Yves Saint-Laurent y las flores: Una historia de amor
El museo Yves Saint-Laurent de París ofrece una muestra –Les fleurs d’Yves Saint-Laurent- concentrada en la pasión del modisto por las flores, heredada de su maestro Christian Dior.
Desde su nacimiento a finales del siglo XIX, las flores han sido un tema favorito de la Alta Costura, comenzando por el gran modisto Charles Frederik Worth que amaba reproducir el lis, su flor favorita, en sus creaciones. En la Belle Epoque Jacques Doucet hizo de la hortensia su motivo preferido. A partir de 1914, Paul Poiret inventó una rosa de diseño simplificado, acorde con las tendencias artísticas de la época mientras que Coco Chanel hizo de la camelia su símbolo fetiche. En los años 30 y 40, los vestidos de día privilegiaban los motivos campestres, pero Christian Dior fue el modisto que más afirmó a la mujer idealizada en las curvas de una flor. En 1947, su colección que se hizo célebre mundialmente como el New Look, se llamaba en realidad «Corolle» (corola).
Yves Saint Laurent se inscribía en esta tradición y desde sus inicios en Dior o bajo su propio nombre a partir de 1962, las flores fueron un elemento esencial de sus colecciones.
Moda, naturaleza y literatura
Con su socio Pierre Bergé, Saint-Laurent vivía rodeado de flores y jardines: en sus pisos, en sus casas de vacaciones y en su casa de moda. Apasionado por la flora, encontraba en ella una fuente infinita de inspiración.
La admiración de Yves Saint Laurent por la naturaleza la compartió con numerosos artistas y escritores, en particular con Marcel Proust uno de sus autores favoritos. Mientras Proust describía a las mujeres como flores, Saint-Laurent las cubría con ellas.
En esta exposición, una treintena de siluetas textiles y dibujos ponen en relieve la íntima relación entre la obra de Yves Saint-Laurent, la naturaleza y la literatura. Este diálogo natural entre las artes y las épocas continúa con el artista estadounidense Sam Falls, cuyas obras —paisajes florales que armonizan con las piezas de alta costura— puntúan la exposición.
Como en un libro, cada capítulo presenta citas de Proust frente a las siluetas floreadas de Yves Saint-Laurent. Los accesorios y dibujos del diseñador se presentan en atriles. Como en un jardín, las flores nos hablan de la personalidad y los gustos del diseñador: el lirio de los valles (favorito de Christian Dior), rosas, buganvillas, amapolas o su icónico lis.
A lo largo de la muestra —cuyo recorrido se abre con un bustier del verano de 1996, en gaza de seda aplicado con amapolas— los visitantes descubren las piezas icónicas y las habilidades de Yves Saint-Laurent para dar vida a sus creaciones florales, desde los primeros apliques bordados para un vestido de primavera-verano de 1962 hasta el virtuosismo de los estampados de la colección primavera-verano 2001, una referencia inolvidable a los cuadros de Pierre Bonnard o las chaquetas bordadas íntegramente por la Maison Lesage, hoy en día icónicas, de la colección primavera-verano 1988, que recreaban el Iris y los Girasoles de Van Gogh. En una fotografía puede verse a Laetitia Casta, cubierta apenas por algunas guirnaldas de flores de gasa, el inolvidable vestido novia que cerró de forma apoteótica su desfile primavera verano de 1999, también expuesto in situ.
Agrupados en cuatro temas, los vestidos seleccionados para la exposición muestran la gama estilística, los tratamientos textiles y los colores que YSL utilizaba para evocar las flores. Bordadas, combinadas en ramilletes, sobre muselinas, estampadas en sedas, recortadas y aplicadas sobre tejido, fundidas sobre tafetanes, las flores —realistas o imaginarias— transformaban las pasarelas y sus colecciones en una suerte de herbario poético y romántico.
Hasta el 4/5/2025 Les Fleurs d’Yves Saint Laurent en el Museo Yves Saint Laurent, 5, avenue Marceau, Paris 16e.