Salió del colegio y estudió un año publicidad. El resto es historia. El fotógrafo Simón Pais Thomas (33) comenzó su carrera de forma autodidacta, por eso se reconoce como parte de la generación “Do It Yourself”. Comenzó con exposiciones personales y, luego de la viralización de una fotografía, su nombre viajó a otros continentes. Luego vinieron las publicaciones en medios y las campañas publicitarias,y tras ello fue el responsable de la mayoría de las editoriales de moda en Chile en revista como como Paula, Cosas o Harper’s Bazaar.
“Sin tener ningún contacto, fui abducido al mundo editorial y publicitario”, reflexiona. Después de una temporada intensa en Grazia México, ahora trabaja con una cartera boutique de clientes que buscan un carácter artístico en propuestas. Reconocido y alabado por sus composiciones oníricas y surreales, se considera un obsesivo de la prolijidad y la composición áurea. De eso y más conversó con L’Officiel desde Puerto Varas, ciudad donde está radicado y desde donde busca nuevas inspiraciones.
Eres autodidacta y fuiste protagonista de la revolución digital que vivió el mercado a comienzos de los 2000, ¿influyó eso en tu propuesta?
Aunque no haya sido un propósito consciente, el ímpetu de hacer las cosas distintas, alejado de las escuelas, las doctrinas, simplemente el hecho de hacerlas a mi manera, marcó una diferencia en cómo hacer fotos, intervenir e integrar la tecnología de esos días.
¿De qué manera defines tu sello?
Me gusta pensar que tengo un estilo bastante amplio, aunque siempre se puede más. Prefiero no encasillarme en palabras puntuales, pero puedo reconocer que hay mucha teatralidad y arte en lo que proyecto, una belleza sin tiempo.
¿Qué te motivaba antes y qué es lo que te motiva ahora?
Al comienzo quería dar a conocer mi trabajo, los autorretratos y las ideas de un soñador. Ahora mi percepción del éxito cambió. Me motivan otras cosas, cultivo amor y paciencia a la dedicación. Nada me inspira más que hacer lo que siento, compartirlo en imágenes y ojalá hacer feliz a quien las aprecie.
Viviste varios años en México, ¿qué rescatas de ese tiempo?
Me dieron mucha naturalidad para desenvolverme en esos escenarios que hoy se sienten un poco más monótonos, sobre todo en estas latitudes. Hoy me interesa abarcar otra vereda profesional que además incluya procesos y creaciones personales. Me encanta el factor sorpresa.
¿Cómo te relacionas con el lujo?
Es la máxima expresión de calidad y creación. Una ilusión que busca ser deseada y exclusiva para pocas personas. Mi relación con lo lujoso se debe a la belleza que contenga. Vengo de una familia de joyeros y heredé el ser detallista, minucioso y cultivar el lujo como un arte.
¿Aún se puede innovar en fotografía?
¡Claro que sí! Siempre hay espacio para refrescar un recurso. Lo importante es incorporar conceptos y tecnologías que separen la estructura lineal y producir un quiebre. Para el relanzamiento del reloj “Pasha” de Cartier quise interpretar el tiempo como la línea intangible que separa el presente del pasado y del futuro, despersonalizando la figura humana como la esencia que habita en este espacio-tiempo.
¿Cómo percibes la interacción de las redes sociales con la fotografía de moda?
Lo lindo es que las nuevas tecnologías dan espacio y lugar a muchos fotógrafos que quizás no comparten la visión local, que buscan ser representados por otros medios y que así pueden completar la fantasía de ser publicados y reconocidos.
¿Cuáles son tus próximos desafíos profesionales?
Todavía espero vivir de mi trabajo en Europa, Asia y América del Norte. Quiero hablar dos idiomas más y seguir haciendo de todo: moda, arte, retratos, derivar mi trabajo en pintura, dibujos, exhibir en galerías, colaborar con artistas, intervenir la ciudad... ¡hay tanto por realizar!