países. Aparte que el ballet clásico acá es muy difícil. Hay solamente una escuela grande. Son muy pocos alumnos que entran a una compañía. Entonces creo que la compañía tiene que crecer acá. Si me voy, sería quitarle una parte.

Katherine Rodríguez es parte de ICONS junto a la colección Knot, un proyecto de Tiffany & Co x L’Officiel Chile. 

Dirección general: Jaime Aguilera

Dirección creativa: Ailyn Salvo

Cámara: Carlos Saavedra

Montajista: Felipe Mercado 

Producción: Pedro Aguirre

Asistente de producción: Raimundo Hinzpeter 

MUA: Antonia Peña 

Entrevista: Verónica Marinao 

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