El apetito de La Vinoteca se expande
Lo que comenzó como una distribuidora de licores hoy se ha transformado en una serie de restaurantes de elevada cocina, tiendas especializadas en charcutería, quesos y panadería y, por supuesto, una carta de vinos y destilados privilegiada.
Según cuenta la leyenda, fue Mauricio Fredes –hijo de César Fredes, destacado cronista culinario y vitivinícola– quien, tras hacerse cargo de la tienda de vinos de su padre en el Hotel Radisson, convirtió La Vinoteca en la potencia gastronómica que es hoy en día.
Junto a su amigo y socio Rodrigo Luco, fueron ellos quienes poco a poco se encargaron de diversificar su oferta y transformar el negocio en una cadena de varios locales. Así, La Vinoteca pasó a ser una de las distribuidoras de licores más activas del mercado nacional, con un catálogo de vinos y destilados que atraen a primerizos y conocedores.
Hoy, sin embargo, el apetito de La Vinoteca es aún mayor – y el de sus comensales también. Tras el ingreso de la familia Awad como socio histórico de la empresa, una nueva etapa de expansión ha comenzado a desarrollarse en cada una de sus sedes, yendo más allá del mundo del vino.
La experiencia que ofrecen –tanto en sus dos restaurantes de Santiago como en el de Viña del Mar y Puerto Varas– es completamente transversal: la comercialización de los mejores vinos y destilados del mundo continúa siendo un pilar fundamental, pero ahora además cuentan con una amplia oferta de charcutería, quesos y panadería dentro del mismo local, a modo de complementar el consumo del bebestible que el cliente decida llevarse. La tentación, al momento de comprar, es innegable: cada insumo es producido por diversos proveedores tanto chilenos como extranjeros, y la exhibición en el mostrador resulta tan atractiva como apetecible.
Los restaurantes de La Vinoteca mantienen ese mismo principio: a cargo del chef Roberto Ponce, su carta ofrece platos exclusivos que cambian según la temporada, pero siempre se mantienen al servicio del vino. En una mezcla de familiaridad y sofisticación, la oferta incluye productos del mar, pastas, carnes y aves acompañadas de cuidadosas y sabrosas preparaciones de verduras, las cuales vienen de la mano con la recomendación informada del mejor brebaje para hacerle justicia a los sabores. Ya sea tinto, blanco, destilado o espumante, cada licor es servido con su debido proceso de oxigenación y en las copas que permitan el óptimo desempeño de sus ingredientes.
Con la orientación y los consejos ofrecidos por los informados garzones, hasta los paladares más novatos serán capaces de disfrutar como el sommelier más experto, con una cocina elevada y el vino perfecto –servido acorde a las indicaciones de consumo ideal– para cada plato.