Moda

Los inmortales 90

La década del minimalismo e individualidad tira los hilos del corazón de diseñadores y del público actual.

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1995 fue el año en que se activó un interruptor. Esta trendy editorial de los archivos de L’OFFICIEL de 1995 muestra cómo el estilo se balanceaba hacia una dirección minimalista con un toque de sensualidad en las pasarelas más importantes del momento.

Sobre las pasarelas siempre circulan distintas eras, pero últimamente una época se ha convertido en una inagotable fuente de inspiración para los diseñadores: los años 90. Aunque no llegamos ni siquiera a la mitad de la década, las tendencias actuales son subproducto de destacados diseñadores y colecciones de los 90 como el minimalismo de Calvin Klein, el grunge de Marc Jacobs para Perry Ellis y la elegante sensualidad del Gucci de Tom Ford. Cada época de la moda retorna para brillar por sí sola, pero el minimalismo de los 90 perdura debido al anhelo nostálgico, un interés renovado en la individualidad y una relación cada vez más íntima entre moda y celebridades.

Plagado por una recesión económica, el escenario político de principios de los 90 influenció profundamente su estilo. El comienzo de la década estuvo marcado por dos visiones distintas de la moda, ambas reacciones al exceso cultural y de estilo de los años 80. El primero fue el grunge, tendencia que se desarrolló a partir de la actitud generalmente apática, en el mejor de los casos, y antagónica, en el peor, de los consumidores jóvenes hacia la desigualdad económica y social. Al final, la persistente hipocresía de la tendencia la llevó hacia su fin. Colleen Hill, curadora del departamento Costume and Accessories del Museo FIT, escribe en su libro de 2021 Reinvention and Restlessness: Fashion in the Nineties que “críticas sobre los altos precios de los diseños influenciados por el grunge de (Marc) Jacobs y otros diseñadores se centraban en el hecho de que estos looks podrían ser confeccionados en base a prendas de segunda mano… o en una variedad de iteraciones de precios mucho más bajos”.

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Una editorial de 1996 de L’OFFICIEL resume el nuevo sentimiento: Lo que usamos, desde las siluetas minimalistas chic de Jil Sander a la nueva sensualidad de Tom Ford en Gucci.

Memorable pero fugaz, el grunge fue superado por el minimalismo. Tal como Hill señala en su libro, “aunque la fantasía de la moda es indiscutiblemente importante, también lo es que la ropa ocupa un lugar en la rutina del día a día. Esto fue especialmente significativo durante la década de los 90, mientras la moda se recuperaba de un vuelo de fantasía que había dejado a la mujer promedio preguntándose dónde ella (y su guardarropa) podía encajar”. Inspirándose en siluetas fáciles de llevar para la mujer moderna, marcas como Prada, Helmut Lang y Jil Sander usaron materiales, formas y colores de nuevas y prácticas maneras que pudiesen atraer a un público más amplio en una era donde los hábitos de consumo estaban en un punto bajo. Particularmente, la mochila de nailon de Miuccia Prada se transformó en un ícono de la década, codiciada por su simplicidad y durabilidad. La trayectoria de inicios de los 90 aparentemente refleja los 2020. Esta década ha experimentado recesiones, momentos de acción y una pandemia global, todo lo cual sacudió la capacidad y el deseo de gastar. Siguiendo los pasos de la generación X, los millennials y gen Z buscan inspiración en una era que fomentaba la personalidad dentro del minimalismo.

Hacia fines de los años 90, Occidente experimentó un auge económico que cambió actitudes y acceso. En Gucci, Tom Ford marcó el comienzo del regreso al lujo después de la recesión. Este no era el mismo lujo obvio de los años 80, sino una perspectiva minimalista que ofrecía elegantes trajes a la medida, osados complementos y telas sensuales. Cimentada por trend setters como Carolyn Bessette-Kennedy, Carine Roitfeld y Gwyneth Paltrow, el minimalismo encontró su lugar y se asoció a la “chica elegante de la ciudad”. Mientras la aceleración económica aún no ha llegado a la década de los años 20 actuales, el reflejo de la industria en los 90 demuestra el deseo de un cambio similar en positividad y prosperidad después de años de temor existencial y tendencias que van y vienen dentro de meses, semanas e incluso días.

La fatiga del core ha llevado indudablemente a añorar tiempos y modas más simples. Para quienes afortunadamente desconocen el concepto, el “núcleo” o core de una tendencia es un nicho que prolifera a través de las redes sociales. Aunque es difícil rastrear exactamente dónde o cuándo se acuñó el término “núcleo”, el normcore –estética gender neutral que celebraba la ropa simple y no de manera irónica– fue introducido hacia principios de 2010. Con el auge de TikTok, los núcleos volvieron con toda su fuerza. Las tendencias core (barbiecore, fairycore, cottagecore) giran en torno a una vibra y abarcan no solo moda sino un estilo de vida. Un interés renovado por la sencilla moda de la década de los 90 se da en parte por una reacción a este ciclo de tendencias imposible de seguir. Ahora, algunos diseñadores han comenzado a crear piezas que trascienden los ciclos core.

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El encanto y la simpleza de un look Calvin Klein de 1997 sacado de los archivos de L’OFFICIEL.

De forma similar, algunos consumidores están empezando a apostar por estilo personal y sustentabilidad en oposición a las tendencias que duran casi dos semanas. Inspirándose en los 90, los diseñadores apagan esa sed y entregan una visión nostálgica que es eterna.

Los años 90 estuvieron plagados de rostros familiares incrustados en la cultura, con las “supers” formando una nueva era y cambiando para siempre la relación entre moda y celebridades. Hasta la aparición de Cindy Crawford, Naomi Campbell, Christy Turlington, Kate Moss, Claudia Schiffer, Tyra Banks y Linda Evangelista, la ropa era más famosa que las modelos. Las supermodelos trajeron personalidad a la industria de la moda, fomentando la individualidad. Sus actitudes despreocupadas y personalidades distintivas brillaron fuertemente sobre las pasarelas, fotos de paparazis y portadas de revistas. Incontables fotografías mostraban a las modelos off-duty llevando sus propias versiones de las tendencias, lo que se ha transformado en iconografía de la cultura pop. Esto convirtió la colaboración entre marcas y celebridades en un lugar común, lo que, en retorno, llevó tanto a la alfombra roja como a los looks de street style a convertirse en lo opuesto: altamente estilizado, lo que requiere un ejército de profesionales para idear los looks perfectos de las celebridades embajadoras de hoy como Zendaya, Rihanna, Kim Kardashian y Hailey Bieber. Sin embargo, es posible que estemos viendo un regreso a la estética deshecha de los 90 como rechazo a la cultivada imagen de Instagram.

Evocar los años 90 no requiere que un diseñador encasille su creatividad en un punto de vista global. La moda de la década era al mismo tiempo práctica y romántica, simple y detallada, pensada y simple. En Gucci, Sabato de Sarno explora y repite temáticas del minimalismo y siluetas sensuales en una recreación del estilo insigne de Ford. Haciendo eso, Sabato –un chico de los 90 de tomo y lomo– se aleja de la visión maximalista de Alessandro Michele. Y Miu Miu entregó paletas suaves que prestan especial atención a la materialidad. El encanto cultural eterno de los 90 es clara indicación de que la moda y la cultura se influencian mutuamente. Los 90 fueron años aspiracionales. Una economía incipiente se transformó en una en auge, llevando a la sociedad a un lugar posmoderno que dio la bienvenida a la singularidad, resultando en ropa, arte e imaginario icónico. Para muchos se sintió como la última gran frontera antes del milenio, una década sumida en la incertidumbre y el miedo, pero anhelando esperanza. No es de extrañar, entonces, que los diseños de este periodo tiren constantemente los hilos del corazón de diseñadores –y consumidores– de hoy.

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