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Las reglas según Camilo Huinca

Comenzó con el graffiti y hoy es uno de los artistas más reconocidos del país con colaboraciones internacionales a su nombre y una tienda propia que expone sus obras. Con un afán creador sin límites, el ilustrador y artista chileno no sigue el camino de nadie, sólo el suyo.

En 2014, el ilustrador y artista Camilo Huinca (33) cometió lo que él mismo describe como “el acto más descriteriado” que ha hecho en su vida. Ahorró lo suficiente y se fue a vivir a la playa de Las Cruces un par de meses. Era invierno y la soledad era casi total. Tras una serie de viajes ida y vuelta a Santiago, logró acumular todo tipo de materiales plásticos y se entregó a la curiosidad: aprendió a pintar con acrílico, probó la cerámica, hizo un poco de serigrafía. A partir de esos días de creatividad y exploración nació la imagen de lo que hoy se reconoce como Only Joke, su pseudónimo, su marca.

Pero esa identidad visual no llegó de casualidad. No fue espontáneo ni tampoco un arrebato sorpresivo de inspiración y genialidad. Huinca se propuso inventar su propio estilo, y lo logró. “Dije: ‘Si a esto alguna vez le va a ir bien, tengo que tener algunas normas para mí mismo’”, recuerda. Tras colaborar con marcas y medios de renombre internacional, de realizar numerosas intervenciones artísticas tanto en Chile como en el resto del mundo y con una concurrida tienda propia en la capital que exhibe y vende sus obras, ¿cuál habrá sido la regla más importante de todas las que se planteó aquel día en la playa, hace ya tantos años? “La gente tiene que reconocer que es un Camilo Huinca rápido”, asegura.

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Retrato por: Bastien Reveco

Dibujar con la tele de fondo 

Criado en la comuna de Maipú, fue a través del skate, del graffiti, de la música y sus amigos que un joven Huinca descubrió el arte. “Como cuando a alguien que le gusta hacer algo lo hace sin que se lo hayan enseñado”, revela, “rápidamente entendí que el dibujo era una de las cosas que me hacían sentir seguro”, confiesa. Una de sus primeras nociones del oficio, de hecho, es la de estar haciéndolo sentado en la mesa del comedor, mientras su abuela, al lado, planchaba mirando teleseries. Hasta el día de hoy, Huinca dice que prefiere crear con la televisión encendida de fondo.

Al salir del colegio, su decisión de estudiar Diseño Gráfico le cambió la vida para siempre. “Me apasionó. O sea, me encontré con un mundo que había descifrado señales, que le había puesto nombre a cosas que yo ya había desarrollado en mi mente”, explica. “A través de la teoría me fui descubriendo a mí”. Pero no fue el estudio del color ni de la figura y forma lo que más le impactó, sino que el poder de la síntesis: “Los logos son la sintetización máxima del dibujo. Tienes que decir todo lo que puedas con muy pocas cosas”, asegura.

Ese principio fue la brújula que determinó su manifiesto en Las Cruces. “Dije: ‘Primero, no me puedo demorar mucho en hacer una obra porque, si me pagan poco y tengo que hacer mil para que me vaya bien, no puedo estar esperando tanto’”, dice. “Tengo que hacer algo que sea eficaz, rápido, seguro. Quitarle un poco de dificultad a la obra”. Es así como surgen algunos de los sellos de su mano: personajes sin boca, con sólo cuatro dedos y una paleta clásica de nueve tonos Pantone.

Pero la simpleza estilística de sus ilustraciones no significa menos riqueza ni emotividad. “Me gusta, cuando conozco a alguien, interiorizarme y meterme en su mundo”, admite. “Tomo un poco de eso: la escena, el movimiento gestual. La manera en que la persona se agacha para recoger una flor, se extiende para hacer ejercicio, se recoge para poder entender un texto… Hay algo que me lo dejo a mí. Y eso después lo interpreto a través de una técnica”.

Huinca solía publicar su arte en Tumblr y, sin saberlo, en 2014 atrajo la atención de un fan inesperado. “Estando en Maipú me llaman por teléfono desde Estados Unidos”, rememora. “Mi inglés era muy malo, dijo algo como que era de Nike y le dije: ‘Si esto es verdad, mándame un mail’. Cinco minutos después me escribe Michael Leon, el director de diseño”. La marca quería colaborar y lanzar una colección junto a Only Joke. El futuro que imaginó esos meses en la playa se hacía realidad.

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Arte sin romance 

“Siempre he sido lo suficientemente orgulloso como para creer que las cosas que hago se tienen que autosustentar”, señala el artista sobre la relación comercial de su trabajo. “No voy a vivir mi vida bajo el romanticismo de que en el arte tiene que haber un mecenas, porque no lo voy a tener”.

Lejos de desmotivarlo, la falta de oportunidades tradicionales impulsó a Huinca a concretar sus aspiraciones de una forma alternativa, incursionando en papelería, decoración y hasta moda, con una tienda física que expone y vende sus obras en la Galería Drugstore. “Creo que la tienda es así de grande porque yo quería tener mi propia galería de arte, porque hasta el día de hoy nunca encontré una puerta abierta para poder hacer algo”, reflexiona.

"No voy a vivir mi vida bajo el romanticismo de que en el arte tiene que haber un mecenas, porque no lo voy a tener". 

Hoy, Only Joke se está posicionando como una de las marcas nacionales más connotadas y reconocidas por el público. Mientras busca lugares para instalar una nueva sede, la store de Providencia no sólo recibe clientes, sino que también visitas que van a admirar las obras de Huinca como si se tratara de un museo.

Pero esa falta de romanticismo al contemplar su carrera no significa que sus piezas no vengan del amor, como ocurrió con la escultura inflable que presentó en Lollapalooza 2022. “Como que sólo hay bondad en eso”, explica. “Me parece que la gente ve puro amor y yo lo hice con puro amor. Entonces, qué bacán que mi amor tenga figura, que esté ahí y que la gente pueda abrazarlo y reconocerlo y decirme que está bueno”, concluye. 

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