Bajo la piel de Jonathan Crump
Detrás de sus incontables tatuajes en el cuello, brazos, manos y piernas, Jonathan Crump esconde una personalidad amable, risueña y amistosa. Con un estilo propio inspirado en la moda, este año el tatuador chileno buscará dejar su marca en el mundo de la tinta en Nueva York.
Nacido en Los Ángeles, California, pero criado en Santiago de Chile, el joven tatuador chileno Jonathan Crump (28) lleva años dedicado a trazar las pieles de sus clientes con diseños originales, únicos y reconocibles. A semanas de irse a vivir y probar suerte en la Gran Manzana, el artista gráfico rememora sus inicios en el rubro, las lecciones aprendidas y qué diferencia el gusto nacional del extranjero.
L’OFFICIEL: ¿Cómo llegaste a los tatuajes?
JONATHAN CRUMP: Estaba estudiando Diseño en la universidad y no sé por qué dejé de dibujar. Sentía que el sistema no funcionaba para mí, siempre quise estudiar arte. Me salí y dije: “Ya, voy a ver lo que yo quiero hacer, voy a ver qué onda el tatuaje”. Y como que quedó. Cuando me propuse aprender fue todo muy autodidacta. Era muy difícil en ese tiempo, no había tutoriales en Internet y era muy raro, no como ahora. Lo bueno es que siempre tatué sólo mis diseños. Aunque fueran cosas enanas, traté de seguir una línea y fue como una evolución de mi dibujo desde chico.
L’O: ¿Qué te atrajo a este mundo?
JC: Fue una cosa mía, siempre me gustó. Para mí es algo estético, como decoración: “Es lindo, me lo pongo”. Me empecé a tatuar a los 17 años. Obviamente, mi mamá como “no, ni cagando”, y yo como “mamá, es súper chico, da lo mismo”. Y me terminé haciendo uno enorme.
L’O: ¿Lo tienes todavía?
JC: Me lo tapé. Era un búho.
L’O: ¿Y el primer tatuaje que le hiciste a otra persona?
JC: El primer tatuaje que hice probablemente me lo hice a mí, en las piernas. Y el que le hice a otra persona no me acuerdo, debe haber sido casi que un signo infinito a una amiga en la pieza de la casa de mi mamá.
L’O: ¿Cómo definirías tu estilo?
JC: Lo más reciente es una parte de mi personalidad y mis intereses más fuertes. Lo que estoy haciendo ahora es muy inspirado en la ropa y en la fotografía de moda, absolutamente. Siento que es algo que no se ha visto mucho y la gente ve esos monos y sabe que son míos. Me gusta dibujar ropa, ir cambiando de personajes, es como Polly Pocket.
L’O: ¿Cómo ha sido la experiencia de tatuar en otros países?
JC: Increíble, es algo muy nuevo ir a tatuar en partes donde ni siquiera hablas el idioma. He estado en San Francisco, Nueva York, Los Ángeles, México, París, Alemania, Argentina… En Estados Unidos es donde más me apañan. No te cuestionan nada, no te cambian nada. Aquí es como: “¿Podemos mover esto aquí y cambiar esto acá y esto no lo quiero?”. Y así todo el rato. Al final, como que no te gusta tanto el trabajo que estás haciendo, porque te lo están modificando demasiado. En EE.UU. llegan y te dicen: “Ya, házmelo al toque”. Lo más divertido es cuando no te dicen lo que tienes que hacer y es 100% tu trabajo.
L'O: ¿En qué cambian los gustos?
JC: Aquí no se atreven a las cosas nuevas. Siempre están muy pegados a una referencia acá en Chile. Y afuera tienes todas las libertades de hacer lo que sea. Es mucho más divertido. En EE.UU. he podido explotar mucho más mis diseños de ahora, porque sé que me los apañan y les encantan.
L’O: ¿De dónde nace la inspiración de tus dibujos?
JC: De nadie puntual, pero creo que de la moda. Siento que mi mood es muy Balenciaga. No hay nadie específico, porque uno va tomando de todo. De hecho, estos monitos que empecé a dibujar los hice porque una vez me compré botas vaqueras en México y dije como: “Voy a dibujar esto”. Todo nace en mi cabeza, las veo ahí y lo puedo dibujar de inmediato. No necesito mirar nada.
L’O: ¿Qué música escuchas al tatuar?
JC: Harto funky o disco. Soy un chico de SoundCloud; me gusta tener un set increíble que suene dos horas, generar un ambiente y no ir canción por canción. Que te lleve por un viaje.