Arte y Cultura

Si hay verso, hay poema

Tras más de una década en el spotlight, Simón Pesutic está listo para dar a conocer otra faceta de sí mismo, más íntima y personal: Palabras marchitas, su libro de poesía. 

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Por años, Simón Pesutic (29) ha sido uno de los rostros más reconocibles de la televisión nacional. Tras conseguir su primer papel en una producción dramática a los 17 años, el actor chileno construyó una carrera transversal que se extiende a través de distintos roles, medios y formatos. 

Sin embargo, a pesar de su larga trayectoria, aún existía un lado de sí mismo que mantuvo en privado desde antes de enfrentarse a las cámaras. Uno que, al momento de ser anunciado, sorprendió a sus cercanos y a sus casi 900 mil seguidores en redes sociales: la poesía. 

Inspirado desde la adolescencia por el trabajo de poetas como Jorge Tellier, Claudio Bertoni y Alejandra Pizarnik, además de –por qué no– el vocabulario semántico de artistas como Joaquín Sabina y Charly García, Pesutic comenzó a escribir versos desde que tenía no más de catorce años. Hoy, sus poemas abandonan la clandestinidad y salen al mundo públicamente con Palabras marchitas, libro de su autoría publicado por la editorial Otros Libros.  

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Retrato por: Sergio López Isla

L’OFFICIEL: ¿Cómo nace tu afición por la poesía? 

SIMÓN PESUTIC: Escribo desde que soy chico de manera muy aficionada, desde la intuición, el instinto. Y eso tiene que ver con una sensibilidad que camina conmigo desde entonces, una especie de hipersensibilidad respecto a lo que me rodeaba, lo que experimentaba, a la capacidad de conmoverme con ciertas cosas. 

No hay una regla o una norma a la que yo me rija. Esto surge de manera muy poco ortodoxa o académica, porque tenía más que ver con encontrar un espacio terapéutico o un bálsamo para mitigar esta manera que tengo de ver el mundo, que me hace sentir vivo pero me duele también un poco. 

L’O: ¿De qué sueles escribir? ¿Sientes que hay temáticas o conceptos que te mueven, y a los que vuelves?

Me pasa un poco la caricatura del artista iluminado por un haz de luz. Guardando todas las proporciones: yo no soy artista ni estoy iluminado, pero lo mío brota desde la inspiración, y es la forma de canalizar esta sensibilidad que me ha acompañado a lo largo de mi vida. 

Nunca me siento a escribir de algo en particular. Todo es abstracto, muy intangible. De pronto aparece algo… Siempre he escrito desde un verso. Cuando hay verso, para mí, hay poema. En ese sentido, este libro es una serie de estados de ánimo: amor, desamor, humor, ironía, ilusión, despecho. Pasa por todos esos lugares; lo cotidiano y lo coloquial con los grados de profundidad y complejidad que tiene el cotidiano, que es muy grande. Experiencias personales, experiencias de otros y cómo me afectan. Toda la vida he sido nostálgico y melancólico, que me parecen dos cosas súper cursi, lugares súper comunes, pero no encuentro otras palabras para definirlo. 

L’O: Has hablado mucho acerca de lo personal que es este proyecto, y de la valentía que te ha significado exponerte. Siendo una persona que lleva años en el mundo del arte, estando en el centro de atención, ¿por qué sientes que este libro es un desafío más vulnerable?

Llevo doce años trabajando en teleseries, radio, una serie, cosas comerciales… Pero para todos esos proyectos he sido convocado. Nunca me había convocado a mí mismo, ni tenido el valor para hacer algo como esto. Le tenía mucho miedo. Sentía que mi imagen pública estaba brutalmente disociada de lo que yo escribía. No conversaba con esta imagen de niño bueno y bonito que yo tenía en la televisión. Y no porque yo fuera malo y rebelde escribiendo, sino porque había otra complejidad, lenguajes distintos. Me daba doble pudor y me costaba romper y salir de ese espacio, porque este proyecto no es ni más ni menos importante, pero es más íntimo.

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