El inmortal Cristóbal Balenciaga
Era la mañana del 31 de enero de 2019 cuando recibí la carta de aceptación de mi conferencia para el Primer Congreso sobre Cristóbal Balenciaga. Para ese momento tenía muy claro que su relevancia en las generaciones de diseñadores de nuestra época es innegable. Yo mismo había peregrinado un par de años antes a su Museo en Guetaria para empaparme de sus técnicas de Alta costura, y asomarme, aunque fuera brevemente, por las ventanas que custodian sus secretos.
Ese día de enero no me imaginaba todavía lo que iba a tener que hacer para completar esa investigación académica, pero desde ese momento hasta el inicio del Congreso (en octubre del mismo año), fui encontrándome con este hombre tan fascinante como íntegro.
¿Por qué Cristóbal Balenciaga sigue siendo fuente de inspiración para tantos creadores de moda alrededor del mundo?, ¿qué nos muestran los secretos que podemos descifrar en las prendas que fueron firmadas por él y en los archivos de moldes y dibujos que se albergan en su museo? La respuesta a estas dos preguntas tan simples puede ser sumamente amplia, sin embargo, me atrevo a decir que la respuesta es una sola, Balenciaga es inmortal.
Siempre me ha gustado decir que, a pesar de lo que se puede ver en la cronologías o líneas del tiempo, el triunfo de los diseñadores nunca es casual, es producto de un arduo trabajo. En el caso de Balenciaga, él ya era el modista más importante de España antes de llegar a París; su formación de sastre y su habilidad para la costura y el diseño (además de su gusto por las líneas simples y las construcciones complejas) lo habían colocado como una figura indispensable de lo que era la Alta costura española.
Entre las múltiples biografías que existen sobre Balenciaga existen dos que me resultan fundamentales para darnos un panorama sobre este asunto, la primera es la que le hiciera Miren Arzalluz, titulada «La forja del Maestro», en ella narra la vida de Cristóbal desde su nacimiento en la pequeña ciudad de Guetaria hasta su llegada a París, en 1936. La otra biografía es la que escribió Mariu Emilas, «Balenciaga, mi jefe», texto indispensable para acercarnos, principalmente, a las experiencias narradas por varios de sus colaboradores. En esas páginas se habla de su técnica, de su búsqueda constante de la perfección, pero sobre todo, de su amor por el oficio de la costura, el cual le llevó a comprender que la lucha por el dominio del material no termina nunca. «La costura como el mar, siempre cambiante y siempre igual», decía a su colaborador más cercano José Mari Emilas.
Regresando a la conferencia que impartiría en octubre, para mí ya era conocido el nombre de Alfredo Bouret, el ilustrador mexicano que en París acudía a los salones del número 10 de la Avenida George V para presenciar, y dibujar, antes que nadie las colecciones del Maestro. Pero conforme fui avanzando en la investigación, y a pesar del aislamiento por el COVID-19, descubrí que la influencia de Balenciaga en México se extiende a clientas, figuras del espectáculo, periodistas y diseñadores mexicanos.
Muchas son las lecciones sobre el oficio del diseñador que se pueden aprender en las prendas creadas por las diferentes casas de Balenciaga, ya sea en España o en París, que han sido estudiadas y presentadas por diversos museos en todo el mundo. Entre estos aprendizajes podemos contar la destreza y precisión en el corte de los tejidos, la meticulosidad en la costura y el ajuste, y la creatividad en la solución de los patrones.
Sin embargo, no podemos olvidar que el modista español podía coser un vestido con sus propias manos (cosa que hacía con mayor frecuencia de lo que nos imaginamos), y que aún retirado, siguió creando prendas para sus clientas y amigas más cercanas.
Llegó el día en el que impartí los resultados de mi investigación en aquella conferencia. Lo reconozco, estaba nervioso: compartí el espacio con los estudiosos sobre la moda más importantes, y al mismo tiempo, hablaría de uno de mis diseñadores favoritos, a quien admiro tanto, a pesar del tiempo que nos separa. Independientemente de lo que hoy en día vemos tras las vitrinas de la marca Balenciaga, su fundador, Cristóbal, sigue vigente, sus líneas atemporales continúan alimentando la imaginación de diseñadores, de todas las edades, aquí y allá. Los secretos, que con tanto esmero guardó, se van revelando poco a poco.
Vale la pena visitar el Museo de Balenciaga, lo mismo que acudir a la gran variedad de exposiciones que se hacen hoy en día sobre su trabajo y su persona. Porque vale la pena aclarar, Balenciaga no solo es inmortal, también es fascinante.