Moda

De blanco te esperé

Una muestra en la Casa Fernández Blanco de Buenos Aires ofrece una mirada sobre los trajes de boda entre 1870 –cuando el blanco para la novia comenzaba a imponerse– y 1926.

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La Casa Fernández Blanco, en Buenos Aires, presenta una selección de trajes de boda, producidos mayoritariamente en el país, entre 1870 y 1926 y más de doscientas fotografías de bodas de ese período que permiten dar una idea  de lo que significaba el traje de boda y el retrato que lo plasmaba. Los vestidos fueron legados por donantes y las fotografías por Carlos Vertenessian, el principal coleccionista de fotos de Argentina. 

A partir de 1888, con la Ley de matrimonio civil, el Estado asumió la autoridad y el registro del contrato celebrado por los contrayentes. Sin embargo, la ceremonia religiosa, con la pompa adaptada a cada bolsillo, siguió siendo uno de los acontecimientos primordiales, sellado no sólo en la iglesia sino también en el estudio fotográfico donde se hacía el retrato de boda.

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Blanca y radiante va la novia…

Aunque el vestido de novia blanco está integrado en la memoria colectiva como si siempre hubiera estdo allí, en realidad fue recién desde el casamiento de la reina Victoria de Gran Bretaña con el príncipe Alberto de Saxe Caburgo en 1841, en un vestido de seda blanco con encajes y flores de azahar bordadas, que ese color se impuso. Hasta entonces, no existía un código que lo determinara así. 

El cambio no fue inmediato: si bien muchas mujeres hicieron el esfuerzo por lucir ese vestido blanco de ocasión por única y última vez,  otras siguieron casándose con el mejor traje sin importar su color y en particular en negro, pues en una época los protocolos de luto eran muy rigurosos y vestir de negro por largos períodos era habitual en la vida de cualquier adulto, por lo cual un vestido de ese color era esencial en todo guardarropa. Por esa razón, el traje de boda más útil, para usar en muchas otras oportunidades, fue el negro, conservando el blanco solo para el velo y los guantes y los azahares en el ramo o el tocado.

En la galería de retratos de boda pueden verse todas las situaciones y recursos posibles de los grandes estudios a los más humildes, todos los trajes de aparato hasta los trajes más sencillos o prestados y también el escaso contacto físico y la seriedad exigida por ese compromiso donde no siempre intervenía el amor. Para muchas generaciones de novios de los siglos pasados, el “amor romántico” existía fuera del matrimonio. 

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Patricio Lopez Méndez, curador de esta exposición, afirma que el objetivo de la muestra no es sólo mostrar los vestidos de la época, muchos de los cuales agobiaban el cuerpo con metros y metros de cintas, encajes y bordados y zapatos de seda no destinados para caminar, sino el rol de la mujer tratando “de mostrar la reclusión y el lugar que una sociedad determinada dio a las mujeres“. Cabe recordar que en ese entonces estar “apta para casarse” significaba haber tenido una primera menstruación, lo que quería decir que una niña de 12 o 13 años podía casarse. Entre las fotos pueden verse adolescentes casándose con hombres de 40 o 50 años.

Así pues, dentro del matrimonio, el amor era cosa aleatoria, había que construirlo, había que esperar que llegara y, a veces, no llegaba nunca. De blanco te esperé resume ese instante de la unión de dos personas y también recuerda una sociedad patriarcal que creía que el único lugar posible para una mujer era esperar.

Casa Fernández Blanco
Buenos Aires, Argentina
Hasta el 30 de enero. 

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