252 vestidos Haute Couture de CHANEL... a la venta!
Todo ellos —creados por el difunto diseñador, Karl Lagerfeld— son de la colección personal de la millonaria Mona Ayoub. Serán subastados por la firma Maurice Auction el 20 de noviembre en París, a beneficio de una fundación para la protección de las mujeres.
En los años 90, Mona Ayoub era una figura ineludible en las fiestas del jet-set y en los desfiles de la Fashion Week de París. Clienta preciadísima de las grandes marcas de lujo, gastaba sumas escandalosas en modelos de Alta Costura, particularmente en CHANEL, su favorito, con cuyo diseñador —Karl Lagerfeld— trabó una amistad basada en su profunda admiración. "Me da pena desprenderme de ellas, pero ya no me las puedo poner", dijo recientemente al diario francés La Tribune y confesó que aún posee un total de 2700 piezas y que, a sus 66 años, sigue llenando sus clósets con creaciones a medida.
De más está decir que varios museos, como ricas compradoras privadas, están interesados en adquirir algunas de estas piezas únicas. Pero ella afirmó que su objetivo es ayudar a la creación de hogares para mujeres víctimas de violencias a través de la Fondation des Femmes, organización fundada en 2014. “Conocí a su presidenta, Anne-Cécile Maifert y comprendí la importancia de su labor” afirmó.
Un cuento de hadas que no fue
La historia de esta mujer, hoy en día más discreta que en el pasado, podría haber sido un cuento de hadas. Solo que no lo fue. Nacida en 1957 con un padre comerciante y una madre enfermera —libaneses cristianos instalados en Koweit—, pasaba sus veranos en Beirut donde su madre se hacía copiar por una modista local sus modelos favoritos de las colecciones. De ella afirma haber aprendido la elegancia. En 1975 sus padres la enviaron a estudiar Ciencias Económicas en París donde, para mantenerse, trabajaba en un restaurante libanés en el que cada noche comía con Nasser al Rachid, un riquísimo hombre de negocios saudí, que no tardó en colmarla de atenciones.
La boda —previa su conversión al Islam— tuvo lugar en Londres, pero en pocos días Mouna conocería su primera decepción. El hombre supuestamente liberal que le había prometido que le permitiría continuar sus estudios, rápidamente se mostró ultra conservador. Instalada en un palacio-prisión de Riyad, la abaya se convirtió en la vestimenta obligatoria de la joven que debía cubrirse hasta para salir al jardín.
La pareja tuvo cinco hijos a quienes ella adoraba, pero no era feliz, aún si podía hacer escapadas a París donde gastaba millones en ropa que no podía usar. Su marido, cada vez más autoritario, llegó a confiscarle su preciosa colección y la amenazó con repudiarla y retirarle la guardia de sus hijos. Finalmente, tras dieciocho años de unión infeliz, ella se exiló en Estados Unidos, donde, con la ayuda de un equipo de abogados extremadamente eficiente inició un feroz proceso de divorcio que duraría cuatro años, pero que la haría inmensamente rica.
Independiente y con una enorme fortuna a su disposición, Mouna invertía en Alta Costura [llegó a poseer la mayor colección privada con más de diez mil piezas], pero también en inmobiliaria y en el célebre yate Phocea, [el velero más grande del mundo hasta 2004], que adquirió por 5,5 millones de euros y que remodeló por 18 millones. Para pagar las obras vendió varias de sus joyas, entre ellas el diamante Mouna; uno de los diamantes amarillos más grandes del mundo; un collar de Bulgari; y una colección de joyas de Tabbah. Mouna afirma desde entonces que no es sentimental y no duda, de tanto en tanto, en deshacerse de sus posesiones [en 2015 ya había vendido parte de su guardarropa y en 2019 algunas de sus piezas Yves Saint- Laurent].
Si Mouna Ayoub se desprende de estos modelos que "ya no le sirven" [dice que pasó de un 40 a un 36 gracias a su jogging cotidiano] es también porque quiere "dar a las jóvenes generaciones la oportunidad" de apreciar como ella las obras del diseñador. Según la empresa encargada de la subasta, todas las piezas se encuentran en un notable estado de conservación pues, curiosamente, la mayoría nunca fue usada o muy raramente, ya que ella reconoce haberlas adquirido principalmente por su valor artístico. “Mi colección CHANEL Alta Costura refleja no solamente mi historia de amistad con Karl, sino también mi profunda admiración por su genio creativo”.