NO GENDER
Cómo la moda a través de los años ha intentado romper los límites entre vestuario femenino y masculino.
Lo contemporáneo habla sobre el fin de los géneros en pos de un vestuario genderless y lo moderno parece fluido y asexual. En realidad, hojeando las páginas de L'OFFICIEL, la historia evolutiva ligada a las diferencias de género en el vestuario aparece como una frontera sobre la que los diseñadores siempre han caminado sobre la cuerda floja. En los años 60 y 70, vanguardistas como Pierre Cardin, Paco Rabanne o André Courrèges imaginaron el vestuario del mañana: un uniforme futurista en el que no había diferencias entre la ropa de hombre y mujer, con la mujer vestida con rigor geométrico y el hombre dispuesto a lucir prendas de sastrería con una construcción espacial. En el frente opuesto, rebeldes como Yves Saint Laurent o Walter Albini jugaron a provocar a la burguesía evitando cualquier tipo de estereotipo en la ropa, potenciando la ligereza femenina y otorgando al rigor masculino un toque de delicadeza. En los años 80, gracias a la nueva androginia predicada por Giorgio Armani, las barreras son cada vez menores, tanto en ropa formal —la sastrería masculina da paso al power dressing para mujeres— como en ropa informal. Luego, en los minimalistas años noventa, la moda siguió jugando con las diferencias de género, experimentando con conjuntos combinados o jugando con choques estéticos, especialmente en el mundo underground, como enseña el movimiento grunge. Y luego el regreso actual, donde lo unisex ha pasado de moda para convertirse en genderless. Donde la batalla de los sexos, que dominó las últimas décadas, parece haber firmado una tregua en nombre de una moda en la que los géneros existen, pero cada vez menos estereotipados. Donde parece triunfar una frase que a Cardin le encantaba repetir: “La moda es un lenguaje universal que trasciende toda frontera, de cultura o sexualidad".